Los Weasley

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-Jeg skal drepe dem. Jeg vil drepe dem sakte og smertefullt.- Decía Harry aún en nuestra posición, no nos habíamos movido en ningún momento.

Bueno, mejor dicho, quise bajarme de su regazo, pero Harry lo impidió sujetándome de la cintura fuertemente.

-Harry...-Dije tímidamente, ahora que el calor del momento se había ido, empezaba a sentirme un poco vulnerable con mis acciones. No me arrepentía, solo que todo es nuevo y no sé como debía actuar. Tal vez deba pedirle consejos a Blaise.

Los gritos se hacían más fuertes. Así que organicé mis prioridades: Primero ver que diablos estaba pasando y luego pedir consejos. Quise volver a bajarme de encima de Harry, pero seguía sin soltarme.

-Cariño...

-No. No vamos a bajar, no te preocupes, la casa los verá como una visita no deseada y los expulsará.- Decía malvadamente.

-No Harry, debemos saber por qué están aquí.

-No me importa. Nos interrumpieron. Son intrusos para mí, que sufran- Lo decía como si fuera lo más normal del mundo.

-No amor. Debemos bajar.

Harry aún no me soltaba, poco convencido de mis palabras.

-¿Que te parece esto? Mientras más rápido se vayan por cuenta propia, más rápido volveremos a la habitación.- Decía con calor en mis mejillas inclinándome para darle un suave beso.

Pero claro, él no se conformó. Me volvió a sujetar de mi trasero y volvió el beso más feroz y hambriento, donde nuestras lenguas jugaban y danzaban para controlar a la otra. Obviamente la ferocidad de Harry ganó; dejándome sin ideas por unos segundos cuando acabó con el mejor beso de todos.

-Me debes tanto por esto. Pienso cobrarmela en un rato.- Dicho esto, terminó nuestra charla con un fuerte y delicioso apretón en mi trasero y empezó a levantarse y vestirse, dejándome en la cama para yo hacer lo mismo.

Mientras bajábamos las escaleras, cogidos de la mano, pude divisar un poco la conversación.

-En serio señora Weasley, el amo Harry está ocupado. Deben venir otro día.- Decía Chelsea en un modo chillón y preocupado. Mirando a todos lados en busca de orientación.

-Sí. Vuelvan después y antes de visitar al amo anuncien su presencia. Que osadía venir a la casa Black sin preguntarle primero al jefe de familia. Si no fuera porque hace años el amo Sirius colocó un encantamiento para que los reconociera como amigos la casa ya los habría expulsado violentamente.- Exclamó con odio Kreacher.

-¿Cómo se atreven a hablarnos de esta manera?- Resopló la Weasley menor.-Somos sangre puras después de todo. Ustedes pequeñas criaturas asquerosas deben servirnos. Hablaré con Harry respecto a ustedes. Y tu...- Señaló a Kreacher. -Agradece que tienes un contrato de por vida con la casa y que no se puede hacer nada para deshacerlo. Pero eres solo suciedad entre mis zapatos, tú debes besar el suelo por donde caminamos los magos. Pobre tonto se debe sentir horrible servir por años y años a alguien ¿Cierto?- Seguía despotricando Ginevra y en un segundo tomó fuertemente la oreja del elfo mayor y empezó a tirar de ella violentamente. Causando que Chelsea se contragiera y tomara sus propias orejas llorando. -No eres nada comparado conmigo y la próxima vez recuerda tus modales y a quien le hablas, porque cuando sea la señora Potter haré de tu patética y mediocre vida un infierno, estupido elfo.- Dijo tirando por última vez de su oreja, provocando que el elfo se cayera al suelo por el fuerte apretón.

La casa quedó en silencio...

Dios mío, estaba muerta. Mi alma gemela la iba a matar. Y aunque sea una mujer despreciable no podía permitir más muertes bajo la mano de Harry.

La vida de Harry Potter no tiene un día de aburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora