Las reglas han cambiado

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18 años atrás. Un Harry de 5 años.

-¿Por qué debes arruinarlo todo? Eres un pequeño monstruo.- Decía mi tío, mientras me daba golpes en mi pequeño estómago

-Lo siento, lo siento, tío. Seré bueno, lo prometo, perdón, no lo volveré a hacer.- No sabía por qué me estaba disculpando, solo quería que parara. Gritaba y lloraba por cada golpe que me daba; apenas estaba recuperándome de los cortes que me había hecho hace dos noches atrás.

-Castigalo como se debe, cariño.- Decía tía Petunia. -De este modo, no volverá a pensar en romper un plato tan caro y fino como lo hizo hace un momento.

Lo que mis tios no recuerdan es que rompí ese plato tratando de buscar migajas o restos de comida porque no había comido en todo el día. Cuando les hice la cena, esperé como un perro abandonado tomar mi parte, pero mi primo quería más y claramente ya sabía a quien le darían la ultima rebanada de tortilla.

Cuando me escabullí a la cocina, intenté tomar un pedazo que había dejado mi tía, pero accidentalmente me resbalé y me caí con la vajilla, causando un corte en mi brazo. Pedazos de vidrio se veían por todos lados y tristemente desperté a mis tios, quienes bajaban furiosos de su habitación hacia donde yo estaba.

Luego de gritos y decirme que era un estorbo, Vernon comenzó a golpearme y justo cuando ya estaba en el suelo de mi pequeña habitación, abajo de las escaleras y llorando por el dolor, mi tía decidió que era suficiente. Le dijo a su marido que me dejara para recoger los vidrios rotos y que mañana no pensara en comer nada, como castigo.

Cuando mi tía se alejó, Vernon me tomó del brazo y con su voz toda asquerosa y grotesca me susurró

-Hace unos días te me escapaste y no te enseñé cómo quería jugar contigo por primera vez, espero que esta noche nada vuelva a pasar. Bajaré en un par de horas.- Dijo y se fue detrás de Penutia.

Mi corazón empezó a latir desenfrenadamente y sentía que iba a vomitar lo inexistente que tenía en mi estómago. No tenía idea de lo que mi tío estaba diciéndome, pero a pesar de que era muy pequeño, podía entender que no quería nada bueno. Hace unas noches atrás, cuando intentó acercarse más de la cuenta y me tocó el hombro, mi habitación empezó a temblar, permitiendo que muchas cosas en la casa se rompieran y otras explotaran por el impacto. Generando que mi tía bajara y mi tío se alejara sin haber cometido su verdadera intención.

Tal vez solo tenía 5 años, pero ya entendía que si una persona te tocaba sin tu querer, esa persona estaba haciendo algo mal. Nunca había agradecido tanto que me llamaran fenómeno, porque era debido a mis anomalías que pude detener a Vernon ese día.

Sin embargo, esa noche no sabía lo que podía pasar.

Mientras intentaba recoger los platos con todo el dolor que tenía en mi cuerpo, sentí que bajaban las escaleras. Vernon se acercaba a mí y yo empecé a llorar otra vez.

-Quiero que seas un buen niño, pequeño monstruo.

Cuando levantó su mano y tuvo la intención de tocarme la cara, esta vez no fue solo mi pequeña habitación la que tembló, sino toda la casa.

Las puertas empezaban a ser fuertemente tocadas, las ventanas empezaron a agrietarse hasta explotar como si alguien intentara abrirlas con un martillo y todas las paredes se estaban convirtiendo en agujeros, como si algo las estuviera rompiendo desde afuera.

La casa se estaba destruyendo por sí sola.

Estos acontecimientos hicieron que mi tía y mi primo bajaran asustados y se colocaran detrás de la figura de autoridad de la casa.

Vernon se alejó de mí y me miró con rabia.

-¿Hiciste todo esto, monstruo?

-NO.- Grité. -Juro que esta vez no lo hice yo.- Decía angustiado.

La vida de Harry Potter no tiene un día de aburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora