Destrúyeme

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Ninguno de los dos habló.

Solo nos mirábamos, como si fuéramos un par de extraños que se encuentran por primera vez en su vida.

La tristeza de los últimos meses flotó a la superficie como un río desbordante en mi interior. Una lágrima se me escapó y la limpié rápidamente. No quería que Harry me viera así.

Ante la situación de que ninguno de los  dos decía nada, intenté dar el primer paso.

-Yo...eh-yo ho-hola Har...

Harry me interrumpió.

-Los mataré.- Dijo seriamente, mientras destruía la carta, que de seguro se la había enviado Krum, como a mí me la había enviado Blaise. -No te preocupes, su estupida broma no quedará sin consecuencias.- Amenazó.

Solo pude mirarlo.

-Ha-Harry, no creo que...bueno, que los chicos lo hayan hecho con mala intención.- Respondí tristemente. -Solo intentaron ayudar, supongo.

-¿Ayudar en qué, Draco? No hay nada que ellos puedan hacer para ayudar, porque ya todo está dicho. Y si piensas que voy a dejar que esta tontería se quede así, estás equivocado.

Cuando se dirigió hacia la puerta, pasó por mi costado y siguió su camino sin verme, dispuesto a salir de ese lugar. Por impulso, lo tomé de su brazo abruptamente y en un segundo se soltó de mi agarre como si mi toque le quemara la piel.

Ese gesto hizo que mi corazón tuviera una punzada de dolor. Así que, intentando que se quedara un poco más, traté de hacer algo de conversación.

-Solo, solo no los lastimes. Son nuestros amigos. Son unos idiotas, pero recuerda que los amamos.

Me miró fijamente por varios segundos, hasta que con un suspiro volteó todo su peso para tener su cuerpo frente a mí, pero aún así, marcando una distancia estricta en nosotros.

-Tu ya no tienes el poder de decidir o decirme que hacer, Draco.- Lo dijo no de una forma cruel, más bien lo expresó como un hecho que no debíamos olvidar.

Se sintió como si me hubiesen dado un puñetazo en el estómago.

-Yo..., bueno, yo...solo lo digo para aligerar el ambiente...no, no pretendía que sonara como si te estuviera ordenando nada, lo siento. Eh...yo-yo eh...bueno, ¿Cómo...cómo has estado? Te ves diferente- Intenté débilmente retenerlo por todo el tiempo que fuera posible.

Me miró con ojos fríos como un témpano de hielo.

-Bueno, he estado mejor obviamente. Disculpa si mi apariencia te resulte en este momento poco agraciada.- Sus palabras fueron duras, pero no crueles. Él nunca había sido no menos que gentil conmigo, incluso cuando rompí el compromiso.

-No es eso, Harry. Lo último que pienso de tu apariencia es que es poco agraciada.- Y era cierto. Mirando a Harry no podía dejar de parecerme el hombre más perfecto y hermoso del mundo. Sin embargo, viéndolo actualmente, podía deducir que había perdido un poco de peso y tenía ojeras muy marcadas en su rostro. Sus ojos se encontraban vacíos y su postura se veía tensa. Y aún así, todo lo que podía querer en ese momento era tomarlo entre mis brazos y sumergirme en un suave abrazo.

Harry me sacó de mi ensoñación.

-Tú no te ves bien, tampoco.

Era un gran eufemismo.

Sabía que mi aspecto era una mierda.

Las ojeras se me marcaban significativamente, mi facciones eran más delgadas y detalladas, por culpa de lo poco que comía. Mis caderas ya no tenían las curvas que antes estaban y mis piernas habían perdido toda su masa corporal.

La vida de Harry Potter no tiene un día de aburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora