La gran Familia Malfoy

11.7K 782 83
                                    

Me encantaba ser un Malfoy.

Mi apellido era importante e influyente.

No del tipo de apellido que podían sacarte una nota sobresaliente en una mala clase, sino el tipo de apellido que podía cambiar una ley mágica si esta no beneficiaba en algún aspecto a mi familia, ya sea directa o indirectamente y el trabajo de mi padre en el ministerio es de gran utilidad para sus objetivos. Es por ello que padre me dice siempre que tus enemigos nunca deben saber que tu eres su enemigo hasta que sea demasiado tarde.

Todo lo que un ser humano, sea mágico o Muggle, podía imaginarse en relación con el dinero y el poder yo lo tenía. Desde la seda más hermosa para mis trajes y túnicas hechas exclusivamente por un sastre en Francia, hasta la influencia que un chico de 17 años solo podría soñar, como por ejemplo convertirte en el príncipe de Slytherin en tu segundo año escolar y conservar ese título años después. Viajes, joyas, libros antiguos e incluso reliquias oscuras, todo lo que podías pensar lo podías encontrar en Malfoy Manor.

A pesar del prestigio y los galeones que mi familia poseía, esta influencia en nuestro mundo también venía con un precio, y era la enemistad de casi todas las familias de la luz (y algunas de la oscuridad). Respeto, adoración, envidia y celos eran actitudes con las que debía lidiar a lo largo de mi vida, ya que los veía diariamente. En cualquier caso, no me preocupaba porque me instruyeron en el arte de los modales y la manipulación desde muy temprana edad.

Aprendí como se utilizaba adecuadamente un tenedor antes de decir mi primera palabra y hasta estoy convencido que fue 'Sangre pura'.

Debido a mi posición como heredero, me educaron en historia de la magia, hechizos y contra hechizos, posiones y runas antiguas, y cualquier parcialidad o materia que una escuela como Hogwart exigía. Continuamente a mis años académicos, nunca dejé de estudiar las artes prohibidas, historia sobre los pura sangres o hechizos prohibidos. Todo conocimiento que existía, yo, como futuro Lord Malfoy debía saberlo y dominarlo, entendía que todas las miradas estaban puestas en mí.

Todo el mundo mágico estaba a la expectativa de mis acciones.

También de mis errores.

Sin embargo, no es por la riqueza o mi posición como heredero de la importante y gran casa Malfoy, por lo que realmente me encantaba mi apellido; mi verdadera razón era por mi derecho a elegir.

El mundo en el que vivo se rige por la influencia y el estatus del jefe de la casa, posición que aún no poseo, y es por este motivo que cuando se cumple la edad estimada por tu familia, es el momento de elegir un prometido o prometida que sea de tu misma clase social y que comparta...digamos nuestras preferencias y políticas sangre puras sobre los Muggles y el mundo en general. Muchas veces acontecía que si no querías casarte, tu familia podía desterrarte y quitarte el apellido. Esa acción, en nuestro entorno, era la peor deshonra que podrías experimentar.

Es ahí donde entra mi derecho a opinar, ya que nunca se le pregunta al heredero o heredera sobre su contrato de matrimonio, este siempre es elegido por sus padres o tutor asignado, pero debido a mi posición yo sí podía juzgar la elección de mis padres y decir algo al respecto.

Es por este motivo, que no me sorprendí cuando, un día en el comedor, la conversación de mi padre se inclinaba a un tema que no era sobre el dinero o las relaciones públicas y políticas del mundo mágico, fue en ese momento que sabía con certeza que ya mi padre había decidido que era hora de comprometerme.

La vida de Harry Potter no tiene un día de aburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora