Los pies desnudos contra el suelo de madera producían un sonido similar a la de una ventosa, sin embargo, ella apenas lo escuchaba bastante tenía con tratar de no hacer ruido camino de su habitación con los pies doloridos. Anthony la había hecho bailar hasta la saciedad.
Cruzó la puerta de su cuarto sintiendo una alegría que hacía años no experimentaba. Estaba claro que las intenciones de aquel chico eran hacer que se quedara allí con él.
Jacob oyó cada paso, cada respiración de su hermana y ahora la oía a través de la pared. Miró el reloj que marcaban las 4:25 de la mañana. De repente se tensó sobre el colchón agarrando con firmera las sábanas. El aire se cargaba a su alrededor por el olor de sangre, polvo y una mezcla de colonia varonil que le hacía que le picara la nariz. Era evidente que Rebecca se estaba viendo con alguien, alguien que no era humano.
Hacía siete años que los vampiros abandonaron Forks, pero ese aroma no le engañaba. Todos compartían el olor de la sangre que bebían, del polvo de la tierra donde una vez estuvieron sus cuerpos y las flores podridas que se marchitaron en su día. No obstante, le desconcertada ese hedor a sustancias químicas como si esa persona tuviera algo que los otros vampiros no poseían, y eso en parte le preocupaba.
Incapaz de dormir se levantó poniéndose un pantalón de deporte y una camiseta de manga corta tan oscura como la noche. Saltó por la ventana y echó a correr siguiendo el olor prendido a Rebecca.
Este le llevó a un extremo de Forks. Camuflado entre los árboles veía una casa de planta baja de fachada blanca y azul cielo con las luces encendidas. Ese hedor se intensificaba en dirección a la casa. Una silueta se movía al otro lado de la ventana más cercana a él, de pronto se detuvo observando al exterior. Jacob pudo verle con claridad.
¦¦¦
Se quedó paralizado contemplando aquella figura camuflada en la oscuridad del bosque. Gracias a sus prodigiosos ojos le distinguió como si el sol recayera sobre el desconocido. Se trataba de un hombre robusto y musculoso. Su altura alcanzaba los dos metros dándole un aspecto serio y autoritario. Le identificó como el jefe de los Quileute. ¿Ese hombre podía convertirse en un espíritu del bosque?
Los ojos hundidos de un marrón oscuro se clavaron en Edward con intensidad y desprecio algo que le hizo sentirse insultado. Buscó la piedra que le entregó Istria, cerró el puño temiendo pulverizarla y abrió la ventana para acceder al patio trasero. Odió al azabache nada más verlo sin importar que sus colmillos no atacaran a su amigo, pero descendía de aquel que si se atrevió.
—Existe una ley muy clara —empezó Jacob en voz baja sin perder el tono de alfa. Edward se sorprendió por aquella voz—, ningún chupasangre puede acercarse al territorio de los Quileute y eso incluye a todos los de la tribu.
—No he roto ninguna de tus estúpidas leyes.
—Tu hedor está por toda mi casa. —Edward sonrío complacido y malicioso entendiendo que el alfa ya sabía que se veía con su hermana.
—No tenías que haber venido a darme las gracias.
—No hay ninguna ley que me impida arrancarte la cabeza —amenazó dando un paso en su dirección. Edward sonrió provocándole, pero se detuvo cuando vio que la mente de su enemigo se encontraba vacía. La piedra no funcionaba con el jefe.
—¿Por qué estás vacío? —susurró.
—¿Qué?
—Eres un obstáculo hasta para esto.
Probó la piedra con Verona leyendo hasta el último rincón de su mente incluso Rebecca dejó de ser un secreto para él. Sin embargo, el hombre que tenía delante mostraba su mente vacía para él.
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El legado de Forks
FanfictionComo heredero del vampiro más temido de todos los tiempos debe cumplir con su última voluntad, ocupar su lugar y recuperar el territorio que les perteneció hace años. Ese lugar llamado Forks supone un aliado para sus poderes. No será necesario lleva...