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Edward le pasó el vestido sin mirar al alfa que continuaba de pie frente a ellos. No escuchaba su mente mientras sí lo hacía con la de Rebecca. Ella se puso el vestido en silencio clavando la vista en su hermano pequeño.

—Volvamos a casa tengo que hablar contigo.

—Acompañaré a Anthony fuera del bosque.

—Seguro que sabe guiarse muy bien —replicó irónico lanzando una mirada al vampiro.

—Iré después, Jacob, ahora voy a acompañar a Anthony.

El alfa los vio alejarse luchando por contener su ira e impotencia. A pesar de haberle asegurado que se trataba de un chupasangre ella había ignorado su advertencia por completo y por añadidura negó la eficacia y certeza de un lobo de su propia tribu.

—Siento admitir que he escuchado parte de vuestra conversación —empezó Edward cuando llevaban unos minutos de camino—, pero no soy nada de lo que me acusa tu hermano. Ya ves, un vampiro —dijo irónico pretendiendo ganarse más la confianza de la chica—. Creo que debería buscar ayuda si cree en esas leyendas.

—No está loco, ¿vale? Hemos crecido en un lugar muy diferente.

—¿Tú también crees en eso? —La miró de soslayo leyendo ya sus pensamientos.

—Hace años conocí a uno.

—¿A un vampiro? —Se paró de golpe fingiendo incredulidad, sin embargo, en la mente de Rebecca apareció el rostro de Alec—. ¿Cómo es posible?

Rebecca tomó su susurró como una reacción a su sorpresa porque ella asegurara haber conocido a una criatura sobrenatural. Edward intentó introducirse en su cabeza buscando más información.

—Fue en el bosque. Era la criatura más extraña que había visto, bueno quitando a los amigos de mi hermano. Poseía una belleza angelical y unos ojos que parecían llenos de bondad y compasión.

—¿Cómo estás tan segura de que era un vampiro? —cuestionó disfrazando el dolor de saberse engañado por Alec. Nunca mencionó ese encuentro.

—No era humano, eso lo sé. Quizá fuera por su olor.

Edward tenía la suficiente experiencia como vampiro para saber todo acerca de su especie, salvo en el terreno de los sentimientos y pasiones. Sabía que Rebecca le prefería a él porque gracias a resultarle agradable el perfume de la chica ella sentía esa conexión y atracción sumado a que la escogió como su humana. No obstante, un humano era capaz de distinguir los aromas en los vampiros para atraerlos hacia ellos. Si Rebecca percibió eso de Alec significaba que tal vez no tenía a la chica tan asegurada como pensaba. De hecho no pensaba de él que fuera alguien cargado de compasión y bondad. Contuvo la ira al darse cuenta de que un vampiro enamorado podía contar con más posibilidades para quedarse con ella si él así lo decidía.

—¿Sientes algo por él?

—Anthony, por favor. —Rio poniendo sus manos en los codos de este—. Le vi hace años en un par de ocasiones, nada comparado contigo.

—¿Y si le vieras ahora?

—Le diría que salgo con alguien —afirmó divertida—. Vamos, ni siquiera me habló. Te lo he contado para que sepas que existen criaturas extrañas.

—¿Tu hermano sabe eso?

—Sí, no fui la única que le vio.

—Ahora usará ese argumento para alejarte de mí. —Rebecca sonrió encantada.

—Para nada.

—No quiero que te vayas.

—Empiezo a plantearme no hacerlo.

El legado de ForksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora