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Por un segundo se mantuvieron la mirada sin romper el silencio. Jacob pensó en mil cosas que decir, pero fue Edward quien habló primero.

—Quédate quieto.

—¿Qué? —cuestionó poniéndose tenso, asombrado y nervioso.

—Quiero comprobar algo.

—No sé qué pretendes.

Edward se detuvo a unos centímetros de su cuerpo haciendo que Jacob percibiera aún más el frío del cuerpo del vampiro. Tragó saliva sin sentirse seguro por las intenciones del contrario. Edward captó un olor mucho más marcado y caluroso emanando del lobo.

—Confía, no voy a atacarte.

—Mi sangre, a pesar de la sed que puedas sentir, no es buena para ti.

—No me interesa tu sangre en este momento —susurró. Jacob entendió en ese instante lo que estaba a punto de suceder.

Sus labios se rozaron con sutileza, casi en un movimiento torpe e indeciso por parte del vampiro. Jacob ni siquiera cerró los ojos tan en shock por lo que estaba pasando que no podía mover ni un músculo. Edward se separó frunciendo los labios por ser incapaz de besarle como lo hacía con Rebecca. Carraspeó aunque no lo necesitara clavando los ojos en los del alfa quien parecía una estatua.

De nuevo juntó sus bocas notando la suavidad en los labios ajenos sumado a algo que no percibió en el primer intento: los labios de Jacob eran extremadamente abrasadores lo que le hacía no querer separarse de ellos. Por su parte, Jacob nunca había besado a nadie por quien no sintiera algo y ahora hacerlo con un vampiro al que despreciaba, que le dejaba helado en cada tacto y que jugaba con los sentimientos de su hermana le estaba pasando factura. Nada en él reaccionaba mientras que los gestos de Anthony le indicaban que buscaba algo más. Temía que su franqueza le hiciera ver que no quería nada con él.

Edward se separó nuevamente luchando por no devorarlo en un beso que arrastrara al lobo a besarle de la misma forma en que deseaba hacerlo con él.

—¿Estás pensando en Rebecca?

—No puedo evitarlo —contestó Jacob ante la frialdad del vampiro—. Su novio está en el bosque conmigo, la he traicionado.

—No has hecho nada. Ni siquiera eres capaz de concentrarte en un beso.

—Claro que no, eres especial para ella.

—Creía que intentabas convencerme de ofrecer algo para alejarme de ella —replicó con cierta burla al tiempo en que se cruzó de brazos—. Un beso sin deseo no es lo que busco.

—¿Sientes tú ese deseo?

Pensó en Alec al escuchar la pregunta. A él pudo besarle con pasión, casi con desesperación y, sin embargo, con el líder se le resistía ese impulso y más cuando él no daba el paso por soltarse.

—En cierta medida.

—Si estuviera seguro de que Rebecca no tiene cabida en tu vida quizá podría darte mucho más.

—Está bien.

—¿Qué? —soltó sorprendido.

—La dejaré antes de mañana por la noche si con eso puedes dar otro paso —mintió. Solo buscaba saciar el deseo que nadie le despertó de ese modo en toda su existencia—. Nos veremos a la misma hora.

—¿La dejarás?

—¿Estarás mañana dispuesto a dar un paso más?

—No hasta llegar al final. —Edward sonrió al tener una imagen mental del alfa sobre su regazo. Asintió.

El legado de ForksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora