Los días se convirtieron en noches.
Los meses siguientes se esfumaron, consumidos en un torbellino de fiestas, vacaciones, carreras y retiros de spa de fin de semana. Las drogas y el alcohol se me suministraban con tanta facilidad como la bandeja de plata de fruta fresca y croissants que se sentaba en la mesa del comedor de doce personas cada mañana.
Era joven.
Mimado.
Lleno de aburrimiento.
Bebí cualquier cosa que me acelerara el corazón. Me hizo olvidar. Me hizo sentir vivo.
A veces, venía en forma de polvo importado de Colombia.
Y otras veces... azul.
—Para vivir una vida de lujo.
Ese acento se deslizó en mi sangre y me calentó de adentro hacia afuera.
Me recosté en una tumbona cerca de la piscina con un vestido dorado reluciente, mi cabello recogido en un desordenado peinado, una tira del vestido deslizándose por mi hombro. Era una noche de marzo inusualmente cálida y yo lo estaba aprovechando.
Mordí mi fresa cuando mi mirada se encontró con la de Jeon. —¿Celoso?
—Más cerca de apático.
El resplandor de las luces de la piscina lo proyectaba en tonos plateados, azules y sombras. Traje y corbata azul marino. Rolex pulido y gemelos. Se paró frente a las puertas de la terraza de mi casa, con un vaso en la mano. Su cálida mirada me tomó, desde mi cabello, hasta el cuenco de fresas y el vaso de tequila en la mesa a mi lado, hasta mis tacones de aguja de terciopelo rojo.
—No me digas que las historias de mi esposo te aburren. —Jungwoo tenía habilidad con las palabras, manteniendo a los demás al borde de sus asientos, pero yo no podía obligarme a escuchar el mismo cuento una y otra vez.
—Parece que tampoco pudo mantener tu interés. Aunque, tal vez sea sólo porque sabías que la parte sobre él follando con su novio virgen de veinte años vendría a continuación.
Me estremecí. Jungwoo debe estar más enojado conmigo de lo que pensaba.
Esperaba que lo hubiera hecho sonar más emocionante de lo que era. No hubo nada romántico en mi primera vez. Hacía frío y era mecánico, dejando un hueco en mi pecho que había tratado de llenar al ganarme el amor de mi esposo. Qué chistoso había sido.
—¿No está en la descripción de tu trabajo fingir interés en todo lo que dice?
Su mirada parpadeó con algo parecido a una seca diversión, aunque no respondió. Salió a la terraza, la tensión delineando sus hombros. No pude evitar pensar que estaba pensando sus opciones, y parecía que prefería tolerar mi presencia que volver a entrar.
—¿Su grosería ofendió tu tierna sensibilidad? —pregunté.
—No exactamente.
Sus ojos se acercaron a mí, llenos hasta el borde de fría furia. Se atenuó a algo más cálido cuando su mirada se deslizó por mi cuello y mi hombro desnudo.
Me sacudió un escalofrío. —¿Vengarás mi honor, oficial?
—No estoy seguro de si te queda mucho.
Hice un puchero. —Y justo cuando empezaba a pensar que te importaba.
—No aguantes la respiración, cariño.
—¿Fresa?
Cuando miró la fruta en mi mano como si fuera ofensiva, suspiré. Luego mordí la punta y lamí el jugo de mis labios. Su mirada siguió el movimiento, más cálida y pesada que el deslizamiento de mi lengua.
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Mi pequeña estrella. (T.M.O)
RomanceEn ningún lugar de los planes de Jungkook se había preparado para Taehyung. Él es el caos encarnado, no es su tipo, y está casado, pero nada de eso puede evitar que sus ojos lo sigan a donde quiera que él vaya. Desde el principio, él ni siquiera sa...