Capítulo 32

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Jungkook

—He terminado. Sergie es tu problema ahora.

—¿Por qué?

—Porque no quiero follarme a su hija. —Mi mirada se posó sobre la cama. Cabello salvaje y oscuro, piel suave y aceitunada, y sábanas retorcidas. Taehyung dormía boca abajo, con ambas manos bajo la almohada. Mi pecho se sentía pesado mientras miraba su suave expresión. Quería capturar esa mirada en una botella y llevarla conmigo a todas partes. Tal vez entonces, sentiría que tenía algún control sobre el.

—¿La modelo? —Jin soltó una risa a medias—. Sólo tú considerarías eso un problema. Déjame adivinar, vio tu bonita cara y le rogó a su padre que la hicieras tuya.

No creí que fuera así. Aleksandra era fría y calculadora. A menudo tenía la sensación de que no era más que un paso en su plan general. Y a veces, ese plan se sentía desesperado. — Creo que ella cree que soy el menor de dos males.

—Odiaría ver quién es el otro hombre —murmuró—. Si estás rechazando modelos de allí, me encantaría echar un vistazo a quien esté en tu cama.

—Es italiano —dije, como si eso lo explicara todo.

—Ah, personas apasionadas. ¿Es algo serio?

Se me escapó un aliento sarcástico. 

—Apostó veinte mil dólares a que me casaría con otra mujer. —Me encontré con un pajarito llamado Val que me lo susurró ayer por la mañana en la calle. Bueno, ella había andado de puntillas sobre el tema, pero yo sumé dos más dos, joder. Otra razón por la que perdí la calma cuando encontré a Taehyung riéndose con un Abelli que tenía su mano en su cabello. 

¿Cómo podía decir que cada mechón era mío más claramente que lavarlo cada maldita noche?

—Ya me gusta. —Se río—. ¿Por qué suena como si quisieras arrastrar a este pequeño italiano por el pasillo? 

 Porque sentía que si no tenía la posesión por escrito, se me escaparía de los dedos otra vez. 

Yo estaba totalmente convencido de que esta obsesión sólo se intensificaría una vez que tuviera su cuerpo, su atención y sus sonrisas para mí. Se lo advertí hace años cuando presionó sus labios contra los míos. Lo dejé hacerlo, porque pensé que me apagaría y entonces podría finalmente dejar atrás este encaprichamiento con el. Odiaba besar, por lo que generalmente había significado para mí. Pero cuando me besó, no me disgustó en lo más mínimo. Sus labios eran suaves. Su lengua estaba caliente y húmeda. Y su suspiro me dio escalofríos. La lujuria violenta había rugido a través de mi sangre, embotando mi visión. Eso me perturbó, y luego me enojó lo suficiente como para alejarme.

—El dice que no se casará de nuevo.

—Los donceles dicen cosas que no quieren decir todo el tiempo.

—Lo dice en serio. El piensa que esto es exclusivo sólo sexo. —Esas dos palabras me molestaron mucho. 

—Suena como si tuvieras una situación ideal. El se acuesta contigo... ¿a quién coño le importa si no quiere casarse contigo?

—El está en outfit.

 (El Outfit de Chicago es un sindicato del crimen organizado italoamericano con base en Chicago)

—Ah. —Sonaba divertido—. Desordenado.

Salir con donceles o mujeres en el Cosa Nostra no era nada. Esta relación explotaría tarde o temprano. El matrimonio era sólo el verdadero alcance que podía tener sobre el. De lo contrario, el no era realmente mío. Se diera cuenta o no, Taehyung tendría que tomar la decisión de casarse eventualmente, y yo era lo suficientemente egoísta para hacer que me eligiera. Porque no había ni un gramo de mí que le permitiera convertirse en el esposo de otra persona.

—Sé que tienes un plan siniestro en marcha, así que escuchémoslo.

Joder. Odiaba lo bien que me conocía.

Taehyung  se despertó y rodó sobre su espalda. Sus suaves ojos marrones se abrieron y aterrizaron en mí. Podía sentir el calor de ellos en mi pecho. Cada vez que me miraba, solo fortalecía mi decisión. Podría haber luchado durante mucho tiempo, por el bien de ambos, pero ahora el era mío. Y no tenía idea de qué haría para que siguiera siendo así.

Mantuve su mirada. 

—Hacer que se enamore de mí antes de que lo arruine todo. Entonces, no se irá.

—Me suena un poco a Estocolmo, pero me gusta. Ya se me ocurrirá algo con Sergei. —Una sonrisa tocó su voz—. Y si tengo que tomar una por el equipo y follar a su hija, que así sea. Después de colgar, volví al inglés. 

—¿Te he despertado?

—Sí. —Suspiró y se estiró—. Pero me gusta escucharte por teléfono.

Supuse que debería sentirme un poco culpable por conspirar contra el, pero no lo hice. Me incliné hacia adelante en su ridículo diván rosado y caliente, apoyando los codos en mis rodillas.

—¿Por qué?

—Tienes una voz sexy —El bostezó.

Una sonrisa apareció en mis labios. Siempre fue tan honesto. Era un rasgo que no había visto a menudo, ni siquiera podía decir que lo utilizaba, aunque, tal vez por eso era tan refrescante. Cada palabra que decía era una pequeña parte genuina de el. Quería coleccionarlas todas.

Un rubor calentó sus mejillas. —Siento haberme quedado dormido sobre ti.

Lo desnudé y bajé sobre el, sólo para que se durmiera segundos después de que se viniera. La verdad es que lo haría el resto de mi vida sabiendo que no recibiría nada a cambio. Había fantaseado con el durante tanto tiempo, y el sueño no podía ni siquiera tocar la realidad.

—¿Puedo compensarte?

Distraídamente me froté la erección a través de mis calzoncillos, amando esa idea, pero entonces el bostezó, sus ojos se volvieron pesados.

—Haremos las paces por la mañana.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, mientras me metía en la cama con el y lo empujaba hacia mi pecho.

—Dormir.

—¿Aquí? —Sonaba aterrorizado.

—Sí. Ahora, cállate. Estoy cansado. —Nunca había hecho esto en mi vida. No sería capaz de pegar un puto ojo.

—Bien.

Pasaron cinco minutos hasta que se apagó como una luz.

Pasé mi mano por su cadera, memorizando la curva y el tacto aterciopelado de su piel. Tenía dos hoyuelos en la parte baja de la espalda con los que siempre me había encaprichado, enmarcados justo encima del más dulce de los culos, y todo estaba presionado contra mí. Su cabello estaba en mi cara y olía a vainilla. Todo era una sobrecarga sensorial. Como una inyección de dopamina. Mi corazón latió con fuerza. La sangre corría por mis venas tan rápido que mi mano se sentía inestable.

Cuando estás obsesionado con algo durante tanto tiempo y finalmente lo obtienes... Se siente como volver a casa con Dios. Y nadie cede su maldito lugar en el cielo. 


-TM

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-TM

Mi pequeña estrella. (T.M.O)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora