El lunes me levanté de la cama y no paraba de pensar en la noticia que nos dió Carlos y en lo destrozado que estaba él.
Cogí el teléfono y le llamé, sabía que estaba trabajando.
-Hola Miriam-. Respondió.
-Hola Carlos ¿Cómo estás?-. Pregunté.
-Pues ahí voy ¿Vamos a tomar algo a la tarde?-.
-No puedo Carlos, debo trabajar, hoy es mi primer día después de las vacaciones-.
-¡Es verdad! Pues te recojo del trabajo y vamos a tomar algo, así hablamos tranquilamente-.
-Vale, pues nos vemos esta noche-.
-Adiós, hermanita-. Dijo colgando el teléfono.
Me puse nerviosa en ese momento, sabía que iba a ser un encuentro agridulce.
Fui hacia el salón y, como siempre, estaba Ricardo leyendo su periódico diario.
-He quedado con Carlos esta noche para hablar-. Le dije a Ricardo.
-Muy bien, hablad, al fin y al cabo sois hermanos, esto no puede cortar la amistad y el cariño que os teneis-.
-Si, eso debemos hacer-. Le dije.
-Esta tarde viene a hablar conmigo, no lo está pasando bien, cuando ayer te fuiste y tu madre fue a la cocina para dejarnos solos, no paró de llorar, quiere estar contigo y me decía que su mundo se había acabado, que él quería ese bebé, pero no con ella, sino contigo y yo le dije que las cosas han venido así y hay que afrontarlas-. Dijo Ricardo.
Asentí con la cabeza y se me caían las lágrimas.
-Tranquila hijastra, volverás a ser feliz, encontrarás a esa persona que te haga sentir lo que te hizo sentir Carlos-.
-Lo dudo, Ricardo-.
En ese momento, Ricardo me abrazó.
Pasaron las horas y yo me empecé a arreglar para irme a trabajar, me fui en metro, Carlos me recogería luego.
Cuando llegué al teatro todos nos saludamos y ya hicimos los planes para irnos de fiesta el sábado.
Y antes de abrir las puertas me sonó el móvil.
-¿Marcos? Dime, me pillas justo trabajando, ahora no puedo hablar-.
-Espera, sólo quiero saber si te lo has pensado-. Me dijo Marcos.
-No puedo volver contigo, Marcos, me hiciste daño-.
-No lo volveré a hacer, te lo prometo, te cuidaré-. Decía Marcos.
-Lo siento, tengo que dejarte que vamos a abrir las puertas-. Le dije, entonces colgué el teléfono.
Abrimos las puertas y entonces empezó a entrar la gente.
Cuando acabó el teatro, me fui a vestirme a los vestuarios y me salí a la calle, entonces, ahí estaba Carlos, lo veía guapísimo.
-Hola hermanito-. Dije acercándome a él y abrazándole.
-Hola hermanita-. Me susurró en el oído.
Me subí a su coche y yo notaba todo el rato como quería cogerme la mano, pero se cortaba por respeto a su futuro hijo.
Llegamos al sitio donde fuimos cuando me quedé tirada con el coche y nos sentamos en la misma mesa, pedimos dos cervezas.
-Bueno cuéntame, hermano ¿Cómo estás?-. Pregunté.
-Estoy mal, hermana, no te saco de mi cabeza, a Martina no puedo tocarla sin imaginarme que eres tú, sé que estoy loco, me he enamorado de tí en poco tiempo y a lo mejor muchos no creerán en esto, pero créeme, es de verdad-. Me dijo.
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Te odio hermanito
RomanceMiriam era una chica de 25 años, vivía en Madrid con su madre, una mujer viuda desde hace 8 años. Miriam tenía trabajo, era azafata del teatro Lope de Vega desde hace 5 años, aún no quería independizarse de su casa, tenía novio, Marcos, se querían m...