21. Odiosa semana

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El lunes me levanté de la cama y no paraba de pensar en la noticia que nos dió Carlos y en lo destrozado que estaba él.

Cogí el teléfono y le llamé, sabía que estaba trabajando.

-Hola Miriam-. Respondió.

-Hola Carlos ¿Cómo estás?-. Pregunté.

-Pues ahí voy ¿Vamos a tomar algo a la tarde?-.

-No puedo Carlos, debo trabajar, hoy es mi primer día después de las vacaciones-.

-¡Es verdad! Pues te recojo del trabajo y vamos a tomar algo, así hablamos tranquilamente-.

-Vale, pues nos vemos esta noche-.

-Adiós, hermanita-. Dijo colgando el teléfono.

Me puse nerviosa en ese momento, sabía que iba a ser un encuentro agridulce.

Fui hacia el salón y, como siempre, estaba Ricardo leyendo su periódico diario.

-He quedado con Carlos esta noche para hablar-. Le dije a Ricardo.

-Muy bien, hablad, al fin y al cabo sois hermanos, esto no puede cortar la amistad y el cariño que os teneis-.

-Si, eso debemos hacer-. Le dije.

-Esta tarde viene a hablar conmigo, no lo está pasando bien, cuando ayer te fuiste y tu madre fue a la cocina para dejarnos solos, no paró de llorar, quiere estar contigo y me decía que su mundo se había acabado, que él quería ese bebé, pero no con ella, sino contigo y yo le dije que las cosas han venido así y hay que afrontarlas-. Dijo Ricardo.

Asentí con la cabeza y se me caían las lágrimas.

-Tranquila hijastra, volverás a ser feliz, encontrarás a esa persona que te haga sentir lo que te hizo sentir Carlos-.

-Lo dudo, Ricardo-.

En ese momento, Ricardo me abrazó.

Pasaron las horas y yo me empecé a arreglar para irme a trabajar, me fui en metro, Carlos me recogería luego.

Cuando llegué al teatro todos nos saludamos y ya hicimos los planes para irnos de fiesta el sábado.

Y antes de abrir las puertas me sonó el móvil.

-¿Marcos? Dime, me pillas justo trabajando, ahora no puedo hablar-.

-Espera, sólo quiero saber si te lo has pensado-. Me dijo Marcos.

-No puedo volver contigo, Marcos, me hiciste daño-.

-No lo volveré a hacer, te lo prometo, te cuidaré-. Decía Marcos.

-Lo siento, tengo que dejarte que vamos a abrir las puertas-. Le dije, entonces colgué el teléfono.

Abrimos las puertas y entonces empezó a entrar la gente.

Cuando acabó el teatro, me fui a vestirme a los vestuarios y me salí a la calle, entonces, ahí estaba Carlos, lo veía guapísimo.

-Hola hermanito-. Dije acercándome a él y abrazándole.

-Hola hermanita-. Me susurró en el oído.

Me subí a su coche y yo notaba todo el rato como quería cogerme la mano, pero se cortaba por respeto a su futuro hijo.

Llegamos al sitio donde fuimos cuando me quedé tirada con el coche y nos sentamos en la misma mesa, pedimos dos cervezas.

-Bueno cuéntame, hermano ¿Cómo estás?-. Pregunté.

-Estoy mal, hermana, no te saco de mi cabeza, a Martina no puedo tocarla sin imaginarme que eres tú, sé que estoy loco, me he enamorado de tí en poco tiempo y a lo mejor muchos no creerán en esto, pero créeme, es de verdad-. Me dijo.

Te odio hermanitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora