24. Aléjate de mí

21 3 0
                                    

Mi madre y Ricardo se fueron a dormir a casa de Ricardo, tenían que coger unas cosas, así que estaba sola hasta mañana por la tarde.
Pasé una noche horrible, tenía una acidez increíble y de vez en cuando tenía que irme a vomitar, en estos momentos, necesitaba a Carlos a mi lado.

Eran las 4:00h de la mañana y decidí llamar a Carlos, sé que estaría durmiendo, pero eso no me lo impidió.

-Dime hermanita ¿Pasa algo?-. Me dijo con voz de dormido.

-Necesitaba escuchar tu voz ¿Podemos vernos? No hay nadie en casa-. Le dije.

-¿Ahora?-. Preguntó sorprendido.

-Si, necesito verte, hermanito, pero si no puedes, no pasa nada, ya nos veremos-.

-Espera si si, si puedo, llego en 15 minutos-.

Colgamos el teléfono y me levanté, me di una ducha rápida y enseguida abrió Carlos la puerta.

-Ya estoy aquí, ¿Pasa algo hermanita?-. Dijo Carlos asustado.

-Si-. Le susurré acercándome a él.
-Que necesitaba verte-. Le empuje suavemente contra la pared y le pasé despacio mi dedo índice por su boca.

-Estaba deseando este momento-. Me susurró cogiéndome de la cintura.

Le besé, sabía que estaba mal, pero no podía evitarlo, necesitaba a Carlos en ese momento.

Él me levantó en brazos mientras yo le rodeaba el cuerpo con mis piernas y me llevó a la cama. Eran tan dulces esos besos que no quería que pararan nunca, yo le quité la camiseta, necesitaba ver ese torso desnudo que me volvía loca y él me quitó la mía, dejándome solo en sujetador, se puso a mi lado y metió su mano por debajo del tanga.

-Estás muy mojada-. Me susurró sonriendo.

-Esto me lo provocas tú-. Le susurré también sonriendo.

Me sonrió y volvió a besarme dulcemente y yo fui directa a su paquete, le quité los pantalones y continuamos con los juegos hasta que por fin, entró dentro de mí, hasta que, al unísono y disfrutando uno del otro, conseguimos llegar al orgasmo más fantástico de nuestras vidas.

Cuando acabó se tumbó a mi lado.

-Gracias por cortarme el sueño, te quiero-. Me dijo riéndose y cogiéndome de la mano.

En ese momento le sonreí y puse mi cabeza en su pecho mientras me abrazaba.

-Esto está mal Carlos, perdona por haberte llamado, ha sido un error, me han podido las ganas de estar contigo-. Le dije medio llorando.

-Eh, no, puedes llamarme cuando  quieras, pero si, deberíamos cortar ya esto, el sexo y los besos, deberíamos centrarnos en hacer de nuestra relación una bonita amistad, por respeto a Martina y a mi hijo-. Me dijo.

Asentí con la cabeza mientras lloraba, yo también pensaba en el hijo que tenía dentro que Carlos no sabía.

-Me voy a ir ¿Vale?-. Me susurró a pocos centímetros de mi boca.

-Vale-. Susurré levantándome de la cama y vistiéndome.

Él se vistió y me dio un beso. Cuando se acercaba a la puerta de mi habitación se giró.

-¿Sabes que no he tenido sexo con Martina aún desde antes de que se fuera al pueblo?-. Me dijo Carlos.

-¿Y eso por qué?-. Pregunté curiosa.

-Porque siento que te engaño, mi corazón es tuyo y siempre va a ser así-. Me dijo con la voz entrecortada.

-Te quiero, Carlos-. Le dije llorando.

Te odio hermanitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora