Capitulo XX

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- Entre la abismal mazmorra hasta la más alta cumbre, hice frente al Balrog de Morgoth. Hasta que al final abati a mi enemigo y esparci sus restos por la ladera de la montaña. La oscuridad me llevó y perdí la noción del tiempo. Las estrellas se sentían en el firmamento y cada día era largo, como una edad en la tierra. Pero no fue el fin, sentí vida de nuevo en mí y se me ha devuelto aquí para completar la tarea.
- Gandalf...- dijo acercándose Aragorn.
- Gandalf?- preguntó el mago - Si, así solían llamarme. Gandalf el Gris. Ese era mi nombre. Soy Gandalf el Blanco. Y en los albores de la tempestad. Vuelvo a vosotros.
El mago me abrazó fuertemente y acto seguido miró a Legolas severamente.
Caminamos junto a él hasta salir del bosque y yo le iba preguntando por todo lo que le había ocurrido animadamente.
- Una etapa de su viaje ha terminado. Empieza otra.- el mago aceleró el paso.- debemos ir a Edoras a toda velocidad.
- A Edoras? - le pregunté
- No es una distancia corta- exclamó el enano
- Oímos que hay problemas en Rohan. El rey está mal.- le dijo Aragorn .
- Si, y no se remediará fácilmente.
- Entonces hicimos todo este camino por nada? Dejaremos a estos pobres hobbits aquí en este horrible, oscuro, húmedo, plagado de árboles...- empezaron a sonar extraños ruidos detrás nuestro y Gimli asustado rectificó - Quiero decir, encantador, muy encantador el bosque.
- Fue más la casualidad lo que trajo a Merry y a Pippin a Fangorn- le respondió el mago- un gran poder ha estado aquí durmiendo durante años.
Tú lo notas, verdad Alya?
Es cierto que me sentía con más energía y mis manos temblaban, pero era lo único que había percibido.
- La llegada de Merry y Pippin será como la caída de pequeñas piedras que inician una avalancha en las montañas - prosiguió Gandalf
- En algo no cambiaste querido amigo - dijo Aragorn.- aún hablas en acertijos.
Ambos rieron y el mayor siguió hablando
- Está por ocurrir algo que no pasaba desde los días oscuros. Los ents van a despertar y descubrirán que son fuertes.
- Fuertes?- Gimli miró a los árboles y como si se lo dijera a ellos dijo- Oh, eso es bueno.
- Así que termina con tu preocupación, señor enano- le dijo Gandalf - Merry y Pippin están bastante seguros. En realidad, están mucho más seguros de lo que tú vas a estar.
- Este nuevo Gandalf es más gruñón que el antiguo. - me reí por lo que había dicho Gimli. Ellos no conocían como se ponía porque no entendía las cosas que ponía en la pizarra.
Llegamos al llano donde habíamos estado antes de introducirnos en el bosque, aunque la verdad no sé cómo porque me parecía que habíamos cogido un camino distinto y Gandalf hizo un silbido largo.
Un caballo blanco apareció en el horizonte y llegó hasta él.
- Es uno de los Mearas, si mis ojos no me engañan por algún hechizo - dijo Legolas ensimismado mirando aquel corcel.
- Es el señor de todos los caballos.- Gandalf hizo una reverencia - y fue mi amigo en peligrosas tareas.
Nos subimos en los caballos al igual que antes, aunque Gandalf intentó que yo fuera con él, pero Legolas se negó, provocando una mala mirada de parte del mago, pues si algo no sabían es que Gandalf es un sobreprotector y me dijo que hasta que no cumpliera 40000 nada de novios.
Cabalgamos durante días y finalmente llegamos a nuestro destino.
Yo ya tenía el culo plano de tanto montar a caballo y mis brazos estaban entumecidos por la presión que hacía sobre el torso de Legolas para no caerme. Lo bueno es que podía apoyar mi cabeza en su espalda permitiendo así que durmiera un poco y además Legolas se negaba a cambiar los roles porque quería el manejar las riendas.
Gandalf, se había puesto una manta gris para que Saruman viera que era de inferior rango a él y así poder engañarlo.
- Hay más alegría en un cementerio - dijo Gimli cosa  que yo no pude evitar y reí un poco.
Dejamos los caballos atados a la puerta y mientras subían las escaleras, salieron a nuestro encuentro hombres armados y con armadura.
- No puedo llevaros ante el rey Théoden armados. Gandalf el Gris.
Órdenes de Grima, Lengua de Serpiente.
En la mente del mago le dije: " puedo manipularlos si quieres. Puedo hacer que nos dejen pasar con armas"
El mago negó suavemente con la cabeza y nos empezamos a quitar cosas. Empecé a quitarme el carcaj, mi arco roto, la espada, la daga del cinturón, el espadín del antebrazo, el de la bota, el del pelo y por último la navaja que había en mi bolsillo.
Los guardias me miraron asombrados e intentamos pasar
- La vara. - le dijeron a Gandalf.
- Oh, no querrás privar de su apoyo a un anciano.
El soldado hizo un gesto mohín y nos dejó pasar.
- Perdona, es estrictamente necesario que entre una mujer no autorizada al palacio?
- Si es estrictamente necesario, algún problema?- dijo Legolas acercándose al hombre de manera amenazadora.
- Ninguno, es solo que...
- Ella es mi acompañante, buen hombre. No tiene malas intenciones.- Gandalf me guiñó un ojo.
El chico asintió y cogí del brazo a Gandalf, después pasamos todos al salón principal.
- Mi señor, Gandalf el Gris se presenta - dijo un señor muy pálido que tendría que ser Grima, el secretario.- Heraldo de infortunios.
Miré mal al hombre y Gandalf empezó a hablar.
- La cortesía de este castillo ha disminuido últimamente, rey Théoden.
- No es bienvenido - le dijo Grima al rey rápidamente.
- Porqué habría que darte la bienvenida Gandalf, cuervo de la Tempestad?- dijo con mucha dificultad el rey.
Miré a Legolas con preocupación y el me devolvió la mirada
- Una justa cuestión, mi rey. Tardía es la hora- dijo hacia nosotros el paliducho- en la que decide aparecer el conjurador. Lathspell te nombró, malas nuevas de un indeseado. - dijo acercándose a nosotros casi escupiendo en nuestra cara
- Silencio! Mantén tu lengua bífida tras tus colmillos. No he vencido al fuego y a la muerte para intercambiar falacias con un gusano sarnoso.- le mostró la vara y este retrocedió.
- La vara. Os dije que le quitarais la vara.
Empezaron a salir personas para atacarnos pero nuestra lucha cuerpo a cuerpo era mejor.
En poco tiempo los teníamos reducidos mientras Gandalf hablaba.
- Théoden, hijo de Thengel. Mucho has vivido en las sombras.
Gimli había cogido a Grima y lo sujetaba con fuerza mientras yo tenía agarrados a dos hombres por las orejas y a otro lo estaba pisando para que no se levantara.
- Escúchame- llamó la atención de la momia con corona - del hechizo yo te libero.
El ser ese, que ni un músculo suyo debía de estar vivo, empezó a reírse.
- No tienes poder aquí, Gandalf el Gris..
Gandalf se quitó la capa y estampó al hombre contra el trono.
- Te sacaré, Saruman, como se saca el veneno de la mordedura.
El mago siguió para intentar sacarlo del cuerpo del rey. En eso que llega una pava rubia corriendo hacia Théoden y pues yo no sé lo iba a impedir, pero Aragorn la cogió del brazo y no la dejó ir. Que pena que no se congelara la imagen, porque ahí había contenido que rompía una relación. Mientras, ayudaba a Gandalf para que tuviera más poder contra Saruman.
- Si salgo- su voz era la de Saruman- Théoden caerá.
Gandalf le pegó otro golpe.
- No me mataste, ni le matarás a él.
- Rohan es mío. - dijo Saruman.
Se llevó otro guantazo por parte del mago- Sal de él.
Saruman ponía resistencia y fue ahí cuando el malvado mago blanco dejó de poseerlo y por arte de magia el rey empezó a rejuvenecer.
Iba a caerse y ya fue cuando la tipa esa, dándose con aires de importancia fue a sujetarlo y Aragorn la soltó como diciendo, pues vete a tomar por culo si quieres.
- Conozco tu rostro- le dijo a la muchacha- Eowyn.
Pues la humana está se llama Eowyn, buen dato. Otro para romper relaciones. Encima el imbécil de mi "cuñado" no apartaba la vista.
- Gandalf- el rey miró al mago con asombro.
- La libertad ha regresado, mi amigo.
El rey se levantó a duras penas y miró a todos los que estábamos en la sala.
- Oscuros y terribles sueños he tenido.
- Sus dedos podrían recordar sus fuerzas si empuñaran una espada, Théoden.
El rey cogió su espada y más tarde miró a aquel bastardo el cual fue arrojado por las escaleras.
- Creo que es un destino muy poco cruel para lo que ha hecho - le comenté a Legolas al oído.
El asintió la cabeza y vimos como se arrastraba aquel despreciable ser pidiendo clemencia.
- Siempre he estado a vuestro servicio, mi señor- dijo Grima arrastrándose por el suelo.
- Tus malas artes me han postrado a cuatro patas como a las bestias.
- No me alejeís de vos.
El rey levantó su espada para dejarlo seco y Aragorn se interpuso.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora