Capítulo XII

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Me fui a la biblioteca.
Cogí el libro que había "tomado prestado" y me dispuse a leerlo.
Gandalf.
El título era bien raro, pero fui al capítulo I.
"La aprendiz"
Nacerá una maga poderosa, de unos padres nobles y tras un horrible enfrentamiento, se quedará sola y pesarosa.
El mago Gandalf el Gris, gran amigo de los padres de aquella aprendiz, se hará cargo de la chica y la educará para que lo ayude con chispa. El mago hará que ella, este lista para que cuando cuando el vea, se vaya a un mejor lugar y ella sola nunca más estar.
Cerré el libro indignada.
¡¿PARA QUÉ ROBAS UN LIBRO CON TITULO INTERESANTE SI DESPUÉS ES UNA SARTA DE BOBADAS?!
Gandalf no me estaba educando para que cuando el se muera no esté sola. Además, las rimas del oráculo eran terribles. Hacían que mis ojos sangraran. 
Metí el libro en uno de los estantes.
Fui hacia donde estaba Elrond y le pregunté
- Gandalf tiene pensado morir pronto?
- Qué? A que viene esa pregunta.
- Una bobada que leí en un libro
- Si es el que le han hecho a él, que pone "Gandalf". Tíralo. No dice más que estupideces.
- Pues ahora mismo lo quemo..
- Mi señor Elrond. ¿Deberíamos partir ya?- interrumpió Legolas llegando a paso ligero
- Si, por supuesto, cuanto antes mejor.
Alya, vete con Legolas te sabrá cuidar bien.
Asentí con la cabeza y caminé al lado del elfo
- Voy a por mis cosas.
- Te ayudo?
- No hace falta. Puedo yo. - le sonreí.
- Las palabras de Elfond han sido: Alya vete con Legolas que te sabrá cuidar bien. Debo cuidarte y protegerte.
- Eres muy pesado cuando te lo propones.
- Considéralo caballerosidad.
- Bajaré en un momento no tienes que seguirme.
- Está bien.
Subí a mi habitación y me puse el uniforme y me cogí todas las armas habidas y por haber.
La espada en el cinturón, junto a unos cuchillos afiliados, hechos por mí; el carcaj lleno de flechas y el arco; y ahora los espadines: unos bastante grandes en el carcaj, sobresalían perfectamente; detrás del pelo, en la bota, debajo de la manga, en la capucha de la capa y por último algunos en las alforjas de Zagreo.
Fui la primera en acabar de arreglarme, y me cogí un libro para leer.
Tuve que dejar aquí a todos mis animales y se los dejé a Arwen para que estuviera entretenida.
El siguiente fue Legolas, que ya estaba montado en el caballo.
Dos minutos después, llegó un elfo de unos 300 años y nos dijo que Elrond cambió de idea y que no lleváramos los caballos.
Tuve que poner todas mis cosas en el poni de Sam, que parecía una mula de carga en vez de un poni.
Legolas estaba hablando con Boromir y con Gandalf.
Sam, Pippin, Merry y Frodo también hablaban animadamente.
En cambio, los tórtolos estaban en el porche despidiéndose. Beso, abrazo, palabras cursis, caricias...
Salimos a las 5 de la tarde o así, y yo iba caminando al lado de Aragorn, leyéndole la mente.
Creo que se dió cuenta, porque en eso leí
"Eres más pesada que una vaca en brazos, por favor, intimidad"
"Vaaaaaaale"
Que aburrido por favor.
Al final me puse a la misma altura que Legolas, para hablar un poco.
- Hola
- Hola..., espera un momento, ¿Te ha salido de ti hablarme?-Puso una cara extraña-¿ estás bien?¿tienes fiebre?
- No, estoy perfectamente.
- Pues es raro
- Si quieres te dejo.
- No,no así está bien, no te preocupes.
Reí por su comentario.
- ¿De qué quieres hablar?
- De hecho, Alya, te tengo que hacer una pregunta.¿ Por qué le preguntaste a Elrond sobre si Gandalf tenía pensado morir?
- Leí una sarta de bobadas sobre eso.
- Ah, pues que raro. Aunque cada vez los oráculos están peor.
Hice un gesto afirmativo con la cabeza y luego la bajé.
- Oye, tú no me has contado nada sobre ti.
- Pues, a ver, que soy el príncipe del Bosque Negro, me llevo poco bien con mi padre. Ya conocía a Gandalf de antes, te conocí cuando naciste, y poco más.
- Me conocías de antes?
- Si, mi padre conocía al tuyo y nos invitaron a tu bautizo.
- Ah, que interesante.
- Fue la primera vez que vi tus ojos cambiar de color, estaban verdes.
- Como no.- reí por el comentario y volví a bajar la mirada
- Pensé que cuando crecieras ibas a ser, no sé, peor. Me refiero, más fea, más pesada, y más fácil de conquistar.
- Querías conquistarme cuando eras un niño? - me reí entre dientes.
- Solo buscaba la aprobación de mi padre. Y como eras la hija de un amigo de mi padre pues.. lo vi factible.
Reí ante su comentario y luego el volvío a hablar.
- Es raro que no te acuerdes de mí. Yo solía jugar mucho contigo cuando eras pequeña.
- Por dios, tendría seis años.
- Lo sé pero... Pensé que te acordarías. Aunque yo casi no me acordaba de tu nombre. No se si era Alya, o Elba.
- Pues anda que no hay diferencia de uno a otro.
El elfo rió levemente.
- Y porque no viniste a Rivendel a verme?
- Porque años después, me enteré de que mi padre había comprado a unos orcos para matar a tu padre porque no le había pagado un collar y me sentía culpable de tu tristeza.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora