Por la mañana, me desperté con la luz de los rayos sobre mis ojos de manera instantánea, cuando Legolas movió las cortinas dejándome totalmente expuesta a los rayos cegadores de luz solar. Me puse la almohada en la cara y me di la vuelta con un gruñidito. Luego me quitaron las mantas y yo me hice una bola por el frío que hacía y sentí unas manos en mis pies.
Me jalaron hasta el borde de la cama hasta que me tiraron. Gracias a Dios que caí en blandito.
Tras desearle la muerte a varias personas, desayunamos rápidamente y alistamos los caballos rumbo a buscar a Pippin y a Merry.
Gandalf, nos había separado a Legolas y a mí. De modo que él se encontraba al final con Aragorn y Gimli, mientras que yo iba entre el rey Théoden y Gandalf sin poder entablar conversación con los otros.
Cuando llegamos a los terrenos de Isengard, nos encontramos con los anteriormente nombrados hobbits.
-¡Pícaros tunantes! Nos hacéis sufrir una búsqueda sin tregua y os encontramos festejando y... ¡fumando!- dijo el enano con envidia y mal humor
- Disfrutando del campo conquistado y gozando de las mieles de la justa victoria.- dijo Pippin con la pipa en la boca- El cerdo curado está especialmente delicioso.
- Cerdo curado...- dijo el enano más para sus adentros que a modo de información
- Hobbits.- exclamó Gandalf con ganas de arrancarles la cabeza.
- Estamos a las órdenes de Bárbol, que se ha hecho cargo del gobierno de Isengard.
Poco más tarde, apareció un Ent, los cuales daba por extintos.
- Joven maestro Gandalf. ¡Qué grata visita! Tronco y agua, provisiones y roca puedo controlar, pero hay un mago malvado que domeñar, encerrado en su torre.- no utiliza más acertijos al hablar por qué se le lengua la traba.
-Muéstrate.- le ordenó Aragorn
- Sé cauto. Incluso en la derrota, Saruman es pendenciero- le contestó Gandalf.
- Pues decapitemosle y una preocupación menos.
- Por una vez estoy con el enano.- dije yo.
-¡No! Le queremos vivo.- nos regaño Gandalf mientras ambos nos mirabamos - Necesitamos que hable.
- Has librado muchas batallas y arrebatado muchas vidas, Rey Théoden, y has hecho la paz después. ¿No podemos llegar a un acuerdo como antaño hicimos, mi viejo amigo? ¿No sellaremos la paz, tú y yo?- Saruman desde lo más alto de la torre intentaba sobornar al rey aunque con ningún resultado.
- Tendremos la paz. Viviremos en paz, cuando respondas por la quema del Folde Oeste, y por los niños que yacen muertos en él. Tendremos la paz, cuando la vida de los soldados cuyos cadáveres fueron descuartizados y tendidos muertos frente a las puertas de Cuernavilla, sean vengados. Cuando pendas de una horca, como festín de tus propios cuervos, tendremos la paz.- así se habla, rey Théoden. Me está empezando a caer bien
- Horcas y cuervos. ¡Vejestorio!- habló el burro de orejas ni que fuera un yogurín- ¿Qué buscas tú, Gandalf el Gris? A ver si adivino ¿La llave de Orthanc? ¿Tal vez la de Barad-Dûr, junto con las coronas de los siete reyes y las varas de los cinco magos?
- Tu villanía se ha cobrado ya demasiadas vidas. Millares corren aún ese riesgo. En tus manos está salvarlas, Saruman. Conoces bien la intención del enemigo.
- Ya que has venido a por información, te la facilitaré. Algo se corrompe en el corazón de la Tierra Media. Algo que tú no llegas a ver, pero que el Gran Ojo ha visto. En este instante, aprovecha su ventaja. Su ataque está pronto. Todos moriréis. Y tú lo sabes, ¿cierto, Gandalf? ¿No pensarás que este montaraz se sentará en el trono de Gondor? Este exiliado, hijo de la sombra, nunca será coronado Rey. Gandalf no tiene reparos en sacrificar a sus allegados, a ésos por quienes profesa amor. Dime, ¿qué palabras de consuelo ofreciste al mediano, antes de enviarle a su perdición? El cometido que le has asignado sólo conduce a la muerte.- le contestó el mago a Gandalf.
- He oído suficiente. Mátale, atraviésale la garganta.- dijo Gimli a Legolas el cual empezó a coger una flecha a lo que yo asentí con la cabeza mientras maldecía a aquel hombre.
- No. - nos miró con cara de callaros ya pesaos de los huevos- Baja ahora Saruman y se te perdonará la vida.wa
- Ahórrate tu piedad y tu perdón. ¡De nada me sirven!- le contestó mientras le lanzaba una bola de fuego a Gandalf. Mi caballo se asustó y fue hacia atrás mientras miraba a Gandalf con miedo a volver a perderlo. Miré a Legolas asustada mientras el me miraba con esos ojos tan sinceros para evitar que me preocupara.
Poco después, Gandalf como si nada apagó las llamas lentamente y volvió a hablarle al mago.
- Saruman. Tu vara está quebrada.- tras decir eso la vara se rompió en su mano y dejó boquiabierto a Saruman, sin saber que hacer ahora.
- ¡Gríma! No tienes que serle fiel. No siempre has sido lo que eres ahora. Fuiste un hombre de Rohan. Baja.- el hombre hizo una reverencia con la cabeza y dispuso a marcharse para bajar.
-¿Hombre de Rohan? - Grima se paró en seco-¿Qué es la casa de Rohan sino un hediondo cobertizo donde se embriagan unos cuantos bandidos, mientras la prole se arrastra por el suelo entre los perros? La victoria en el Abismo de Helm no te pertenece, Théoden, domador de caballos. Eres hijo menor de un gran linaje.
- Gríma, baja. Vive libre de él.- dijo sin hacerle mucho caso al mago.
- ¿Libre? Jamás será libre.
-No.
-Quieto ahí.¡Canalla!- Saruman le dió una bofetada tirándolo al suelo
- Saruman, fuiste un gran confidente del enemigo, dinos lo que sabes.
- Retira tu guardia y te contaré dónde se decidirá tu perdición. No permitiré seguir prisionero aquí.- Una apuñalada recorrió la espalda del mago a manos de Grima y Legolas le lanzó una flecha al hombre dándole perfectamente en el blanco.
Saruman cayó del edificio hasta llegar a una roca puntiaguda donde, si no estaba muerto de antes, se remató.
- Avisa a nuestros aliados. A cada rincón de la Tierra Media que aún queda en libertad. El enemigo se acerca. Debemos saber dónde atacará.
-La herrumbre de Saruman la arrastró la corriente. Los árboles repoblarán este lugar. Brotes jóvenes silvestres...- decía Barbol mientras Pippin se bajaba del caballo de Aragorn e iba a por una cosa que brillaba en el agua
- Pippin.- dijo Aragorn.
- Mal rayo me parta.- exclamo el Ent.
-¡Peregrin Tuk! Yo llevaré eso. Dámelo, rápido.- el mago lo cogía cuidadosamente tapándolo con la capa
Dejamos a los Ent en Isengard y nosotros nos fuimos rumbo al palacio de Théoden donde nos mantendríamos hasta nuevo aviso.
Allí nos instalamos en una sala grande donde íbamos a dormir todos y yo me cambié me desenrede el pelo y me puse un vestido verde con detalles blancos para la cena.
Al llegar al Gran Comedor, me perdí entre la gente buscando a alguien conocido.
Me topé con Éomer, el hermano de Eowyn, sobrino del rey.
- Me han hablado de su valentía en la batalla- me dijo justo cuando me di la vuelta para irme.
- No creo que escuchara ninguna virtud más grande que las de el resto de soldados.
- Pero ninguna de las virtudes que hacen a un hombre se habían visto antes en una mujer.- el hombre se acercó más a mí - es usted una caja de sorpresas, mi señora. - el hombre me cogió la mano para besarla- la veré en la cena.
Más tarde cuando llegué junto a los hobbits, Eowyn le tendió una copa al rey y brindamos
- Esta noche recordamos a aquéllos que dieron su sangre por defender esta tierra. Salve a los victoriosos caídos.
- ¡Salve!
La fiesta comenzó como si no hubieran muerto la mayor parte de la población de Rohan.
Los hombres y mujeres comían como si no hubiera un mañana y yo sin poder creermelo vagaba por las mesas intentando picar algo sin que aparecieran hombres medio borrachos o mujeres casi con las tetas fuera.
Llegué junto a Legolas el cuál estaba con unas trenzas a los lados y un traje blanco y plateado pegado al cuerpo.
- Sin parar, ni derramar.- dijo Éomer con el cuál no me apetecía seguir hablando.
-Tampoco regurgitar.- dijo Gimli contento
-¿A ver quien bebe más?- preguntó el elfo desconcertado
- Es en serio? Vais a hacer eso como si fuerais quinceañeros.- le dije - no os conviene- dije mirándoles - a ninguno de los dos- esta vez me dirigí más al elfo que al enano.
-El que quede en pie gana.- dijo el Gimli con aires de superioridad sabiendo que iba a ganar a Legolas. Este, olió la bebida y con cara amarga empezó a beber.
Tras muchas cervezas, que yo ya había perdido la cuenta, el enano ya empezaba a desvariar y el elfo ni se inmutaba.
-Son los enanos, que van nadando con mujercitas peludas.- Gimli cruzaba los ojos al hablar y miraba al elfo con resto de cerveza en la barba. Cada poco soltaba un eructo y yo ponía cara de asco. Al final acabé entablando conversación con Eomer para no matar a ambos para que dejaran ya sus peleas.
- Siento algo. Un ligero hormigueo en los dedos. Creo que me está haciendo efecto.- dijo Legolas mirandose los dedos también un poco con los ojos algo vueltos.
- Ya está parar los dos.- dije poniendo una mano encima de las jarras- no le des ni una más, Éomer. Con tal de ganarle el uno al otro se acabarán bebiendo el barril. Insensatos!
- ¿Qué dije?- dijo el enano ignorándome completamente. El elfo cogió otra jarra evitando mi mano-¡No aguantan la bebida!- en ese momento Gimli se quedó vizco y cayó al suelo con un ruido sordo.
- Se acabó el juego.- dijo Legolas sonriente mirando a Éomer y luego a mí.
Legolas me cogió por la cintura e intento besarme.
Me hice hacia atrás y evité que me besara. Que estaba haciendo. Se que perfectamente que no está borracho.El alcohol no nos afecta.
- Quieto fiera. Que estás borracho y hueles a cerveza.
- Vamos Alya- dijo el elfo atrayéndome hacia él.- Como ha dicho el rey la noche es joven
Miré a Éomer y le pregunté
- En que momento ha dicho eso?- volví a mirar al elfo el cuál estaba perdiendo la compostura tras ver que había ganado al enano y quería ir a un lugar más privado conmigo.- Anda, vámonos. Éomer, lleva a Gimli. Con uno ya tengo bastante.
- Podéis buscar sin cesar,dejar seca la ciudad,la mejor cerveza la hallaréis en el pueblo que nos vio nacer.¡El pueblo que nos vio nacer!Vuestra cerveza tendréis,es la que os dio la suerte,pero a los valientes les serviréis...- cantaban los hobbits contentos sobre la mesa.
-¡Pippin!
- Pero a los valientes les serviréis,¡la del Dragón Verde!Gracias, gracias a todos. Muchas gracias.
Encaminaba a Legolas a la zona donde nos habían mandado instalarnos.
- A dónde me llevas, pequeña elfa?- me dijo apuntándome con un dedo.
- Estás fatal. Te sientes mejor por haber ganado a Gimli?Mira cómo estás.
- Estoy bien.- dijo en cuanto fuimos a una sala distinta- solo era para pasar tiempo a solas contigo.
Legolas me besó despacio y luego agarrándome de la mano me llevó corriendo hacia fuera. Nos sentamos en las escaleras del castillo y nos pusimos a ver las estrellas.
- El día en el que te conocí, te vi mientras observabas las estrellas. Ese día supe que estábamos destinados.
Miré al elfo y su mano pasó por el pico de mi oreja llevando un mechón para atrás
- Te quiero, Legolas.
- Y yo a ti.
Nos fundimos en un largo beso y al separarnos seguimos mirando las estrellas
Tiempo después me dijo.
- Toma- lo miré y se estaba quitando un colgante y lo tendió en su mano.- Quiero que te lo quedes tu. Es el legado de mi familia. Este colgante pertenecía a mi abuela, y antes de irse a Valinor se lo dió a mi madre y ella antes de morir me lo dio a mí. Ahora quiero que lo lleves tú. Como símbolo de nuestro amor. Aragorn tiene el suyo con Arwen. Tú y yo tendremos este.
- Es precioso.
El elfo volvió a besarme pero está vez con más intensidad.
- Ala, ya. - dije separándome.
Nos adentramos al castillo y antes de entrar a donde estaban todos él dijo
- Buenas noches, Alya.
- Buenas noches Legolas.- le di un beso en la mejilla y me fui a mi cama.