Capítulo III

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Como había previsto me llamo exagerada 1588 veces( exagerando. Solo fueron 14)
Pero yo seguí sin dejar nada.
Vete tú a saber lo que nos puede pasar.
Aparejé a Zagreo y puse mi equipaje en el carro.
Gandalf en vez de llevar armas llevaba una cantidad impresionante de fuegos artificiales.
- ¿ Estás lista?
- Si, cuando quieras partimos.
Comenzamos el viaje. Hacía mucho tiempo que no veía a Frodo y a Sam, y estaba impaciente para ver lo mucho que habían cambiado y claro sus amoríos y rollos románticos que me fascinaban. Me refiero a si salían con alguien, si Pippin y Merry habían hecho alguna trastada, como de costumbre, no se ni porque me sorprende, o si había alguien nuevo en Hobitton.
5 días más tarde llegamos a la comarca.
Frodo, por supuesto, nos estaba esperando.
- Llegáis tarde.- nos espetó con firmeza.
- Un mago nunca llega tarde, ni pronto. Llega justamente cuando se lo propone.
Empezaron a reír a carcajada limpia y yo solo me limité a sonreír.
El hobbit se abalanzó sobre mi mentor e hizo que se le soltaran las riendas.
- Cuanto me alegro de verte Gandalf.
Ni siquiera me miró.
Al parecer, el pequeño hobbit se había olvidado de mí existencia y con un hechizo no verbal lo dejé colgado boca abajo y lo puse enfrente mío.
-¿ Y los buenos modales?- dije con tono pícaro.
- También me alegro de verle mi bella dama.
Reí y le volví a dejar sentado al lado de Gandalf.
Empezó a hablar con Gandalf sobre Bilbo, la comarca y el mote que le habían puesto. "El perturbador de la paz" me hizo tanta gracia que casi me caigo del caballo.
Cuando Frodo se empezó a despedir, le pregunté a Gandalf :
- ¿ Puedo ir con él?
- Hace mucho que no le cuento sobre la comarca y sus cotilleos. Sam está impaciente de verle al igual que Pippin y Merry, ¿ por favor Gandalf?
- Con tal de que no estéis borrachos en la fiesta, me vale. Podéis ir.
- Gracias Gandalf.
Monté a Frodo en el caballo y salimos rumbo al mercado del pueblo.
Me encanta como todos los habitantes charlan en ese sitio tan bonito. Con el río al lado, un templado clima y unas praderas verdes.
Llegamos a un puesto de verduras donde había un joven hobbit con el codo hincado en la mesa y su cabeza apoyada en el brazo, esperando a que pasara algún cliente.
- Buen hobbit. ¿ Me daría una manzana incluyendo un abrazo?- le pregunté a Sam.
Él, sobresaltado, al quitarle de su ensimismamiento, se dió con el toldillo de la tienda en la cabeza, y finalmente me miró.
Salió corriendo a abrazarme y yo rápidamente me bajé del caballo.
Me tuve que agachar para estrecharlo con fuerza.
- Ya me tenías preocupado. Se hará de noche en un momento y no te habías dignado en venir a verme o en llegar.
- Bueno, tu tranquilo. Pero estabas en la inopia por otra razón ¿ no ?- le miré con rostro pícaro.
- Odio que me leas la mente, y lo sabes.
- Ya, pero es divertido...
- Nuestro Sam está enamorado, Alya.
Lo miré con una sonrisa de burla.
- ¿ Y cómo se llama?
- Eso ya lo sabes.- dijo frustrado.
- Ya, pero hacerte rabiar no tiene precio.
-¡¡¡¡ Alya !!!!
Miré hacia atrás y dos chicos corrían hacia mí.
- ¡Pippin! ¡Merry!
- ¿ No se te había pasado por la cabeza venir a vernos, Señorita?
- Estaba ajetreada.
- Ya. Ligando con Sam.
- Sam solo es mi amigo, idiotas.
- Las chicas se niegan a demostrar su amor.- dijo Pippin con tono de burla.
Me limité a reír y les di una colleja.
Iba a prepararme para la fiesta de Bilbo y me fui a poner mi traje. Al final, cambié el vestido porque era un poco hortera para ir a una simple fiesta.
El traje se basaba en unos pantalones de cuero negros, una camisa blanca y un chaleco granate por si hacía frío. Las botas de montar marrones y poco más.
Ayude a Gandalf a preparar todo lo de los fuegos y demás trucos para los niños y luego estuve chismoseando con Pippin y Merry mientras los otros dos se iban a cambiar.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora