Capítulo IV

700 47 0
                                    

La fiesta no estuvo nada mal.
Llegué junto a los chicos y yo me fui a ver si necesitaba más ayuda Gandalf.
Me encontré con Rosita Coto y charlamos un poco, en plan," ¿ cómo te va la vida? " o "bonito día¿ no?".
No es lo que digamos un bellezon pero dentro de las posibilidades hobbit que hay pues no me extraña que le guste a Sam.
Frodo y yo acordamos que le ayudaríamos a conquistar el corazón de la dama y la sacara bailar porque lo valgo y quiero reírme un rato.
Yo tenía que "irme" según lo que le dije a Rosita porque Gandalf me estaba buscando.
La verdad es que Sam me estaba lanzando una mirada asesina, así que guarde las distancias.
Me encontré a Bilbo.
- Hola Bilbo, cumpleañero.
- Buenas noches Alya. Gracias.
- No te tiro de las orejas que tardo medio siglo.
Empezó a reír fuerte. Creo que estaba ebrio.
Me fui con Frodo y ambos le dijimos a Sam
- Venga Sam, saca a Rosi a bailar.
- Voy a por otra cerveza.
- Ah no, otra no.
Frodo lo empujó y torpemente fue hasta Rosita sin darse cuenta y empezó a bailar.
Sentí una ráfaga de aire que provenía de Sam.
Me lo paso genial leyendo los sentimientos de la gente y los de Sam eran como" de esta no os librais, os mato luego."
Sin compromisos chico.
- Seré la madrina de bodas. - le susurré a Frodo en el oído.
Empezó a reír cuando un enorme fuego artificial con forma de dragón surcó el cielo.
Como no, cundió el pánico.
Yo fui de las pocas personas que se quedó de pie como si no pasara nada.
Después me encontré a Merry y a Pippin fregando platos y con su piel quemada daba a entender que ellos eran inocentes.
Cuando fui a por Gandalf lo vi sentado en un banco porque Bilbo había empezado a hablar. Durante todo el rato quedé en silencio excepto cuando desapareció tras haberse despedido.
- Gandalf, ¿ es eso lo que creo qué es?
- Si. Quédate aquí. Voy a reñirle.
- Por dios Gandalf. No es un niño. Solo advierte. Y voy a ir contigo. Cada vez que hay algo importante te escaqueas y me dejas sola. Que tengo 1769 años.
Se fue sin decir nada. Intenté ir pero lo impidió a través de su magia. Diga lo que diga sigue siendo más poderoso que yo.
Ayudé a recoger las cosas por ahí, tipo fregar, desmontar las tiendas, acabar de comer la carne asada que había por ahí y hacer que Pippin y Merry no se llevaran tanto trabajo.
Rosita empezó a hablar con Sam y él estaba modo tomate y se fue enseguida. Intenté retener un poco a Frodo para que no interrumpiera a Gandalf y luego ya me encargué de llevar a todos los niños a casa.
Se lo pasaron genial. Había cogido el carro de Gandalf y los había montado a todos atrás y cada uno me iba diciendo por donde tenía que ir mientras cantaban.
Luego a cada uno le regalaba algo de lo que tenía Gandalf en el carro que ya no utilizaba y se metían para casa entusiasmados.
Así no se volvían corriendo diciendo que querían seguir conmigo jugando.
Luego llevé a Pippin y Merry que tienen más mentalidad de niño que los que llevaba antes y me daban más miedo de que se perdieran que los otros.
Ya después volví a dejar el carro en la aldea y me tocó subir a pie a casa de Bilbo.



Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora