Capítulo XXV

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- La ira de Sauron será terrible. Su devastación, veloz. La batalla del Abismo de Helm ha terminado. La batalla por la Tierra Media no ha hecho más que comenzar. Nuestras esperanzas residen en dos pequeños hobbits, perdidos en la inmensidad- me dijo el mago mirándome. Me acarició la cara y nos metimos al abismo de Helm para celebrar la victoria.
Yo fui a cambiarme y a lavarme, pues mi ropa estaba manchada, al igual que mi pelo y la cara.
Cuando salí, me puse unos pantalones verdes y una camisa larga con las mangas abullonadas.
Salí y me encontré a Legolas esperando en la puerta con la camisa desabrochada.
- Qué, disfrutando de las vistas?- preguntó el elfo coqueto. Y la verdad es que me había quedado mirando a su torso muy marcado con poco disimulo.
Le cogí la barbilla con delicadeza y tras moverle la cabeza hacia los lados, le solté.
Como vio que iba a salir, me volvió a meter en la habitación y cerró la puerta.
- Que haces?- pregunté extrañada. Él no solía ser así de....intenso, no sé cómo explicarlo.
- Te vuelvo a hacer la pregunta, que se supone que estás haciendo?
Soltó una leve risa.
- Alya- dijo mirándome fijamente - te habrá parecido bonito negarme un beso en mitad de batalla y ahora provocarme y no dármelo. Sabes que muero por tus labios.- dijo susurrando haciendo que nuestros labios inferiores se rozaran.
- Legolas, solo han sido unos besos, nadie sabe que tú y yo tenemos ese derecho. Aún no somos nada - dije yo tranquila pero algo confusa.
- Insinúas que debo hincarme de rodillas y pedir que te unas a mí.
- Pienso que es un poco pronto para esto...
- Aragorn y Gimli ya lo saben, y son los únicos que me importa que lo sepan
- Pues Gandalf no se cómo se lo tomará.- le contesté
- Sabe que estamos destinados- dijo mirándome a los ojos.- No puede oponerse.
- No lo conoces bien. - lo miré a los ojos mientras el miraba mis labios rajados y ensangrentados por la batalla - Legolas, soy muy joven para ti, el no lo permitiría.
- Que importa eso? Sabe lo que siento y que mis pensamientos hacia ti son puros- ahora justamente me lo planteaba pues esta reacción por su parte no lo dejaba ver así.- Seremos novios, prometidos o lo que tú desees  pero debes saber que haré cualquier cosa para estar a tu lado. Y no vuelvas a mover la cara cuando quiero besarte, por favor - asentí casi sin saber que responder ante eso.- Por otra parte, no te vuelvas a poner en peligro de la forma en la que te pusiste en la entrada. Casi me da un vuelco el corazón.
- Tu hubieras hecho lo mismo. - le contestes mirándolo
Cuando ya se quedó callado, yo fui a coger el picaporte de la puerta. Abrí la puerta y me paré en el umbral
- Ah, por cierto, dúchate.- dije antes de salir.- La batalla creo que ha afectado a tu sistema, estás raro.
- Quería que te quedara claro que haría cualquier cosa, simplemente.
Antes de que saliera se empezó a quitar la ropa y yo rápidamente cerré la puerta.
- Legolas, voy con Gandalf. - dije nerviosa desde el otro lado de la puerta totalmente roja.
Me encaminé rápidamente hacia donde se encontraba el mago y estuve charlando con él hasta que sentí cierta presencia detrás mío.
Un niño, de menos de tres años, me tiraba de la capa para llamar mi atención.
Cuando me di la vuelta el niño subió sus brazos hacia mí como si me dijera que lo cogiera y mirando a Gandalf de manera extraña cogí al niño en brazos.
- Hola- dije sin saber que hacer.
- Tato?- lo miré ante la pregunta y me quedé viéndolo- Tato? - volvió a preguntar.
Muchas mujeres y niños corrían por las calles y ese niño quiza se hubiera perdido.
- Quién es Tato? - le pregunté al niño el cual jugaba con mi pelo.
No obtuve respuesta y empecé a caminar con él en brazos.
- Cuántos años tiene Tato.
El niño me miró y dijo
- Musos- dijo hinchando los mofletes.
- Pues vamos a dar una vuelta y lo buscamos vale.
El niño me prestaba poca atención solo tocaba mi cara, orejas y mi pelo.
- A ver, Tato creo yo que será tu hermano?
- Si, emano, emano.
- Si yo no conozco a nadie que hago ahora?
En ese justo instante, un chico de unos 17 años vino hacia mí corriendo.
- Lauren.
- Tato.- el niño empezó a patear y lo solté y corriendo fue hacia el muchacho.
Se dieron un abrazo y yo me iba a ir hasta que el chico me dijo.
- Muchas gracias, mi señora, por haber traído a mi hermano.
- No es nada, lo encontré en la calle perdido, debía llevarlo con su familia
- Como os llamáis- dijo el muchacho acercándose a mi.
- Alya
- Miles de gracias, mi señora Alya. - cogí mi mano y la besó- tendré el honor de verla más por aquí?
Retiré la mano enseguida y le contesté
- Supongo que si.
- Eso sería una deleite para mis ojos.
El chico, haciendo una reverencia, cogió a su hermano y se fue, no sin darse la vuelta cada poco para volver a mirarme.
Poco más tarde me encontré con Legolas y con mi brazo crucé el suyo para no poder soltarme.
Entramos al Gran Salón, donde estaban ya muchos de los soldados supervivientes sentados. Nosotros fuimos a sentarnos junto a Aragorn y Gimli, los cuales hablaban animadamente.
Saludé a los dos hombres y nos sentamos en la mesa.
Tiempo mas tarde, entró el chico de antes por la puerta y empezó a buscar a alguien conocido.
- Hacer como que estáis hablando conmigo.
- Acaso no estamos hablando contigo - preguntó Aragorn
- Que ocurre- preguntó Legolas totalmente tenso.
- Ves a ese chico que acaba de entrar por la puerta, pues hoy me encontré con su hermano pequeño y buscamos a alguien de su familia y él era su hermano y estuvo medio coqueteando conmigo y, no, creo que viene hacia aquí.- y en efecto el chico se acercaba con una amplia sonrisa.
- Buenas tardes, mi señora. Caballeros.
- Que tal está su hermano?- le pregunté para no sonar cortante.
- No para de hablar de la gran mujer que lo salvó cuando estaba perdido
- Tampoco he hecho gran cosa.
Señaló con la mano un hueco al lado mío y preguntó
- Puedo..
- No- contestó Legolas enseguida.
- Perdón- le contestó el muchacho encarandole.
- Esperamos a alguien.- volvió a decirle el elfo de la misma manera.
- Tienes algún problema con que me siente al lado de la dama, elfo.- dijo diciendo con desprecio el elfo.
- No, solo es el simple hecho de que estás intentando cortejar a mi prometida.
Me quedé en shock por lo que había dicho Legolas, me había perdido mi propia pedida de mano. Aragorn escupió su cerveza dándole en la cara a Gimli y empezó a atragantarse. El arte de disimular en persona. Supongo que de lo que habíamos hablado antes iba en serio y lo pensaba gritar a los siete vientos
- Ustedes....- dijo el muchacho extrañado.
En cuanto vi entrar a Gandalf le dije en su mente que por lo que más quisiera se sentara con nosotros.
- Gracias por guardarme un sitio, muchachos. - dijo Gandalf apartando al muchacho despacio sentándome al lado mío.
- Bueno, pues hasta luego- dijo el chico fastidiado.
- Y a este que le pasa? - preguntó el mago.
- Intentaba algo con Alya, pero Legolas lo ha puesto en su sitio.
El mago miró al elfo extrañado y Aragorn le dió una palmaditas en la espalda a Legolas, quien bebía de su copa mirando al frente sin poder mirar a Gandalf.
- Alguien quiere contarme lo que está pasando aquí.- preguntó el mago fastidiado.
- No es nada Gandalf.- dijo el hombre para intentar que no matara  a Legolas de un varazo.
La cena transcurría tranquila y cada poco los soldados decían una tontería lo que provocaba risa en el resto de la sala.
Había miradas furtivas entre Legolas y yo, sonrisas sin significado, caricias
inocentes y leves susurros.
Aquel muchacho, no dejaba de mirar al elfo con una mirada extraña y tensa mientras Legolas no le prestaba atención.
Ya muy entrada la noche, fuimos saliendo y nos fuimos a los lugares asignados donde dormiríamos.
- Buenas noches, Gimli. - fue al primero que dejamos en su aposento, luego a Gandalf, Aragorn y después Legolas
Legolas abrió la habitación y se quedó en el umbral apoyando los brazos en la madera.
- Buenas noches, Legolas.- le fui a dar un beso en la mejilla pero movió la cabeza y se lo di en los labios, los cuales deseaba desde hacía más de 24 horas.
- No pienso dejarte ir a tu habitación.- dijo en el beso el elfo y agarrando de la cintura me metió en su habitación.
Cerró la puerta y me dejó sobre la cama con un pequeño y corto beso.
- Ponte cómoda, hoy dormirás conmigo.
- No piensas que pueden pensar lo que no es..
- El pensamiento de los demás me da exactamente igual.
Me quité las botas y me deshice la trenza en el pelo.
- Coge lo que quieras de mi armario. - dijo mientras se quitaba la camisa
Fui a ver que encontraba y me cogí una camisa blanca normal que me quedaba por la mitad de los muslos, me quite mi ropa quedando en ropa interior y con la camisa por encima.
Cuando me metí en la cama, me tapé con las mantas hasta arriba y me acurruqué al lado de Legolas.
Este, el cual simplemente llevaba unos pantalones anchos, me abrazó por la espalda para darme más calor.
Mis piernas tocaban las suyas y sus manos rodeaban mi cintura y mi espalda sentía cada músculo moverse por su respiración.
- Sinceramente me he olvidado de mí pedida de mano
El elfo se rió un poco y me atrajo más hacia su pecho.
- Crees que me he pasado con lo de mi prometida?
- Un poco
- Dentro de poco lo serás, solo es para que te acostumbres.
Solté una leve risa y ambos nos quedamos callados.
- Buenas noches, melanyel.
Me dió un beso en la mejilla y con esto nos dormimos.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora