Era mi verano número 1768 y me estaba bañando en Rivendel con Arwen, una elfa, hija del "rey" de aquellos paramos.
Nos tirábamos, salpicábamos, y hacíamos carreras. Nos divertíamos mucho. Nos habíamos criado juntas básicamente así que éramos como hermanas.
Por las mañanas bajábamos al río mientras que por la tarde íbamos a dar un paseo con los caballos.
Mi caballo, un frisón azabache, era un animal fuerte, alto y grande. Era el semental de las yeguadas de aquel precioso pueblo y eso era por su porte elegante y buen cuidado que lo hacía resaltar sobre los demás
Mi nombre es Alya. Me pusieron ese nombre porque según mi madre, por lo que me contaba cuando estaba viva, si eres portador del don de la magia lo sabes desde el nacimiento. Dicen que mi nombre no pertenece a ninguna de las lenguas comunes, si no que es una mezcla entre la de los humanos y los elfos. Esta palabra significa proveniente del cielo, porque al abrir por primera vez mis ojos vieron eran igual de negros que la noche, y en cuanto vi el rostro de mi madre se me iluminaron como si en mis ojos hubiera cientos de estrellas.
Cuando mis padres murieron a manos de los orcos, Gandalf me crió y me enseñó a usar de manera correcta la magia.
Gandalf era uno de los mejores amigos de mi padre, y al verme, dijo que a partir de los 200 años iría con él a estudiar, aunque al final fue antes, con los 8 años. Paso con él la mayor parte del año, excepto los veranos, claro, que los paso en Rivendel.
Allí, me lo paso genial. Me nombraron capitana de la guardia hace 21 años y desde ese momento mis viajes al pueblo han sido cada vez más frecuentes. Además, Aragorn, un Dunedai, que rechazó el trono de Gondor, se había enamorado de Arwen por lo que nuestro grupo básicamente constaba de tres personas. La pareja y la sujetavelas. Para remediar esto y poder ser cuatro para que por lo menos seamos un número par, Arwen me presenta a un montón de elfos en cuanto se le aparece la oportunidad, pero no me atrae ninguno, la mayoría suelen ir a lo que van y eso no me interesa.
Ambos piensan que debo ser más sociable para ver si tengo oportunidad con alguien pero las cosas no funcionan así
- Alya - dijo Arwen moviendo mi mano enfrente a mis ojos.- Seguimos aquí recuerdas
- Si perdón. Que me estabas diciendo?
- Que acaba de llegar Aragorn.
- Ah, hola patas largas, perdón estaba en lo mío.- me saludó lentamente y luego fue a darle un beso en la mejilla a la otra elfa- Es mi momento de irme- dije al ver el panorama- Si necesitáis algo me avisáis. Me voy al castillo a ver si puedo dormir.
Con un encantamiento me seque el vestido y me dirigí al castillo montando en Zagreo.
Por la tarde, como sobre las ocho, Arwen no había vuelto de su " cita" con Aragorn.
A las nueve, la vi aparecer en la puerta del castillo charlando y riendo.
Y como no quería arruinar nada, me fui a la biblioteca donde me encontré a Elrond.
- Hola Alya.
- Mi señor, buenas tardes.
Me puse a su lado en el balcón y miré hacia las cataratas.
- Ha tocado ese humano a mi hija? - preguntó severamente el elfo.
- Me fui para dejarles un poco de intimidad, además Arwen me mataría antes de decir elfico.
- Ya, no me sorprende. Pero quería hablarte de otra cuestión, pero no menos importante. Esta noche, van a venir elfos de todas la tierras y tú como capitana de la guardia esperaba que vinieras.
-¿Por alguna cuestión en especial?- pregunté.
- Simplemente son cuestiones de negocios, nada importante. Pero como representante de la guardia sería una buena idea que estuvieras allí. A lo mejor conoces a alguien importante.
Sentí en su interior como decía esas palabras con burlas. Estoy segura que Arwen está por medio
" ¿ Qué tramas?" Le dije en su cabeza.
-Nada en particular.- me respondió en un tono sereno.- Por cierto, ya no te tendrás que irte de Rivendel. Gandalf ha accedido a darte las clases aquí, y así poder ejercer tu función. Irás con él a alguna misión o alguna cuestión importante. Tus aposentos están en la buhardilla. Tienes tu baúl, una biblioteca para ti sola, un telescopio, un escritorio y en el tejado hay una caseta para tus animales.
Le abracé.
- Gracias.- dije- Iré a instalarme y a cambiarme para que por lo menos este decente.
Al pasar por la puerta de la habitación de Arwen, toqué suavemente la puerta y tras su permiso entré
- Irás a la cena de está noche?- le pregunté.
- En principio sí
- Menos mal, no me apetece hablar de los asuntos financieros de cada región.
- No te preocupes, Alya. Seguro que la economía no será algo que tengas que resolver. Como mucho separar a Thandruil y algún enano ya que quieran ajustar cuentas.
- Bueno pues te veo en la cena.
Me fui a mi nueva habitación aunque me perdí en el camino y al llegar y dar una rueda de reconocimiento, empecé a buscar el que ponerme para ir a aquel extraño comité que se preparaba cierto día de verano en las Tierras de Elrond.