Capítulo X

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Tras llegar y comer algo, llevé a todos los animales a mi habitación, pero volví a bajar para una cena o algo así, porque seguía teniendo hambre, pues solo había comido una manzana.
Me encontré por los pasillos a un enano con una barba rojiza y larga, recogida en una trenza rara.
Me saludó, creo que a regañadientes, pero le devolví el saludo con una sonrisa.
Bajé y me encontré a Legolas hablando con Arwen y Aragorn. No voy a negar que no hacen una buena pareja Aragorn y ella, pero no me voy a meter en esos berenjenales.
Me di cuenta que iba con el traje cuando voy de caza, cuando voy a caballo o en una travesía y me fui a cambiar, me puse un vestido granate, blanco y con decoración en dorado y con los hombros al descubierto.
Es simple y sencillo, no soy de las que van luciendo cuerpo, aunque dice Gandalf que no me vendría mal, que quiere ser abuelo. Cuando me dijo eso escupí el café que me estaba tomando y me dió un ataque de tos.
Tras cenar, volví a subir a mi cuarto y me encontré a dos criaturas saliendo con una brazada de comida de la cocina.
Hice como que no los vi y me encaminé al balcón de la biblioteca.
Miré las constelaciones, me quedé embobada. Mirar el cielo me trae recuerdos y eso me encanta.
Me acuerdo cuando tenía 513 años (8 años aproximadamente) y Gandalf me explicó todo el tema de astronomía en un solo día y como al día siguiente dimos la clase de forma práctica me quedó el tema interiorizado y luego me dejó analizar las estrellas de mi constelación, Aries.
Miré durante un buen rato hasta que alguien se puso a mi lado, pero me di cuenta cuando me habló.
- ¿Son preciosas, verdad?
- Son las únicas cosas que aspiran a la perfección, por eso yo estudio sobre todo astronomía y astrología, porque quiero alcanzar la perfección.
- Es un buen punto. Los elfos sindar estudiamos y nos dedicamos a las estrellas. ¿Sabes? Mi mejor amiga desde hace unos años, era parecida a ti, lo que más le gustaban eran las estrellas. Pero espero que tu no seas igual, porque ella me rompió el corazón.
- Oye, ¿no te parece una conversación un poco... rara, por decirlo de alguna manera con una persona que no conocemos de nada?
- Tienes razón, pero necesito a una persona con quien hablar de estas cosas en confianza, y se que tu también.
- Yo no confio en ti, es más ni siquiera te conozco. Y lo primero, que cojones haces en mi habitación.
- Te vi subir y pensé que era tipo una biblioteca o algo así - lo miré extrañada y volví a mirar al cielo- Tu nombre se supone que significa proveniente del cielo, ¿no? - dijo
- Si- respondí mirándolo
- Y las estrellas indican con exactitud y de forma verdadera lo que va a pasar...
- Si
- Entonces ya entiendo cómo es que mientes tan mal.- lo miré con una ceja levantada y volvió a hablar, con sus codos apoyados en la barandilla. - tus ojos están amarillos, confías en mí.
- Quieto ahí, puede que esté confiando en mí.
- Porque confiarías ahora en ti?
Refunfuñé
- Eso no es justo, ni siquiera se para que te lo he contado.
- Si lo es. Yo no puedo ocultar nada porque me lees la mente, no puedo mentir porque me pillas mintiendo y por si fuera poco, me puedes manipular con la mente.
- Lo siento.- dije sin sentirlo nada con una sonrisa en la cara.
- Tenemos que ir a la cena, capitana de la guardia.
- Ya he cenado.
- Pero tienes que socializar.
- Ni que fueras mi padre..
- Gandalf me manda a por ti.- dijo un tanto malhumorado.
- No hace falta que te pongas así, principito.
Bajamos al salón principal y nos juntamos con Arwen y Aragorn tras un poco de melodrama porque no me apetecía bajar.
- Legolas, veo que ya has conocido a Alya.
- Si. Aunque no me había dicho ni su nombre..
- Este era el elfo que tanto queríamos presentarte.- dijo Arwen sonriente.
- Pues veo que nos hemos adelantado a las presentaciones.
- ¿ Es cosa mía o la maga tiene los ojos morados?
- Acabo de ver que eres daltónico, Aragorn. Lo tengo amarillos.
- Pero confías en todos nosotros, osea que es un logro, porque tu eres súper antisocial.
- Eres súper simpático, en serio.
- Gracias- dijo Aragorn intentando joderme.
- Sabes lo que es el sarcasmo.- dije con mi mirada relajada dando a entender que me aburría.
Unas patitas me arañaron la espalda.
- ¡KISKHO! Tengo graves problemas. Me tengo que ir. Me he dejado la puerta abierta.
- Te acompaño y te ayudo.
- No.
- No es una pregunta es una afirmación.
- Uh, Legolas, cono quieres ayudar a Alya.....
- Ojalá os atraganteis, al menos se ha ofrecido, no como vosotros, tórtolos.
- Como lo defiende, has visto.- dijo Arwen riéndose.
- Iros al carajo.
Le saqué el dedo medio y me encaminé a mi habitación con Legolas.
Cuando llegué solo Aeglos y mi dragón estaban en la habitación.
A Jade la encontré en el tejado.
Legolas encontró a Spoke dormida en la lámpara y Aqua me pegó un susto que casi me da un parraque.
Los encerramos a todos excepto a Aeglos, que lo cogió Legolas y lo empezó a acariciar.
Nos quedamos en mi habitación hasta medianoche y luego ya él se fue a su aposento y yo me quedé dormida.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora