Capítulo IX

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- ¿Estáis bien?
Me cambió el color de los ojos.
Lo miré y sus ojos eran un verde claro, su pelo, rubio y largo y su cara, no tengo palabras para describirlo.
- Perfectamente.
Hice un gesto con la cabeza y me levanté. Me teletransporte delante de Boromir y le di un puñetazo en la nariz, haciendo que sangrara.
- Para la siguiente vez, piensas.
Me miró con cara de pocos amigos. Me volví a teletransportar a mi habitación. Iba a llevar al dragón. Y se lo iba a restregar por la cara Boromir.
Me sacudí un poco el polvo de la caída y me recogí el pelo con una corona de flores
Me metí en el armario y bajé por el pasadizo. Llegué a la biblioteca y me encaminé a la sala. Allí estaba Gandalf y fui hacia él, pero Thranduil fue más rápido y empezó a hablar con él. Como Arwen y Aragorn estaban hablando y a mí no me apetecía meterme en conversaciones cursis, y vi que nadie que conociera estaba disponible, me fui a la biblioteca.
Cogí un libro y me encaminé al lago.
Me senté en el tronco del árbol más cercano al agua.
Debo reconocer que socializar no es lo mío, porque estaba Elrond y Galadriel, un enano, un montón de elfos, el que me ayudó esta mañana que no tengo ni puñetera idea de cómo se llama...
Estaba junto con Kiskho, Spoke, Aeglos, Aqua, el águila calva y por último mi lechuza trastornada, Jade.

Podéis pensar que soy la loca de los animales, pero es uno de mis dones, soy un imán.
Estaba leyendo ese libro de la biblioteca cuando un grito hizo que me sobresaltara.
Los nazgul estaban en la frontera y podía percibirlo. Me teletransporté a mi habitación y me cambié.
Creo que no fui la única que percibió ese sonido, no sé porqué pero me da esa impresión.
El caso fui corriendo al río que hacía de frontera y los vi allí parados en la orilla como esperando un milagro.
En eso que sentí el ojo.
Esta fijo en Rivendel. Siente la presencia del anillo.
No puedes tener ni un poquito de intimidad y privacidad con esa cosa mirándote.
Fui a acercarme para formar la barrera de protección pero alguien me cogió del brazo y me tapo la boca. Como no tenía ni la menor idea de quien coño era, pues le mordí la mano para que me soltara. Cuando lo hizo, todavía de espaldas le di una patada haciendo que se cayera al suelo.
Cuando me di la vuelta le apunté con el arco y él levantó las manos
- ¿ Qué hace aquí ?-le pregunté.
- Eso le podría preguntar yo.
- ¿ Por qué me sigues, acosador?
- ¿Te importaría bajar el arma?
Bajé despacio el arco. Con desconfianza.
- No me he presentado, soy Legolas hijo de Thranduil.
- Un gusto.
- ¿ Y tu nombre?
- No hace falta y cállate. Los nazgul están cerca.
-Ni un poco de amabilidad.
- Te he conocido como hace dos minutos.
- Bueno, pues cuentame algo.
- Crees que le voy a contar la vida a un desconocido.
- Al menos un mínimo de respeto.
- No te he dejado plantado por puñetero respeto.
- Lenguaje.
- Cállate de una vez, y solo dije puñetero. No es lo peor que he dicho en mi vida.
- ¿Qué?
- Que me dejes.
- No, Gandalf dijo que te tenía que mantener vigilada.
- Pues no podrás.
Me desaparecí y volví al bosque.
Una hora más tarde volvió el pesado de el elfo y se sentó.
- ¿Qué lees?
- Las crónicas del bosque y la muerte del que no me deja leer en paz.
- Bonito título- dijo con sarcasmo.
- ¿Qué cojones quieres de mí?
- Nada, vigilarte. ¿Vienes aquí cuando te sientes sola?
- No, vengo aquí cuando me da la gana.
- Oye aún no me has dado las gracias por socorrerte.
- Si eso es socorrerme.. Además, de qué me estabas socorriendo? Solo estaba observando.
- Pero al menos hice algo.
- Y a mi qué
Se produjo un silencio incómodo y más tarde dijo
- Me parecen fantásticos tus poderes, sobre todo cuando te cambia el color de los ojos.
- Se te da genial cambiar de tema, en serio, tienes un don- dije sarcástica.
- El ambiente está demasiado recargado.¿Me puedes contar sobre tu....magia? Perdón por el atrevimiento pero en todos estos años, y créeme que he vivido mucho, no he visto una elfa con magia, es un don divino, no sé si me explico.
- No muy bien, pero te entendí.
- Ok
- Bueno, como estamos los dos solos, sin nadie con quien hablar, no lo mal pienses, ¿qué quieres saber de mí?
- Lo primero tus ojos, me gustan cuando cambian, es....interesante.
- Lo de ligar no es lo tuyo
- Lo de ser amable a ti tampoco.
Auch, golpe bajo.
- Bien pues te explico:
Los marrones son los que tengo normalmente, son bastante oscuros, solamente se me ve la pupila cuando me da el sol.
Cuando estoy triste cambian a ser azules. No me gusta la sensación que produce pero me encanta el color, además se hacen medio verdes al lado de la pupila y me encantan. Cuando me enfado son rojos, amarillos cuando me siento agusto conmigo o con alguien, negros cuando me pongo nerviosa o no controlo mi magia, morados cuando me atrae algo, digamos que curiosidad, los suelo tener muy pocas veces, los grises son cuando estoy de buen ánimo y no me tocan las narices, rosas cuando me despierto porque todavía los ojos no se habitúan a la luz y verdes cuando tengo hambre. Suelo tenerlos la mayoría del tiempo.
- Y cuando tienes miedo?
- Es una mezcla, son tonos azules, verdes y marrones. Es...extraño.
- Los tienes verdes.
- Porque tengo hambre, vámonos.
Me levanté rápidamente y volvimos al castillo en silencio.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora