Capítulo VIII

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Dos días después, llegaron Sam, Pippin, Merry y Aragorn.
También apareció Gandalf, al cual abracé nada más verlo.
Me contó la terrible historia que habia sufrido días antes, agredido por el asqueroso Saruman.
Arwen solo estaba con Aragorn, así que no me juntaba con nadie. Pasaba la mayor parte del tiempo en mi preciosa habitación con acesso a la buhardilla y jugaba con los animales. He adoptado un gato, muy mono, me lo encontré en el bosque, y es pequeñito y pues me lo quedé lo he llamado Aeglos, que en elfico significa espina blanca. Porque mi gatito es siamés con ojos azules y pues me pareció buen nombre.
Es monísimo y me encanta. Es algo bruto. Tengo la mano llena de rasguños y muerdos. Los gatos a veces son almas letales.
Me tumbé en la cama todo lo larga que era y me cambié. Me duché, me lavé y todas esas historias y me puse el traje de capitana de la guardia.
Bajé escaleras abajo y me encontré a Aragorn y Arwen morreándose.
En ese momento fue cuando ya perdí los estribos y me fui a mi habitación de nuevo, dando zapatazos.
Me puse a hacer de todo, hasta recogí la habitación porque me sentía sola, sin nadie a quien hablarle, porque Gandalf ahora está súper ocupado con Frodo y explicándole a Elrond todo, así que no quiero ser una carga.
He dejado la habitación irreconocible.
Bajé al lago y me encontré con Pippin, Merry y Sam. Son las únicas personas que me quedan para hablar y esas cosas.
Aunque eran finales de septiembre, nos metimos en el río, bueno, mejor dicho, me tiraron al río y se metieron ellos. La verdad me pillaron desprevenida.
Salimos 1 h después del agua y me sequé haciendo un encantamiento.
Volvimos al palacio y los tórtolos seguían hablando y esos rollos que no me apetece contar, porque me acabo de tomar un café y no me gustaría desperdiciar esa preciosa bebida que te produce nerviosismo. En fin, llamé a los 3 hobbits y subimos a mi habitación.
Nada más entrar, Spoke se abalanzó sobre Merry y empezó a roerle la oreja. Pippin estaba en el suelo, muerto de risa, Sam acariciando a Kiskho y Merry diciendo 'quítamelo, quítamelo, ¿por qué no le caigo bien a este bicho?'
Al final le soltó, tras un breve ataque de pánico y un soga tira entre la ardilla, Merry, Sam, Pippin y yo. Es una historia que seguro que le cuentan a sus nietos.
Mi precioso dragoncito ha cambiado de color y ha crecido.
Mi habitación es así

Dentro de una de esas puertas, creo que es la izquierda está la biblioteca

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Dentro de una de esas puertas, creo que es la izquierda está la biblioteca. Acceso privado a la biblioteca.
Me encantó que tuviera varias puertecitas porque en una, está el telescopio que es donde también está el pasadizo, en otra, la llave para la caseta de los animales en el techo y mis armas, y en el otro toda mi ropa. Me encanta mi habitación. Y tengo una preciosa ventana que da al bosque y a la catarata.
Estábamos conversando, cuando Gandalf dijo que Elrond le había dicho que Frodo despertaría pronto.
Bajamos corriendo, y por eso, Pippin, se cayó de las 357 escaleras, contadas, dando tumbos hasta abajo. Tuve que hacer un hechizo de curación para que no le doliera. Pero lo peor fue cuando, para incorporarse en el antepenúltimo escalón, se resbaló, no se como hizo, el caso es que pegó un salto, y se cayo encima de un caballo de mármol, obviamente no de tamaño real que adornaba las escaleras y se dió ahí.
Fuimos corriendo a la habitación, Sam y yo, porque Gandalf no está para muchos trotes. Pippin y Merry se quedaron en el jardín para que el dañado se recompusiera del impacto.
Sam, al verlo despierto, casi se le tira encima. Yo solo le sonreí.
Bajamos al jardin para que Frodo se despejara y allí pues se estuvieron abrazándose y Frodo se encontró a Bilbo.
Le susurré a Pippin
- ¿Se te ha pasado ya?
- Eres muy graciosa. Los próximos días, voz de soprano.
Me reí un poco pero me cortó Arwen.
- Alya, te llama mi padre.
- Lo siento Pippin, tengo que irme.
Me encaminé a los aposentos de Elrond.
- ¿No me vas a decir nada?- me preguntó la elfa.
- ¿Debería? Alguien no lo hizo cuando Frodo estaba moribundo.
- Era porque por fin Aragorn y yo somos algo. Estoy en un sueño.
- Bueno, ya. ¿Para que me quiere tu padre?
- Para algo de un consejo. Vienen personas de todas partes y tú al ser capitana de la guardia, tienes que ir, o algo así. Pero no cambies de tema.¿Que te parece nuestra relación?
- Si, enhorabuena.- dije con desgana.- Que seáis un matrimonio feliz.
- No tan rápido.
- Pues quiero sobrinos, que lo sepas. Y ser la madrina. Maja.
Ya íbamos riéndonos más. Puede que me pasara un poquito.
- Mira que eres boba.
- También se lo he dicho a Sam, así que...
- Espera, ¿Sam?¿nuestro Sam?
- Rosita Coto.- le guiñé un ojo. Menos mal que hemos vuelto a estar de buen humor.
- Cuéntamelo.
Se lo conté todo y cuando le hablaba de Rosita, ponía cara de pervertida.
- Solo te adelanto, van a casarse el 12 de agosto del año que viene y van a tener dos hijos, una niña y un niño.
- Eso no vale. ¿No te sabrás el mío?
- Ese lo tengo bajo llave.
Me despedí de Arwen y entré a la habitación.
- Esta tarde hay consejo.
- Lo sé.
- Y tienes que estar allí.
- Lo sé.
- Sabes que no puedes mirar mi futuro sin permiso.
- Lo sé
- Entonces ¿por qué cojones lo haces?
- Me parece divertido.
- Pues a mí no.
- No vayas con ropa sosa, ni con ropa muy llamativa. Un vestido normal.
- Ya lo sé. Pero puedo llevar algún animal ¿no?
- Con que no nos traigas a un ciervo como la última vez...
Flash Back
- Hola.
- Hola Elrond. Mira quien ha venido.
- Déjame ver... ahhhhhh pero que narices es eso.
- Me he encontrado a un ciervo atado en la puerta y lo he traído.
Me miró con cara rara.
-¿ Qué? No lo podía dejar ahí.
- Es que pasa una cosa.
- Dime.
- Ese ciervo es de Thranduil.
- ¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿DÓNDE NARICES SE HA METIDO MI CIERVO?????!!!!!
Tragué con cara de 'la he cagao'
Fin de Flash Back
Salí de la habitación y me fui a la mía. En eso que me encontré con... Boromir.
Ese tío y yo, no es que nos llevemos muy bien. Es ambicioso, cabezota y orgulloso. Y por si fuera poco, también intenta ligar conmigo. Mejor dicho, intentaba. Nos llevamos mal por un incidente con dragones.
Los de su pueblo habían matado a dos mil dragoncitos como el mío, y yo salvé a los padres del mío. El caso es que él quería que desaparecieran y yo quería que no. Salvé a un macho y a una hembra, tipo Noé y me los llevé. Y de esos dos dragones ha salido el mío.
Compartimos miradas de odio infinito y noté como mis ojos cambian de color.
Me subí a mi habitación y me cambié.

Llevaba este vestido

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Llevaba este vestido. Me coloqué el espadín detrás del pelo, imprescindible, y bajé.
Descendí con cuidado pero cuando menos me lo espere, Boromir me empujó y caí.
La madre que lo parió.
Lo maldije en todas las lenguas que conocía y en eso que alguien se agachó a mi lado y me preguntó
- ¿Estáis bien?
Me cambió el color de los ojos.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora