Capítulo XXI

138 8 0
                                    

- No mi señor, dejarle ir. Ya lleva suficiente sangre por su cuenta.
Miramos a Aragorn como si estuviera loco y Grima se levantó rápidamente empujando a la gente.
Tras acabar con ese problema, otro se sumó a la lista.
Descubrimos que el hijo de Théoden había muerto y tras asistir al funeral, aunque yo no tenía ni la menor idea de quién era el sujeto, las sirvientas nos dieron una habitación para cada uno donde pusimos nuestras cosas. Estaba felizmente ordenando todo cuando unos leves golpes sonaron en mi puerta.
- Adelante.
La chica que estaba antes con pelo rubio entró con varias cosas en las manos.
- Disculpe, por la intromisión en su aposento pero el rey Théoden ha insistido en que le traiga esto- tendió las dagas, mi espada, mi carcaj, un arco nuevo y varios vestidos, que parecían bastante caros.- como muestra de su valía. - dijo al ver que miraba extraña los vestidos.
- Oh, yo tampoco he hecho gran cosa para merecer todo esto. Seguro que algunos lo necesitan más que yo.
- Pero ellos no han hecho tanto por el rey como usted.
Hice una pequeña reverencia con la cabeza y guardé los vestidos en el armario.
- Perdón por la pregunta, lady...
- Alya.
- Lady Alya.
- Solo Alya, por favor. Lady suena un poco extraño, nunca me han llamado así.
- Perfecto. Usted es maga también, si no me equivoco?
- En efecto, soy aprendiz de Gandalf. Tengo mucho que aprender.
Asintió con la cabeza y cambio de tema.
- Está noche va a haber una cena en el salón principal. Deberías ponerte uno de los presentes del rey.
- Lo tendré en cuenta, gracias.
Iba a salir cuando se paró y doy la vuelta.
- Por cierto, perdón si soy muy entrometida pero, Aragorn y tú sois...
- No, no. Aragorn es mi compañero y amigo. Nada más.
- Oh, si. Perdón. Gracias.
Salió más ancha que larga y cerró la puerta. Debía haberle dicho que estaba con Arwen pero quedaba un poco cortante quizás.
Me habían traído cuatro vestidos a falta de uno. La verdad me venían bien, porque así dejaba de oler a muerto y echaba mi traje a lavar.
Había uno blanco, uno granate, uno verde y el último, azul, y me decidí por ese. Luego ya para la cena escogería, quizá el blanco , que era más formal.
Salí de la habitación y me encontré con Gimli, el cual no llegaba a abrir el pomo de la puerta y no hacía más que saltar.
Se la abrí riendo y el enfadado paso a la habitación y cerró de una patada.
- Pues a ver luego como sales.
Me choqué con varias personas y luego salí porque el rey nos había dado un caballo para cada uno y me tocaba elegir.
Llegué a los establos del rey y vi cuatro caballos. Uno pío, uno castaño, había otro que era blanco del todo y el último era negro con una mancha blanca en la cara. Y pues como tengo debilidad por los caballos negros, sobre todo ahora, que no tengo a Zagreo, pues elegí a ese.
Me metí con él en la cuadra y empecé a cepillarlo.
Luego le di una manzana y por último escuché pasos.
Legolas entro al establo a elegir el suyo.
- Veo que te has adelantado.
- Sabéis que me ibais a dejar el lento.
Salí de la cuadra de Ópalo, me gustaba ese nombre, y me quedé cara a cara con el elfo.
- Te toca a ti escoger.- le dije.
Nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos.
- Aún no has respondido a mí pregunta.
Lo miré con mayor atención y él volvió a hablar.
- No me dijiste que significaban los ojos morados.
Legolas y yo nos íbamos acercando cada vez más lo que hizo que sintiéramos nuestras respiraciones.
Acorté lentamente la distancia y le di un corto beso en los labios.
Lo miré a los ojos y hablé
- Esto responde a tu pregunta- le dije en voz baja.
- Perfectamente.
Legolas cogió mis mejillas con sus manos y volvió a besarme, pero ahora estaba durando más.
En eso que escuchamos un ruido por detrás y vimos a Aragorn y a Gimli.
- Perdón por meternos- dijo Gimli nervioso.
Ambos salieron de allí caminando con paso ligero y en eso que escuchamos
- Te dije que sería en menos de cuatro días, Aragorn. Me lo debes.
Nos reímos de forma nerviosa y nos fuimos de nuevo al castillo sin decir una palabra.
Al llegar, cada uno nos fuimos a nuestra habitación correspondiente y nos cambiamos para la cena.
No creo que hubiera mucha celebración pues el hijo de Théoden había muerto, pero el rey ya no estaba poseído y eso había que celebrarlo, pero a lo mejor al rey no le parecía bien celebrar nada cuando acaba de enterrar a su hijo. Bueno no sé, porque hay a ciertos humanos que no los entiendo.
A las nueve, llamaron a mi puerta y apareció Aragorn tras ella.
- Ya va a empezar el discurso del rey.
Dejé mi libro sobre la mesilla, me levanté de la cama y salí con él.
- He perdido veinte monedas por tu culpa.
- Eso por estar toda la santa vida que llevas conmigo, diciendo que nunca me iba a besar con nadie. Y que era una rarita.
- Le tendré que escribir a Arwen. Seguro que le da un infarto.
Llegamos riendo hasta el salón cuando allí no había ni un alma.
- Y la fiesta?- le susurré
Vimos a dos niños comiendo en una mesa, a Théoden en el trono con cara de desesperación, a Gandalf sentado a su lado que parecía que estaba haciendo yoga, Gimli comiendo, Legolas de pie y la pava rubia con cara de circunstancia.
- Nadie los advirtió, estaban desarmados.
- No la trago- le dije a Legolas colocándome a su lado. Gandalf me miró como si me estuviera echándome la bronca y volví a prestarle atención.
- Los hombres salvajes avanzan por el Folde Oeste quemando lo que encuentran, campos, chozas y árboles.- dijo haciéndose la importante por saber todo eso.
- Dónde está mamá?- dijo la niña.
- Es solo una muestra del terror que Saruman desatará, mucho más poderoso ahora, impulsado por el temor a Sauron. Cabalgad y hacedle frente. Apartadle de vuestras mujeres y niños. Debéis luchar- le dijo el mago.
- Contáis con dos mil buenos hombres en el norte mientras hablamos. Eomer os es leal. Sus hombres regresarán y lucharán por el rey.
- Estarán a tres mil leguas de aquí ahora mismo. Eomer no puede ayudarnos. Se lo que queréis de mi, pero no llevaré más muerte a mi pueblo. No me arriesgaré a una guerra abierta.
- Ya os ha sido declarada. Os arriesgueis o no.
- Si mal no recuerdo, Théoden y no Aragorn es el rey de Rohan
Legolas se revolvió molesto apoyado sobre la columna.
- Cual es la decisión del rey?

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora