Capítulo XVIII

149 7 1
                                    

Tras esa pregunta me quedé helada y luego escuchamos unos golpes de espada.
Miramos hacia el lugar de donde venían esos ruidos y llegamos corriendo.
Vimos a Aragorn pelear contra un montón de orcos y luego a Boromir, llevándose a los hobbits para mantenerlos a salvo, y a Gimli llegar al igual que nosotros.
Empezamos a pelear y matamos a muchos orcos, pero cuando vimos llegar a Uruk-hai, que en lengua de Mordor significa pueblo Orco, vimos que no podíamos sobrevivir. Eran demasiados.
Miré a Legolas con temor y seguí peleando.
Un orco me rompió el arco y fue ahí cuando exploté.
Una onda expansiva mató a los orcos que había a nuestro alrededor y nos permitió llegar más cerca del río.
Aragorn había hecho que Frodo se fuera hacia Mordor para que no lo alcanzaran y mientras nosotros peleábamos, él y probablemente Sam, cogieran la delantera.
Boromir nos llamaba con el cuerno de Gondor , pero también llamaba a los orcos. Empezó a luchar contra todos los orcos que venían para mantener a salvo a los hobbits y yo intentaba matar a todo aquel que pudiera para que no se le hiciera tan difícil. El jefe de los Uruk-hai, le disparo aunque yo intenté detenerlo, lo que hizo me diera un fuerte golpe saliendo disparada contra el tronco de un árbol quedándome sin respiración. Volví a incorporarme y vi que a Boromir le había alcanzado una flecha. Este se volvió a levantar y mató a otros pocos, pero otra flecha le dio en el abdomen, volvió a levantarse a duras penas y una última flecha atravesó su pulmón derecho. Pippin y Merry salieron para enfrentarse a ellos pero fueron secuestrados. Intenté detenerlos pero, me dispararon en el brazo derecho, impidiendo que utilizara la espada.
Rompí la flecha, sin sacarla para evitar que hubiera sangrado y seguí luchando. Cogí mis espadines y se los lancé a todo aquel que se interpusiera en mi camino pues cada vez iba bajando más para rescatar a los hobbits y los iba recogiendo a cada paso que daba.
Era imposible ir a por ellos así que me di la vuelta para socorrer a Boromir. Uruk- hai estaba delante de él apuntado a su cabeza y yo corrí para evitarlo pero Aragorn fue más rápido.
Le quitó el arco y empezaron a pelear con las espadas. El orco golpeó a Aragorn mandándolo a un árbol donde le lanzó el escudo atrapando su cuello y fue ahí cuando tiré un espadín a la espalda del orco y después se fue hacia Aragorn como si ese corte hubiera sido como si se le posara una mosca. El orco lo golpeó muy fuerte en la cabeza y este se quedó medio moribundo.
Volvió a levantarse y luego le cortó al orco un brazo y le metió la espada en el abdomen. El orco, cogió la espada y la enterró cada vez más en su piel quedando muy cerca de la cara de Aragorn y este, finalmente, sacó la espada y le cortó la cabeza.
Yo tenía la cabeza de Boromir apoyada en mis rodillas intentando sanarlo o por lo menos aliviarle el dolor con algún encantamiento y el me mandó callar, pues quería morir en ese instante.
Aragorn se acercó y yo me fui porque Boromir quería intimidad.
Legolas vino hacia mí y miró el corte que tenía en la cara y como una parte de la flecha sobresalía de mi camisa
Me abrazó y luego fue a ayudar a Aragorn a llevar el cuerpo de Boromir hacia el río para subirlo en una canoa y dejarlo allí.
Tras el funeral de Boromir hice algo de comer y Legolas me curó las heridas y yo a él las suyas.
Cuando ya era muy de noche, ideamos que haríamos los días siguientes y luego nos fuimos a dormir.
Yo me dormí en el pecho de Legolas mientras el me abrazaba y tocaba mi pelo.
Me desperté con los rayos de sol sobre mis ojos y lentamente me intenté incorporar, pero Legolas seguía abrazándome lo que se me hacía más difícil salir.
Cuando ya se despertaron todos, recogimos las cosas rápidamente y nos pusimos en marcha, para ir en busca de los hobbits.
De la noche a la mañana, la compañía se había quedado reducida a 4 personas, pues Frodo y Sam, habían cogido la otra orilla buscando un atajo para llegar antes a Mordor y destruir el anillo. Pippin y Merry habían sido secuestrados pensando que ellos eran los portadores del anillo y Boromir y Gandalf habían muerto.
Solo quedábamos, el montaraz, el enano, el elfo y yo.
Seguíamos las huellas de los orcos, los cuales solo nos sacaban un día de ventaja, pues iban caminando bastante ligeros.
Gimli no podía con las piernas y quería todo el rato que lo cogiera.
Iba caminando animando a Gimli cuando Aragorn se paró y se colocó encima de una piedra para escuchar mejor.
Adelante un poco y me puse a la misma distancia de Legolas.
- Aceleran el paso. - dijo el montaraz levantándose - han captado nuestro olor. Deprisa.
Legolas miró hacia atrás
- Ánimo Gimli. - dijo el elfo y fue al lado de Aragorn mientras me decía - no te separes de mi.
Asentí con la cabeza y mirando al enano seguí los pasos de Legolas.
- Tres días persiguiéndolos. Sin comida. Sin descanso. Y sin rastro de presa, solo huellas en roca viva.
Seguíamos caminando rápidamente para ganarles terreno. Solíamos ir Legolas y yo por delante, Aragorn en el medio, pues no solía alcanzarnos porque una de las cosas que nos caracteriza es la agilidad de movimientos lo que nos permitía movernos bien por zonas rocosas, y por último Gimli bastante más atrás.
- Elfa, por el amor de Dios, llévame un rato sobre tus hombros. Yo ya no puedo más - decía con su característica voz ronca pareciendo que estaba de mal humor siempre.
A mí a veces me daba pena pero ya estaba Legolas para recordarme que solo se quería aprovechar.
- Si lo llevas durante dos minutos te va hacer imposible el resto del viaje. Es como un niño pequeño.
- Tendrás que hablar, tu que tienes más orejas que un burro.
Me reí por el comentario y Aragorn también lo hizo, al ver la rivalidad que había entre ellos simplemente por ser de diferentes razas.
Íbamos caminando, medio corriendo, sobre un valle lleno de hierba y pues yo me tiré en croqueta hasta llegar abajo.
Cuando me levanté, mi pelo estaba lleno de ramitas y hierbas, lo que provocó que tuviera gran cantidad del pelo en la cara.
Me reí porque de seguro tendría una apariencia horrible en ese momento.
Aragorn se agachó y encontró el broche de alguno de los hobbits. Legolas fue con él
- Las hojas de Lorien no caen sin razón
- Podían seguir con vida?- dijo el rubio.
Ambos se levantaron y aceleraron el paso
- A menos de un día de nosotros. Vamos.
Gimli ya no podía con su vida e hizo lo mismo que yo pero en vez de caer suavemente, fue como si una ballena se tira desde un acantilado.
- Vamos Gimli, estamos ganando terreno.
Para animarlo le dije
- Seguro que está pensando que eres muy lento.
Ahí se le encendieron los ojos y empezó a acelerar.
- Soy un legado a campo traviesa. Los enanos somos veloces en el llano. Muy peligrosos en distancia cortas.
Llegué junto a Legolas que reía por sus comentarios.
- Muy astuta.- dijo mirándome - has hecho que el enano corra.
Reí levemente y seguimos subiendo.
- Te queda bien el pelo con ramas, sabes.
Miré el pelo que había sobre mis ojos y me reí. De seguro estaba patética.
Llegamos a unas rocas altas y vimos que habíamos llegado al territorio de Rohan.
- Rohan, hogar de los caballeros jinetes. Algo muy extraño hay en esto.
Algo malvado espolea a estas criaturas y juega en nuestra contra.
Legolas y yo nos adelantamos para ver mejor a una roca cercana.
- Legolas, que ven tus ojos de elfo.
- El rastro vía rumbo noreste. Llevan a los hobbits a Isengard.
- Saruman- susurró Aragorn.

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora