Capítulo XXIII

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- Situaremos a los reservas a lo largo del muro. Que apoyen a los arqueros a lo largo del portón.
- Aragorn, tú debes descansar. No nos sirves vivo a medias- dijo el elfo junto a él.
- ¡Mi señor! ¡Aragorn! Me envían con las mujeres a las cuevas. - dijo la sobrina del rey asqueada y contradicha.
- Honorable carga - le respondió por decirle algo.
-Proteger a los niños, dar comida y camas a los hombres que vuelven. ¿Qué reconocimiento hay en eso?
- Mi señora, llegará el momento del valor reconocido. A quien mirará tu pueblo en la ultima defensa.- dijo intentando quitársela de encima.
- Dejadme a vuestro lado- casi se le respiculega del brazo con tal de llamar la atención .
- No está en mi mano disponerlo.
-¡No se lo habéis ordenado a los demás! ¡Luchan a vuestro lado porque nadie los apartaría de vos! Porque os quieren.- me miró y después volvió a decir- Y por qué ella si puede quedarse.
- Quizás porque lleva años de experiencia y pertenece a la compañía, mi señora.- dijo Legolas con obviedad.
- Perdonadme.- dijo mosqueada lanzándome una mirada de puro odio.
Al quitarnos aquel peso de encima nos fuimos al interior donde se estaban preparando todos los hombres.
Busqué algo que me entrara y me quedara bien y fui a cambiarme a un lugar más privado.
Me puse unos pantalones de cuero negro ajustados, una camisa blanca con una cota de malla de mithril que solo me cubría el tórax y una chaqueta verde oscuro. Me había hecho una coleta alta con pequeñas trenzas en vez de dejarlo suelto y llevaba unos botas marrones hasta las rodillas.
Cuando salí ya cambiada y con el arco a mi espalda, encontré a Legolas totalmente enfadado en las escaleras del edificio.
- Que te pasa?- pregunta sentándome junto a él.
- Esta guerra no la vamos a ganar, y lo sabes.
Me quedé en silencio y me senté junto a él apoyando mi cabeza en su hombro.
- No hay que perder la esperanza, Legolas
- Sabes que esta batalla está perdida. Todos aquí lo saben.
- Pues por lo menos que quede en la memoria esta batalla. Confío en que no vamos a morir. - Cogí su mano con delicadeza y el alzó la mirada- aunque con esta actitud es probable.
Se rió levemente y lo ayudé a levantarse. Después le di un beso en la mejilla y me puse a su lado.
- Y ahora a llenar los carcaj.
Entramos en el recinto y vimos a Aragorn preparándose.
Legolas le tendió la espada de manera amigable y le dijo.
-Confiamos en ti y seguimos con vida. Perdóname. Me pudo el desánimo.
- Ú-moe edhored, Legolas (No hay nada que perdonar, Legolas)
Se sonrieron levemente y apareció Gimli con una cota de malla mal puesta porque le quedaba enorme
- Si hubiera tiempo me ajustaría esto.- dejo caer todo lo que tenía sujeto con los brazos dejando ver que le sobraba alrededor de medio metro- Lo llevo muy ceñido al pecho.
No pudimos más que mirarlo con gracia y en eso que sonó un cuerno.
- Ese no es un cuerno orco. - dijo Legolas mirándome y después salió corriendo a recibir los refuerzos.
Llegamos y un montón de elfos entraron armados a la fortaleza.
- Como es posible?- dijo el rey estupefacto.
- Porto nuevas de Elrond de Rivendel. Una vez existió una alianza entre elfos y hombres. En el pasado luchábamos y moríamos juntos. Venimos a hacer honor a esa Alianza.- dijo Haldir, el elfo que en verdad creo que es mi tío segundo pero solo he pasado un verano entero con el en toda mi vida.
- Mae govannen, Haldir. (Bienvenido, Haldir) Eres más que bienvenido.- le dijo Aragorn mientras lo abrazaba.
- Veo que tenemos con nosotros a nuestra más poderosa elfa. Será una noche memorable.- dijo Haldir y luego miró a Legolas viendo que estaba muy cerca mío.
Legolas abrazó al hombre y todos los soldados se giraron, se me olvidó que era heredero de esas tierras.
- Es un orgullo volver a luchar junto a los hombres.- Legolas me miraba y después cuando nos empezamos a colocar, él me llevo junto a Gimli y a él para no perderme de vista.
- Ey, ven aquí - dijo en cuanto vio que me iba un poco más allá. - Tu te pones aquí conmigo, quiero mantenerte vigilada en todo momento.
Rodé los ojos y tras un golpe en el brazo me puse junto a él.
Empezamos a ver enseguida las luces de las antorchas del enemigos y como lo que había dicho Aragorn de que eran 10000 no era una simple exageración.
Empecé a moverme un tanto nerviosa y sentí como la mano de Legolas se entrelazaba con la mía.
Lo miré y asentí con firmeza.
- Podrías haber elegido un puesto mejor.- el elfo sonrió aún sosteniendo mi mano.- Al menos que la suerte que os protege pase de esta noche.- nos dijo a ambos.
- Tus amigos están contigo, Aragorn.- dijo el elfo transmitiendo confianza.
- Ojalá pasen de esta noche.
- No seas negativo, Gimli.- le contesté al enano
Poco después, empezó a llover.
Los orcos no hacían más que avanzar y luego se pararon dando golpes.
Aragorn alentaba a las tropas elficas mientras los demás nos preparábamos mentalmente.
-A Eruchîn, ú-dano i faelas a hyn, an uben tanatha le faelas! (¡No mostréis piedad alguna, porque no la recibiréis!)
Los orcos seguían dando golpes y Gimli intentaba saltar para poder ver.
- ¿Qué pasa ahí fuera?
- ¿Te lo describo Gimli? - Legolas miró al enano sonriendo divertido- ¿O te voy buscando un taburete?
El enano por su parte carcajeó y fue ahí cuando, todos con el arco cargado esperando una señal, un hombre soltó su flecha dándole en el cuello a uno de los orcos.
- ¡Dartho! (¡Quietos!)
El orco cayó al suelo muerto y empezó la batalla.
El enemigo empezó a correr hacia nosotros y por ello esperamos hasta que estuvieran en el área en el que podíamos llegar con nuestras flechas.
-Tangado a chadad (Preparados para disparar)
- Faeg i-varv din na lanc a nu ranc! (Su armadura es débil en el cuello y bajo los brazos)- dijo a modo informativo el elfo.
-¡Hado i philinn! (¡Soltad las flechas!)- una descarga sueco el cielo matando a muchos de ellos que aparecían en primera fila.
-¿Los hemos alcanzado?- preguntó animado Gimli
- Lanzad una descarga.- ordenó el rey
Mientras tanto, Gimli, que no sobresalía ni dos centímetros por encima de la piedra no hacía más que decir: ¡Venid a mí, vamos!
Tras varias descargas más, alcanzamos a muchos de ellos pero no hacían más que acercarse. Los orcos empezaron a tirar flechas gordas y grandes matando a algún elfo que se encontraba más cerca del borde de la muralla.
- ¡Pendraith! (¡Escalas!)- gritó Aragorn advirtiéndonos.
- ¡Bien!- exclamó el enano con ganas ya de hacer algo.
Me empecé a poner nerviosa, pues no dejaba de ser mi primera guerra hecha y derecha y temía por mi vida.
- ¡Espadas, espadas!- Aragorn gritaba mientras los orcos subían a la muralla y nosotros nos preparábamos para el contacto.
Maté a unos pocos de orcos y luego escuché a lo lejos
- ¡Legolas! ¡Llevo dos!- dijo el enano entusiasmado. Ni en batalla dejan de pelear el uno y el otro.
-¡Yo llevo diecisiete!
-¿Qué? ¡A mi no me gana ningún orejas picudas!- Gimli malhumorado arremetió contra un orco con su hacha dándole en el pecho y luego en la entrepierna.
- ¡Diecinueve!- le gritó el elfo para ponerlo nervioso.
Yo utilizaba mis dagas y mi espada y también llevaba la cuenta por si acaso luego se ponían a competir a ver quién había matado más.
En eso que veo a Gimli subido en todo lo alto de la muralla entre dos escalas.
-¡Diecisiete! ¡Dieciocho! ¡Diecinueve! ¡Veinte! ¡Veintiuno! ¡Veintidós! ¡Veintitrés!
- ¡Na fennas! (¡Hacia la puerta!) ¡Hado ribed! (¡disparad a la corriente!) ¡Hado! (¡disparad!)- cambié la espada por el arco y empecé a lanzar descargas hacia la gran orda de orcos que se acercaban hacia el portón.
- ¿Esto es todo?- escuché al rey- ¿Sólo esto puedes convocar, Saruman?
Poco tiempo después , vimos como se acercaba un Uruk grande con una antorcha enorme y supe lo que iba a pasar
- ¡Togo hon dad Legolas! ¡Dago hon! ¡Dago hon! (¡Derríbale, Legolas! ¡Mátale! ¡Mátale!)- Legolas y yo lanzábamos contra aquel orco pero nada lo detenía.
Cayó muerto en el agujero y solo sentí un fuerte estruendo y como salí por los aires cayendo del lado de la fortaleza.
- ¡Apuntalad la entrada!¡Contenedlos! ¡Con firmeza!- escuché decir al rey a lo lejos.
Me levanté con torpeza y sin casi poder respirar pero ver entrar a los orcos por aquel agujero y ver que iban hacía mí, hizo que se me quitaran los dolores en menos de dos segundos.
Cogí mi arco y empecé a frenar su entrada poco a poco, pero eran demasiados. Vi a Aragorn levantarse lentamente con pesadez, al igual que yo y Gimli también se dió cuenta.
- ¡Aragorn!- se tiró desde arriba cayendo encima de varios orcos
- ¡Gimli!- el enano estaba como si estuviera en una piscina, tan agusto, metiendo hachazos a diestro y siniestro, lo que más le gustaba. Luego un orco lo derribó y lo hundió en el agua y Aragón vio la oportuna perfecta.
- Hado i philinn,- hubo una descarga de flechas más - ¡Herio! (Lanzad las flechas ¡Cargad!)
Todos los elfos salieron con sus espadas a atacar a los orcos y Legolas, que se encontraba arriba en la muralla, cogió un escudo y bajó las escaleras sobre él mientras tiraba flechas.
Aragorn ayudó a Gimli a salir del agua y lanzando flechas, el elfo se me acercó.
- Te encuentras bien?- me preguntó mientras cargaba el arco.
- Deja de preocuparte de mí - pasé una daga al lado de la oreja del elfo, clavándoselo en la cara a un orco- y preocúpate por ti.- dije quedando muy cerca de su cara.
Él intentó robarme un beso debido a la proximidad pero yo se lo impedí dándome la vuelta y disparándole a un orco.
Legolas haciendo un gesto de aburrimiento aunque con una leve sonrisa pasó a los espadines y volvió a arremeter contra ellos. Poco después escuchamos.
- ¡Aragorn, retirada al fortín! ¡Que se replieguen tus hombres!

Mi flecha perdida- Legolas y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora