Bario de ricos.
Debió suponerlo por la forma de andar de ese sujeto o simplemente por su ropa, caminaba despreocupado aunque se notaba a la legua que abajo de esa expresión tranquila habían tormentas, lo habia visto en la gente que lo habia rodeado durante años mientras estaba encerrado.
Parecerían tranquilos, pero las manos se movían de forma ansiosa y el paso era irregular, intentaban correr pero se recordaban que debian verse normal y bajaban la velocidad.
Perfectos mentirosos.
Almenos casi.•••
Las calles estaban vacías y no había ningun coche, salvo el que lo llevaba siguiendo varias calles, pero enterrado en sus pensamientos no lo noto, no noto que el hombre que lo conducía era el mismo que había alterado tanto a Ballister.
Cuanto lo echaba de menos, casi no lo veia en la escuela y pronto se habia rendido, su vida era la empresa y sus hermanas, ya no pintaba, y no reia o sonreía tanto como antes, pronto lo unico que podía hacer era leerle un cuento a Gloria después de estar todo el dia en una oficina rodeado de papeles tan importante como su propia vida.
Estaba cansado.
El coche ya no estaba, no se fijo en eso.
Alguien caminaba a paso rápido detrás de él, no le dio importancia.
No noto el paño en la mano de dicho sujeto y cuando lo agarraron por atras no pudo defenderse.
•••
Estaba en un cuarto pequeño y oscuro, sin ventanas y una unica puerta de seguridad, no había nadie, solo él, no se escuchaba nada ni dentro ni fuera y el terros lo consumía, hacia mucho frio.
La puerta se abrió, del otro lado solo habia un pasillo a oscuras y entro un hombre de piel morena, pelo castaño y ojos negros, era el.
El repartidor que habia aterrorizado a Ballister, el que los había separado.
Le extrañaba el parecido entre Bal y este hombre.
—¿Quién eres muchacho?
—¿Eso de secuestrar a la gente no tiene que estar planeado?
Ahora Ambrosius estaba enfadado.
Con ese hombre, con sigo mismo y sin mentirse con Ballister.
Y ese hombre parecía igual de enfadado.
—No juegues conmigo.
Ambrosius iba a responder.
Hasta que vio el revolver que tenía enganchado en el cinturón.
—Ambrosius.
—No me interesa tu nombre, ¿Quién eres?
—¿Que es esto una sesión terapéutica?
Siempre había sabido que moriría joven por su propia estupidez.
Saco la pistola y con la culata le golpeó la cabeza.
La sintió sangrar antes de desmayarse.
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•In Your Arms•
FanfictionDurante toda su vida solo había tenido 2 reglas. -No dejar a Nimona cometer un crimen -No dejarse engañar por ningún alfa. Eran simples reglas muy fáciles de seguir Solo había un pequeño obstáculo, un obstáculo con nombre y apellido.