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Había perdido la cuenta de cuántos días llevaba ahí, la bala le había atravesado la cabeza y había afectado a sus funciones vitales, su corazón, sus pulmones... Todo funcionaba por máquinas, y Ballister no despertaba.

Cuando lo habían encontrado había querido saltar por las paredes, cuando le habían dicho el estado en el que se encontraba todo era peor que antes, su cuerpo había tardado un mes en estar lo suficientemente bien para soportar un traslado de California a Nueva York.

Pero ahora estaba casa y todos los días esperaban que despertara, Nimona y el eran los que más tiempo pasaban ahí y se habían hecho algo como amigos, Glorieth venía de vez en cuando y siempre que podía, lo hacía con Gloria.

Todos los días esperaba que el se despertara y nunca lo hacía, quería rendirse y dejar de venir pero no podía, porque cada vez que pensaba en eso, la poca esperanza que le quedaba se dedicaba a golpearlo.

No creía que fuera justo pensar en si mismo cuando la vida de Ballister pendía de un hilo.

No soportaba ver cómo el pecho se le hinchaba y deshinchaba por una maldita máquina.

No era justo que Bal tuviera que sufrir así cuando el nunca había hecho nada malo para merecerlo, ¿por qué pasaba esto? Quería saberlo y al mismo tiempo no.

Todo era demasiado para el.

Y ni hablar de Ballister.

•••

Nimona había salido a trabajar y le había dejado quedarse, estaba en la habitación de Ballister, si alguien le preguntaba, lo negaría, pero lloraba como no lo había hecho nunca, La habitación estaba llena de recuerdos, regalos suyos y de padres de acogida antiguos, Nimona se lo habia contado todo.

Oliva estaba con el dormía acurrucada contra el y le recordaba tanto a Ballister que quería apartarla, pero no tenía el corazón para hacerlo.

Lo quería de vuelta.

No quería estar en su habitación sin el.

No se sentía bien, pero en realidad nada se sentía bien.

•••

Cuando se despertó eran las dos de la mañana, no recordaba dormirse, pero Nimona le había dejado algo de comida en la mesita de luz y oliva ahora estaba encima de el.

Se levantó y comió, odiaba la lasaña, pero daba igual.

Mirando la habitación de Ballister se dio cuenta que el calendario tenía ya varios años pero aún así el seguía tachando los días, vio que quedaba poco para su cumpleaños, y quiso llorar ante la idea de celebrarlo sin el.

Tenía que despertar.

•In Your Arms•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora