La verdad atras de la juventud

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Maldito resfrío

Y ahí iba de nuevo yo, tirando otro pañuelo más en la cesta de la basura como toda ex jugadora de básquet.

Al parecer, al estar desabrigada por mucho tiempo hizo que me pegara un resfrío de los buenos, ya me había bajado dos paquetes de pañuelo y aunque había tomado un medicamento para que se me calme un poco lo irritado y la caída de los mocos, seguía sin parar de sonarme la nariz.

La verdad tenía mil cosas por la cabeza, desde lo que pasó con Luka y su primo, hasta lo fácil que fue hablarle a él sobre mi problema amoroso.

Lo entretenido que fue pasar una noche con él en aquella feria, el haber jugado compitiendo mientras reíamos y el estar comiendo sentados en el borde del muelle mientras mirábamos el lago.
La sensación de estar viviendo algo mágico, como en los libros, donde no te preocupa nada ni nadie, solo la compañía y el sentir que por una vez en tu vida todo está bien.

Una sensación rara me golpeó el pecho al pensar en esas cosas, ¿realmente merecía sentirme así de bien? ¿Así de feliz?

Una llamada me sacó de mi trance, sonreí al ver de quién se trataba

-Pero si son mis chicos favoritos- saludé

-¿qué onda mi guanaca?- me saludó Jack y se escuchó la risa atrás de Tom.

-¿algún día dejarás de llamarme así mojarrita?-

-¿preferís que te llame Repi?- me contestó burlón, haciendo que amplie la sonrisa.

Mis dos mejores amigos, mejor dicho, mi verdadera familia eran ellos dos, a los únicos que considero mi lugar seguro, los únicos que vieron mis grietas y en vez de tirarles sal, me ayudaron a curar de a poco. Los únicos que me daban esperanza en este mundo era ellos.

-Haceme el favor de callarte-

-Upaaaa, hoy anda agresiva la niña- contestó Tom mientras que el otro se reía a carcajadas.

-Si tan solo supieran todo lo que me pasó esta semana- suspiré negando la cabeza

-ESAAAA TENEMOS CHISME FRESCO TOMASITO- gritó el pelinegro

-Deja de llamarme así- y acto seguido escuche un golpe, seguramente el castaño le había dado un golpe a Jack- ahora si a lo importante, larga todo Anto-

Sonreí, porque mientras les contaba todo lo que me pasó durante los últimos días, me los imaginé a los dos juntos tomando mate amargo y escuchando atentamente cada una de mis palabras.

-Así que tenemos a un pretendiente- puse los ojos en blancos

-Es un am...- me arrepentí, ¿desde cuando era mi amigo?- un conocido-

-MMMMMMM- se escuchó de parte de ambos

-Acá hay gato encerrado, ¿o no Tom?- me imaginé a Jack levantando frenéticamente sus cejas.

-Me parece que no hay solo un gato encerrado- empezaron a reírse

-Váyanse a freír churros desgraciados- contesté haciendo que se rían aún peor.

Nos quedamos hablando como por una hora mas, sobre cómo le estaba llendo en la universidad a Tom y en el trabajo a ambos, también sobre el noviazgo de Jack, que andaba más enamorado que nunca.

De la nada, escuché como tocaron el timbre de mi departamento, así que por eso tuve que cortarles, ya que no sabía que alguien venía a visitarme.

Cuando miro por el portero, vi a una rubia vestida de rosa flúor y a dos personas más atrás, sonreí hasta que me acordé de mi aspecto enfermo, no podía atenderlos así.