3/3 maratón
ADELINE IVANOVA
El dolor es el único impulso suficientemente fuerte para que una persona sea capaz de acabar con cualquiera. El dolor nos mata pero también nos ciega y logra hacer de nosotros un monstruo invencible.
El dolor siempre ha sido mi mayor castigo.
Siempre ha estado ahí, viviendo dentro de mi, listo para salir a la luz cuando él quisiera.
Y lo ha hecho más veces de las que me gustaría.
—Mataste a mi padre—bramo mirándolo a los ojos.
—Es el precio que tenías que pagar—dice sin remordimiento.
Casi por impulso le doy un fuerte puñetazo en la cara logrando que su labio sangre, él ríe y lo siguiente es un rodillazo en su entrepierna que logra doblarlo de dolor y así poder quitarle su arma.
Una vez con el arma en mis manos verifico que tenga balas y comienzo a apuntarle a los dos hombres que están detrás del cadaver de mi padre.
Ambos se ponen en posición de ataque sacando sus pistolas pero me importa una puta mierda, veo rojo.
Los mato a ambos de un disparo en la cabeza, logrando así armar un alboroto en toda la finca. Tomo una de las armas que caen al piso y con dos pistolas en mis manos comienzo a caminar como una maldita depredadora.
Los hombres de Elliot aparecen como hormigas.
—¡Nadie la toca!—ordena el francés de un grito.
Mato a cada guardia que me encuentro a mi paso, un disparo perfecto que los deja sin vida al instante.
—Maldita perra—espeta uno de ellos antes de aur la bala atraviese su craneo.
Voy dejando un puto cementerio a mi paso y me importa una jodida mierda, siento como si la sangre me hirviera y se congelara al mismo tiempo.
Camino hacia la casa de los guardias y allí encuentro cuatro de ellos fuera.
Caen como putos dominós.
—El jefe nos ordenó no tocarla—expresa uno desesperado.
—No voy a morir por una puta rusa—espeta otro.
Disparo y mató a ambos sin darle posibilidades de que sigan hablando.
Tiro las armas al piso, ya no me quedan balas.
Tomo una ametralladora que me encuentro en el camino y continúo caminando, como si tuviera al mismísimo diablo dentro.
Sam aparece en mi campo de visión y trago grueso.
—Ade, que sucede—habla con la voz temblorosa.
—Vete—ordeno seca.
Él corre sin dudar hacia la salida y continúo cargándome cada puta vida que se cruza por mi camino, hasta que no queda absolutamente nadie, solo un cementerio al rededor mío.
Mis piernas se doblan sin fuerzas y caigo al suelo de rodillas con la ametralladora aún en mis manos.
Siento el vacío oscuro y perverso dentro de mi.
Realmente se siente como si me hubieran arrebatado el alma y simplemente ya no hay nada que sentir.
No hay emociones.
ESTÁS LEYENDO
La redención del Diablo [#3 TRILOGÍA PURGATORIO]
RomanceTodo acto tiene su consecuencia, eso Adeline lo ha aprendido muy bien. Pero si algo le han enseñado los Petrov durante estos años es que la sangre se paga con sangre. Y la venganza siempre es necesaria. "El final del purgatorio"