KAIA PETROVA
Maldita sea, siento que se me va a salir el corazón del pecho en cualquier momento. Nunca había tenido tanto miedo y adrenalina al mismo tiempo, siento que mis piernas tiemblan y aún así lo que me anima a seguir corriendo son los dos niños que tengo en mis manos.
Básicamente los estoy llevando volando porque ya están cansados y no puedo cargar a ambos. Sus pequeñas manos se aferran con toda su fuerza a la mía y el calor aumenta en mi cuerpo.
—Tía ya no puedo, estoy muy cansado—se queja Khalid.
Estamos en una calle pequeña y estrecha calle de Milán. Hasta hace algunos minutos esta ciudad era la más segura para los mellizos, es justamente por eso que Adeline me pidió que los tuviera aquí. Estaba todo tan bien... no se que carajos pasó.
No salíamos, solo salían a veces con Black y no muy lejos. Fuimos muy cuidadosos.
Siento mucho miedo, miedo de no ser lo suficientemente fuerte como para protegerlos.
Miro hacia todas partes para asegurarme que no tenemos a nadie cerca, freno al lado de un cesto de basura y los niños se apoyan contra la pared agotados. Me odiarán por esto.
Ya llame a mi hermano, tardará en llegar y me siento una puta inútil por no poder poner a salvo a mis sobrinos yo misma. Soy una Petrova, ¿por qué no soy como ellos?
Adeline y mis hermanos ya tendrían todo resuelto.
Maldita sea, estoy entrando en crisis.
—Este juego no me gusta para nada—expresa Kataleya enojada.
Ambos respiran agitados al igual que yo.
—No somos perdedoras Kata, tenemos que jugar—pronuncio manipulándola.
Ella arruga su nariz y sus ojos azules juzgadores recaen sobre mi.
—¡Yo no soy una perdedora!
Respiro hondo y me coloco de cuclillas ante ellos, el sudor comienza a hacerse presente en sus frente pegando algunos hilos de cabellos en su piel, acarició el rostro de ambos y aquellos profundos ojos azules intensos recaen en mi. Acomodo los pequeños rizos de Khalid y le doy una sonrisa intentando darle tranquilidad.
Hago lo mismo con Kata pero no hay caso, ella acomoda su cabello ella misma y mi pulso aún sigue acelerado. Miro atenta a todas partes y realmente me siento demasiado agobiada.
Tengo que pensar en algo.
Vuelvo la mirada a los mellizos y el corazón se me estruja en cuanto observo sus manos entrelazadas y juntitas, la imagen es demasiado tierna y no me ayuda mucho. Kataleya y Khalid pueden pelear todo el día pero es demasiado visible la conexión que tienen, sin dudas Ade les enseño a amarse y cuidarse mucho. Ellos se protegen el uno al otro y es adorable.
Cierro los ojos e intento respirar hondo.
—Tengo una súper idea—hablo acelerada—. ¿Qué tal si hacemos una técnica para ganar más rápido?
Sus ojitos curiosos me observan.
—Yo no hago trampa tía—dice Khalid.
Sonrío ante su respuesta y vuelvo a enfocarme.
—Ustedes harán equipo—hablo—. Ganaran más rápido porque juntos tienen poderes de mellizos—digo exagerada y ellos sonríen ante la idea.
El nudo en mi garganta y la desesperación crece cuando oigo a mis espaldas a los hombres que no estaban persiguiendo desde la casa, no tardaran en vernos.
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La redención del Diablo [#3 TRILOGÍA PURGATORIO]
RomanceTodo acto tiene su consecuencia, eso Adeline lo ha aprendido muy bien. Pero si algo le han enseñado los Petrov durante estos años es que la sangre se paga con sangre. Y la venganza siempre es necesaria. "El final del purgatorio"