Capítulo 11💀

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ADELINE IVANOVA

—Es un simple esguince, apuesto a que ha soportado cosas peores—habla el hombre mientras se fija en mi tobillo.

Mi mandíbula se tensa y ni siquiera le respondo, tan solo le doy una mirada.

El niño aparece con una botella pequeña de agua mineral la cual me entrega y sonrío.

—Gracias cariño—le digo.

El ser madre definitivamente ha hecho muchos cambios en mi.

—Hans solo habla Francés—informa el hombre.

Lo noté.

—Claro.

El hombre continúa con mi pie mientras me encuentro tirada en el sofá de su casa, no tiene muchos lujos pero sin dudas es una casa de campo muy bonita y cómoda.

Debe ser de mucha paz vivir en un lugar como este, al menos si no tienes a la mitad de una pirámide criminal persiguiéndote.

Bebo el agua y es como si fuera el maldito elixir, estaba con la garganta seca y no lo había sentido tan así hasta ahora. Me tomo todo el agua y automáticamente mi panza hace ruido que resuena en toda la sala silenciosa.

Creo que son los nervios.

Mi sistema se altera muchísimo.

—¿Almorzaste?—inquiere el hombre mientras coloca una bota ortopédica en mi pie izquierdo.

Niego con la cabeza.

Sigue concentrado en aquello.

—No te preocupes, termino con esto y te sirvo la comida—habla despreocupado.

Trago saliva.

—No hace falta.

Supongo que no estoy acostumbrada a que un desconocido sea tan amable conmigo porque aún no puedo confiar realmente en él.

Mantengo mi mochila con mis cosas al lado mío, no pienso descuidarla ni un segundo.

Mi mente hace click y recuerdo algo muy importante que estaba olvidando.

—¿Tendrías un cargador para el celular? Me he quedado sin batería—pronuncio intentando sonar amable.

Él termina de ajustar la bota y se pone de pie quedándose frente a mi con una mirada orgullosa por lo que acaba de hacer.

—¡Listo! Te tiene que ver un médico pero estarás bien por ahora—habla.

Sonrío forzada.

—Gracias.

Desaparece de mi campo de visión y me incorporo en el sofá, la bota es algo fea e incómoda pero se siente mejor y al menos podré caminar.

Me iré de aquí cuanto antes.

Tengo que encontrar a Keegan y Khlaus.

Saco el celular de la mochila y me pongo de pie creyendo que me ha ignorado por completo pero segundos después aparece con un cargador en sus manos.

Me lo da y de inmediato me acerco al enchufe para conectar el maldito celular.

La ansiedad me está matando.

Tarda algunos segundos en encender y siento un gran alivio.

Hay varias llamadas perdidas del número que me han llamado Keegan y Khlaus.

Observo a mi alrededor y me doy cuenta que el niño está jugando a la consola muy concentrado pero su padre está a unos pocos metros preparando la comida en el plato.

La redención del Diablo [#3 TRILOGÍA PURGATORIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora