Lando Norris. •5

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El día que conocí a Lizzie, es un gran recuerdo. Y me resulta tan increíble que tenga una relación de mas de 2 años con Lance, mi compañero de parrilla; de trabajo. Pero lo interesante de esos dos años, es que son los mismos donde ella y yo nos escabullimos entre pasillos y corredores para darnos efusivos besos, a veces más que eso.

Me tumbo sobre mi cama, viendo el techo y su recuerdo me atormenta. Y ese día cobra vida en mi mente nuevamente.

La victoria de la practica me hacía sentir invencible, en las nubes, un sábado en la noche en el bar mas abarrotado de la ciudad. Luces parpadean por todo el edificio, el olor a humo de tabaco mezclado con alcohol se colaba por mi nariz. Todos los demás pilotos que habían decidido ir se encontraban en el VIP de la terraza, claro estaba que yo llegaba tarde.

Unos gritos efusivos llaman mi atención, una chica castaña de vestido blanco ajustado bailaba en una plataforma de una manera tan sensual, sus movimientos eran calculados y delicados, como si la canción que sonara fuera exclusivamente de ella. No puedo dejar de observarla, mi mirada se penetra en ella y en como su cabello golpea su cara al momento en el que ella da vueltas. No tarda en darse cuenta de mi osadía, sus ojos me encuentran, ¡Unos ojos café de cazadora!. No sé cómo, pero sentí pena, me giré a la barra y pedí rellenaran mi vaso. Estúpido Lando.

-Se reconocer a un ganador cuando lo veo.- su manicura tensa mi espalda a su tacto y mi entre pierna punza. Giro para mirarla. Madre mía, tiene unos labios medianamente gruesos, jugosos y puedo jurar que murmuran tómame. Su vestido es más brilloso de lo que aparenta, me doy cuenta de lo mucho que veo su cuerpo y regreso la mirada a sus ojos. -Soy Lizzie, por cierto.

Tomo su mano que había extendido, en respuesta a su saludo beso su dorso por encima del guante de organza que lleva. Intente tomar el control de la situación.

-¿Tomas algo en específico?.- ordenó al chico de camisa negra un rocoso whisky, bebió de la pajita negra sin perderme de vista. Un sinfín de escenarios se presentaron en mi cabeza. Estaba tan perdido en ella, que me fue fácil caerle encima  y a su whisky cuando un tipo muy ebrio sin querer me empujó. La suerte estaba de mi lado.

El líquido ámbar empapo su pecho y su vestido, contrario a molestarse, comenzó a reír. -Sabes jugar tus cartas ganador, es mi turno de lanzar la moneda al aire, ¿Quieres acompañarme a intentar lavar esto?

Entre la multitud logramos llegar a un cuarto de servicio amplio, el pestillo sonó detrás de mí. La castaña esta dándome la espalda, sus tacones rojos hace alzar su trasero y en un acto nuevamente de osadía, bajo lentamente la cremallera del ya arruinado vestido, haciéndolo caer al suelo, sin titubear las yemas de mis dedos delimitan el borde de sus hombros mientras beso el relieve de las vertebras de su columna, su cabeza echada hacia atrás me da espacio para poder besar su cuello, una de mis manos amasan sus senos y la otra juega con el filo de sus bragas de encaje, haciéndola soltar pequeños pujidos. Con lentitud logro colarme  entre su humedad, sentirla me hizo volar más allá de las nubes, fue mejor que ganar. Mi pulgar estimula su clítoris, mientras mis dedos medio y anular entran y salen de tan goteante coño. Su trasero se remueve en mi abultada erección, sumando mas placer a la escena. Masturbarla en ese lugar convierte a la noche en una mejor. La pared de su vagina se contrae y aumento el ritmo de mis movimientos haciéndola gemir más alto.

-La moneda sigue en el aire Lizzie, explota y yo habré ganado, otra vez.- mi lengua hace un ademan en el lóbulo de su oreja haciéndola estremecer mucho más.

-Lando.- mi nombre saliendo en un grito ahogado de su boca, es la señal del orgasmo, presiono con más fuerza, su respiración entre cortada, su pecho subiendo y bajando irregularmente pues mi mano aun tiene atrapados sus senos. -Voy a correrme.-

-Hazlo, es justo que arruines alguna prenda mía.- acto seguido el líquido empapa mis dedos, el estallo la hizo perder el equilibrio y tuve que salir de su coño para tomarla de la cintura con ambos brazos. Me recargo en la pared aun con ella en brazos, quiero recobrar el aliento.

Su cabeza esta descansando en mi pecho, no me había percatado de su coleta improvisada. Con mas tranquilidad me suelta la mayor de las verdades.

-Harás de mi estancia en el paddock más interesante.-

Evidentemente no comprendí en ese momento la gravedad de sus palabras hasta después, el domingo en la carrera, no llevaba un vestido banco, sino una polo Aston Martin.

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Ay, por Dioooos!

La verdad es que Landito me da todas las vibes de un chico de este tipooooo. La clase de chico que si te tiene en la mira no descansa hasta tenerte

En fin, me da mucho gusto que este encajando con sus gustos y lean cada relato. Estoy abierta a sugerencias. 

Un beso!

One shots F1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora