Carlos Sainz •7

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La necesidad de tacto me esta matando, he tenido días tan molestos que ya he intentado de todo, cafe con licor de cacao, noches de bar, brunch con mis compañeras, pero nada en absoluto me hace sentir mejor.
Necesito un orgasmo, necesito liberar mi tensión.

Me encuentro viendo mi teléfono, su número esta en la pantalla. Nuestro último encuentro fue hace un mes y siento vergüenza al no poder llamarle.

Suelto el teléfono lanzándolo a mi cama y una gran duda comienza, ¿dónde están mis viejos compañeros de noche?, reviso cada cajón y debajo de mi cama, no están. ¡Bingo!, los encuentro en el closet. El juguete comienza a vibrar en mis manos, resignada me tumbo en la cama, intentando que esto funcione, pero lejos de ayudarme, me frustra más. Pongo de mi parte, escenarios se dibujan mi mente, y mis manos masajean mi cuerpo. Subo la intensidad del artefacto que está dentro de mí, dando cabida a una sensación más placentera, mis caderas se elevan y aprieto mis piernas con fuerza.
Mis gemidos me envuelven y el ardor se comienza a hacer presente.

El timbre de mi apartamento suena.
Quiero ignorarlo, pero se le unen un par de golpes a la puerta. Debe ser importante, alguien de Ferrari debe necesitar algo, al final, es mi trabajador dar soluciones.

Definitivamente el mundo no quiere que yo libere estrés. Aun con las borlas vibrando en mí y en un intento de parecer normal, abro la puerta.

Carlos está detrás del marco de la puerta, su cabello está desenfado y una sonrisa divertida se asoma en su rostro. Lo extraño es que lleva el teléfono cerca de su oreja. Debe ser grave.

-¿Sucede algo?.- intento parecer calmada, pero comienzo a gotear mis bragas.

-Quiero corroborar si tus actividades están siendo... ¿cómo decirlo?.- chasquea su lengua y hace un ademán con la maños.- satisfactorias. ¿O requieres mi ayuda?

Una punzada en mi centro me hace arquear. No logro entender sus palabras, tal vez sea que estoy un tanto aturdida por la vibración.

Con la sonrisa más divertida el chico gira la pantalla de su teléfono. Ay no, nonono, no puede ser. Quiero morirme, es más, quiero que uno de esos extraterrestres roba humanos me elija.  Mi nombre está en la pantalla, el chico no tiene la culpa, atendió la llamada de su asistente.  20 minutos de escucharme.

-Esos juguetes, ya no te ayudan Lizzie, necesitas algo más grande entre tus piernas.- Dice cerca de mi cuello, rosándome un poco su creciente barba. Una de las cosas que me gustan de Carlos es su facilidad de ser coqueto, de hacer una situación sexual, placentera.

La puerta se cierra detrás suyo y ambos nos adentramos a mi sala de estar, me lanza a unos de los sillones. Ni los 20 minutos de vibración me pusieron como me siento con un par de segundos cerca de Carlos.  Aun recostada lo veo desabotonar su camisa, una camisa blanca de lino.

No quiero quedarme atrás y en mi necesidad me arrebato la ropa entera. Estoy completamente desnuda a su merced.

Comienza a darme besos en mi vientre bajo mientras su mano masajean mis senos. Se torna divertido cuando quiere meter los dedos de la mano libre y se topa con el vibrador.

-Ya no necesitamos esto.- dice sacando de un tirón al objeto rosado, la sensación de vacío me duró un par de segundos, pues ya había sustituido el juguete con su juguete. La llamada lo hizo entrar en calor también a él.

El vaivén de sus movimientos me liberan de la tensión. Carlos es un chico ardiente, tal vez sea el grosor de sus labios o su tan trabajando y esculpido cuerpo. Pero el chico sabe hacerlo, me tiene atrapada con su cuerpo, sus besos me dejan sin aire y no se tienta al tocar cada centímetro de mi piel.

Mis piernas están atadas a su cintura, lo que hace que esté más cerca de mí. Nuestros cuerpos húmedos y extasiados están siendo uno solo.  En un intento desesperado y rápido, logro girarnos quedando yo encima. Comienzo a moverme adelante hacia atrás, estimulando mi clitoris.
Mis senos rebotan dándole a Carlos la vista que necesita para que pueda liberarse. Ambos orgasmos se están formando, lo siento en cómo su cuerpo se tensa y relaja, su aliento entre cortado y los sonidos que ya no puede ahogar hacen que mis manos sigan la silueta de mi cuerpo hasta llegar a mi cabello. Siento la tensión irse por fin. El estallo de ambos inundó cada pared de la habitación.

Aun con él dentro de mí logro recostarme en su pecho, que a duras penas logra recobrar el aliento.

-Me da gusto que hayas atendido mi llamado.

-¿Quién soy yo para negarle placer a la mujer a la que le provoco tanto estrés?. Aunque ahora sé que debo tener más cuidado al responder tus llamadas.- ambos reímos pero no dudé en golpear su pecho.

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Holaaaa! Hoy Carlos acaparó por completo mi mente, no pude dejar de escribir en cuanto visualicé que el relato de hoy sería de él.

Sigo muy agradecida con ustedes y sus lecturas. Sumando que ya unas se animaron a votar. En verdad, gracias<3

Un beso, y disfruten.

One shots F1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora