Al terminar la función paso la lista junto a Daga. Tres muertos y doce heridos. No es un mal número, parece que los esclavos que puso el marqués son de buena calidad y de alguna forma entrenados para sobrevivir.
Daga recibe el pago con una sonrisa y su habitual ánimo. Lo guarda y seguimos caminando junto a él hasta la salida.
—Fue mejor de lo que pensaba, ahora aprecio mejor los gustos de mi amiga ante el sufrimiento ajeno —confiesa el marqués con alegría en su voz, una de estasis.
—No esperaba menos de los resultados, los actos donde la vida peligra son mucho más intensos —responde Daga, llegando todos hasta la salida de la mansión.
La mujer con los dos niños caminan delante de nosotros. No puedo dejar de ver el largo cabello de ella, su aire es en extremo frío. No hace reparo en nosotros, simplemente se adentra en su carruaje y se marcha del lugar. Las dos niñas nos observan, aunque no entiendo por qué viste a una como si fuese un niño.
—Entonces, ¿volverán la semana que viene? —Plantea el marqués.
—Sí, no tenemos contratiempos con ello —responde Daga.
La conversación carece de algo importante a señalar. Todo transcurre normal hasta que nos marchamos de la mansión.
—Mañana debemos cazar a aquella bestia, Látigo. Padre no cedió en su decisión de abortar la misión —me dice Daga apartados de los demás.
—No pensaba dejarla ir —le respondo.
—¿Qué harás? —Me cuestiona Daga.
—Trampas, no podemos ir de frente —le comento—: Sonido.
—¿Qué sucede con ella? —Me pregunta Lían.
—Hablas demasiado de Jeremy —le comento.
—Y ella de ti, por lo que realmente no me importa lo que diga —me responde Daga.
—Si toca a Jeremy la mataré —le hago saber.
—No se atreverá a hacerlo —apunta Daga.
—Sí, se atrevería —le comento.
—Pluma es divertido, y realmente me encantan los rostros que ponen, pero sabes que no haría algo en contra tuya —me informa Daga.
Se detiene y coloca delante de mí con una sonrisa amplia. Sin embargo, mis ojos van a su cicatriz.
Cuando Daga llegó era bastante callado e introvertido, pero no tenía miedo a las funciones o lo que debiese aprender. Él le había perdido el miedo a la muerte.
Recuerdo que nos tocó compartir la carpa, éramos cuatro. Daga se levantaba todas las noches con las pesadillas. Gritaba el nombre de su padre pidiendo que parase.
Cómo sus gritos no me dejaban descansar, decidí ir a su cama y amordazarlo, ese día busqué telas y até su boca y manos para que hubiese silencio. Él me miró con odio, pero me acosté a su lado para vigilarlo de cerca.
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♠️Morir por el Circo (Parte 2)
RomanceSegunda parte de "Amor de Circo". Luego de los acontecimientos tan sanguinarios de la última parte y el romance... ¿o tal vez no tan así? El circo "Los Ángeles Rojos" llega a Ciudad Dorada con su nuevo miembro VIP... "Pluma". ¿Podrá la relación de n...