Cap2: Elección

78 21 31
                                    

Seguimos junto al anfitrión por los pasadizos y llegamos a un teatro privado subterráneo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Seguimos junto al anfitrión por los pasadizos y llegamos a un teatro privado subterráneo. El ambiente es opulento y los muebles están bañados en colores dorados. Las cortinas y todo objeto de tela presentan tonos rojo vino o escarlatas.

Se alza ante nosotros un escenario de menor tamaño que nuestro acostumbrado espacio, pero suficiente para las funciones.

—Planeo que sean aquí. Los amigos o acompañantes que traigan variará. Aun así, siempre encontrarán esta área despejada —apunta él enseñándonos el lugar.

—La veo acertada. Es privada y cómoda. No tenemos inconvenientes en hacer las funciones aquí. ¿Tiene servicio de limpieza o nos encargaremos de deshacernos de los cadáveres? —Expone Daga.

—No tienen que hacer reparos en ese detalle. Yo me encargaré de deshacerme de los cuerpos. ¿No les importa que pase con ellos luego de la función, cierto? —Comenta el noble.

—No, en absoluto. Solamente debe hacer los pagos diarios antes de las funciones y estará todo en orden —señala Daga. Él es el que se ocupa de todos los detalles sobre este tema.

—Les guiaré a la salida entonces. No creo que haya algo más que atender aquí —explica el marqués pasando por nuestro lado y emprendiendo el viaje de salida del recinto.

 No creo que haya algo más que atender aquí —explica el marqués pasando por nuestro lado y emprendiendo el viaje de salida del recinto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando veo la luz solar de nuevo, puedo percibir como Cisne recupera el alma.

—Tengo una mala espina sobre esto —comenta ella empezando a caminar con su usual movimiento disimulado de caderas.

—¿Por qué? Dinero es dinero —dice Daga siguiéndola.

—Daré una vuelta por la ciudad. Regresen sin mí —digo sin emociones en la frase y me dispongo a abandonar el grupo.

Daga solo me mira conociendo el hecho de que no le voy a decir a donde voy aunque lo intente. Solo me deja marchar, no sin antes agregar:

—Llega a tiempo para la cena, Látigo.

—Sí —le respondo y termino por avanzar hacia los callejones de la ciudad.

Dejo detrás cada camino conocido y saco un mapa de mi bolsillo. Lo observo por varios minutos hasta darme cuenta de que...me perdí.

♠️Morir por el Circo (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora