Segunda parte de "Amor de Circo".
Luego de los acontecimientos tan sanguinarios de la última parte y el romance... ¿o tal vez no tan así? El circo "Los Ángeles Rojos" llega a Ciudad Dorada con su nuevo miembro VIP... "Pluma".
¿Podrá la relación de n...
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Me levanto de mi posición para quedar de frente a la mujer de negro y rojo. Recorro cada aspecto de su ser hasta que vuelve a hablar.
—Responde, odio repetir las cosas. Debes ser de la misma organización de la corderita que asesiné aquella vez —dice bebiendo de su copa.
El desliz de mi mano hacia el bolsillo causa que ella se levante golpeando mi cuerpo contra la pared usando mi cuello como punto de contacto.
Comienza a hacer presión en este, haciendo que el aire sea imposible de bajar.
—Habla, no tengo toda la noche, también quiero divertirme —responde ella ahora acercando sus colmillos a mi cuello.
Logra clavarlos en este sin reparo y llevo mis manos a su espalda, pero no tarda demasiado en apartarse para empezar a toser y dejar salir de su boca la sangre mientras la vomita.
La pasta de ajo con flores que unté en mi cuello y muñecas parece que sirvió.
Me dispongo a tomar sus cabellos y con la daga de plata cortar su cuello dejando correr la sangre de este. Ella no parece tener la misma fuerza de antes. Debo concluir que la medida del ajo puede que disminuya su fuerza y poderes, pero no sé por cuánto.
Junto a esta información, me atrevo a introducir lo que queda del alijo en su boca para evitar cualquier pronta regeneración.
Ella estira su mano para tomar mi rostro dejando un ligero arañazo de sus uñas en este.
¿Cuánto podrá resistir? Será difícil cargarla hasta afuera.
Dejo que mi serpiente muerda su cuerpo extendiendo el veneno. Cualquier medida de contención será necesaria. Baño las cuerdas en el agua bendita para amarrarla y ver como las quemaduras van surgiendo en su piel. Ella me mira con la mirada perdida, pero sin poder moverse mejor que un bebé.
La cargo para salir del recinto por la ventana, primero lanzando su cuerpo para evitar el peso. Va a ser difícil llevarla hasta el circo, pero el contacto del contratista lo maneja "él".
Veo como su piel se va tornando cada vez más pálida y la mirada se pierde. Sería más fácil asesinarla, si no la hubiesen pedido viva.
Me la echo al hombro para perderme en el bosque, dejando atrás aquella mansión de sangre y morbo. Otra presa cazada, creo que debo pasar a recoger a Daga.
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Camino por la oscuridad llevando a la mujer ahora en una bolsa. Pensé que sería más difícil de atrapar, pero no dio problemas. Necesito mejores bestias...
Cuando llego al sitio, Daga no está, solo los medios que utilicé tirados en el suelo. Reviso el panorama sin resultados de nada.
Es así hasta que algo desde arriba cae usando un arma filosa para atacarme. Lanzo la bolsa y retrocedo para ver a Daga usar sus cuchillos, dejando ver una expresión molesta en su rostro.
Con el primer ataque deja un corte en mi brazo antes de seguir avanzando y atacar a mi cara sin restricciones. Tomo su mano para jalarle y proyectarlo al suelo, pero arroja una de las armas a mi rostro haciendo que me detenga, logrando salir ileso.
Usa una de las dagas y la arroja a mi pecho donde interpongo la máscara. Termino por tomar el látigo de mi cintura para enroscarlo en su mano acercándole hacia mí.
Él impone su arma en mi cuello y yo con mi otra mano clavo solo la punta de una de las dagas en su abdomen.
—¡¿Qué mierda te pasa, Látigo?! —Dice Daga sin ceder.
No le respondo, solo dejo que corra el silencio mientras desvío la mirada hacia la bolsa donde está la mujer.
—¡Me importa un carajo ella, no tenías permitido irte solo! —Me dice mientras acerca su rostro al mío ejerciendo la presión en mi cuello.
—Volvamos al circo —respondo.
Daga jala mi camisa para obligarme a inclinar y así llegar a mi boca. Introduce su lengua iniciando un juego húmedo al cual le sigo el juego hasta que se separa.
—¡Te vas a la mierda, la próxima vez que vayas solo mejor pídeme que te mate yo mismo! —Responde Daga comenzando a caminar.
Recojo a la mujer para verle marchar. Trato de pensar en algo que haga que los malos pensamientos se vayan de mi mente.
Me visualizo tomándolo por el cuello para empezar a besarlo contra la pared mientras introduzco las manos por bajo su ropa. No olvido el recorrido que hacían nuestras lenguas hace solo unos segundos.
Mi pensamiento se esfuma en cuanto el enano se voltea para llamar mi atención. Ustedes se me hacen más complicados que esta bestia...
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Terminamos por llevar a la presa donde el dueño del circo. Le dimos todas las instrucciones para que fuese imposible que escapase. Ahora solo queda esperar a que la contratista venga a tomarla, tengo la ligera impresión de que son de la misma clase.
Una vez salimos del lugar, Daga avanza en silencio para voltearse hacia mí.
—Te llevaste toda la jodida diversión —me contesta.
—Fue fácil, realmente. Te hubiese gustado la orgía que sucedió —le respondo.
—¿Tenías miedo de que me matase o algo, cierto? —Responde Daga.
—No, quería divertirme cazando, pero era más débil de lo que pensé —le respondo.
—Te conozco, estás mintiendo —sentencia él.
No tengo los ánimos de entablar una conversación como esta, la abstinencia me está matando.
—Tengo que ir donde Jeremy, me está esperando. Le dije que iría donde él al volver —le respondo.
—¿En tu tienda o la de él? —Cuestiona Daga.
—Debo buscarlo en la suya —le indico.
—Me debes una disculpa, voy a buscar bebidas —me responde.
—¿De verdad te gusta Jeremy? —Le cuestiono recordando lo sucedido en la iglesia.
—También me gustas tú, pero es algo que sabes desde hace años —me dice Daga.
—La próxima dejaré que vayas, aunque mueras —le contesto.
Él avanza hacia mí mientras busca deslizar sus dedos por las dos nuevas heridas de mi cuello, dejando una sonrisa que baña de rojo sus mejillas.
—De esta me voy a vengar —me susurra Daga para separarse—: iré a por las bebidas para celebrar tu resultado, al menos ahora sabemos qué hay más, mucho más por explorar en este mundo. ¿Estás seguro de que quieres que Pluma sepa de esa bestia?
Las palabras de Daga se bañan de rojo ante la presión que ejercen sus dedos sobre la marca de los colmillos, dejando que la sangre brote y llevándola a su lengua.
