Capitulo 14.

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Lentamente dejé mis ojos abrirse, mi cabeza seguía doliendo por lo que pasó hace tiempo, cuando no sabía ni que infiernos me pasó.

Gruñí en dolor cuando traté de sentarme, sobando mi frente, y traté de ajustar mi vista a la oscura atmosfera.

¡Qué infiernos! ¡¿Dónde estoy?!

Qué bueno que despertaste, cariño, deberías estar agradecida de que no haya pensado que estabas muerta, porque de ser así te hubiera entregado a los cuervos.

Me puse de pie, la fuerza viniendo de nuevo a mí, mi brazo izquierdo ardía como el infierno gracias a lo que sea que él le haya hecho. Espera a ponga mis manos, o mi mano, en ese bastardo.

—¿D-Donde estoy? —pregunté, no sabiendo donde él está. Es un poco tenebroso para mí no saber si él está frente a mí o a un lado de mí.

A donde pertenezco. A donde tu perteneces —el habló. Me burlé.

—No sé a dónde perteneces. ¡Tú vienes del infierno! —Sentí una fría mano coger mi brazo y posándome en una fría y dura superficie.

¡Tu también perteneces allí! —él me gritó en la cara, y como la décima vez, dejé que las lágrimas cayeran por mi rostro. No podía verlo en frente de mí, pero podía sentirlo.

—N-No lo hago —tartamudeé, perdiendo mi coraje gradualmente. El rió entre dientes, su fría respiración golpeó mi cara. Me encogí ante su aliento, olía a sangre. Y era asqueroso.

Oh, pero cariño, lo haces.

—¡Dime donde estoy! —demandé, y sentí que su mane se alejó, asustándome de a poco, pues no sabía con que más podría encontrarme aquí.

¿Quieres saber, bebé?

Tomé una corta respiración y asentí, aunque no creo que él pueda verme, así que hablé.

—Sí.

En mi mundo.

Mis ojos se ampliaron cuando fui capaz de ver lo que había a mi alrededor. Hacía frío, pero había llamas en todas partes. Lo que encontré raro era que el lugar no estaba caliente.

—¿D-Donde estamos? ¡Quiero saber la verdad!

¿Realmente quieres saber?

Asentí, ansiosa por saber donde estaba y como irme.

Estamos dentro de mi mente.

Mi corazón dio un salto, ¿cómo puedo escapar de él, si estoy dentro de él? Bueno, su mente en realidad.

¿Esta es su mente? ¿Por qué se está...quemando? ¿Y por qué luce esto, como decirlo, vacío?

—¿Esto es lo que hay dentro de tu mente? —Reí y el frunció sus ojos a mí.

¿Qué esperabas? —el preguntó, sonriendo maniáticamente— ¿Quieres escuchar esto?

Un sonido fuerte y violento se adentró a mis oídos, haciéndome cubrirlos y cerrar mis ojos.

Esto era el sonido de gritos de sufrimiento de personas, y eso estaba lastimando mi oído.

—¡D-Detente! ¡E-Esto duele! —grité, y el sonido comenzó a alejarse.

¿Por qué, cariño? ¿No te gusta el sonido del dolor? —el rió oscuramente y echó su cabeza hacia atrás.

—¿Por qué no te a-afecta? —cuestioné, lentamente removiendo mis manos de mis oídos.

Su risa se iba deteniendo gradualmente, y se giró, su espalda enfrentándome.

Esos llantos que escuchaste, eran los llantos de mis victimas...

—No...

—...Antes de matarlos con mis propias manos —finalizó.

Mis ojos casi se salen de sus orbitas, y me sentí enferma. Sentí que la comida que ingerí hace poco iba subiendo por mi garganta.

—¿Quién eres? ¡Realmente!

¿Yo? Soy el jodido Harry Styles. —El rió en su tono demoníaco.

—Tú. —Apunté a su espalda— ¡Eres un hombre enfermo!

Estoy más que enfermo, Lucinda —el habló, ahora girando su rostro hacia mí.

Rodé mis ojos azules y escuché que gruñó.

No. —El tomó mi mandíbula, haciendo que me contraiga de dolor.

Ruedes. —El golpeó mi rostro haciendo que me corriera un poco hacia atrás.

Tus. —Tomé mi mejilla, sintiéndola arder en mi rostro.

Ojos. —Y me golpeó otra vez, y me caí en el suelo.

Lo miré otra vez, sus ojos no era más negros, estos estaban rojos. Rojos de ira, estaban ardiendo en llamas. Mientras que mis ojos, mis ojos azules estaban llenos de tristeza y lágrimas. ¿Cómo pudo hacerlo?

—¡¿Qué está mal contigo?! —grité, levantándome con mi ataque de valentía.

El tan solo me observó, poniéndome incluso más furiosa.

—No sé quién te crees que eres, pero tú no tienes el derecho de golpearme...

Me callé cuando él gritó, haciéndome saltar. Sus ojos estaban sangrando, sangrado literalmente.

Y antes de que lo supiera, llamas salieron de ellos, quemando mi rostro y haciéndome gritar.

[...]

Grité y me senté, mi respiración era muy fuerte y sonaba agitada. Sentada pude apreciar que estaba en mi habitación, recostada en mi cama.

Casi tropecé cuando corrí a mi gran espejo en la pared.

Examiné mi rostro en el espejo, y lancé un suspiro reconfortante cuando éste no estaba ni quemado, ni rojo.

Eso era todo.

No puedo decir que aquello había sido un sueño porque lo sentí muy real. Y creo que tampoco fue una pesadilla.

Deberías estar agradecida. —Gemí y me giré para verlo sonreír, recostado en la pared.

—¿P-Por qué? —me atreví a preguntar, y él me señaló.

Porque podrías estar en partes. —El rió entre dientes— Una parte de ti allí. —El señaló a la cama— Una parte de ti allí. —El apuntó donde yo estaba parada— ¡Y una parte de esparcida allí, manchando la pared! —el gritó.

Y sabía que no estaba segura en ningún lugar. Pero incluso si esto no hubiera ocurrido, de todos modos sabría que no estaba segura.

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