Capitulo 27.

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La observé mientras respingaba su nariz contra su mano. Se estremeció, esnifó, y volvió a estremecerse.

Era una escena tan jodida. Justo luego de que ella rechazase la sopa, decidió ir a dormir. Bueno, si es que podía.

Yo solo estaba sentado allí, mirándola mientras esnifada y se estremecía. Lucía demencialmente enferma, cuando tan sólo tenía un resfriado.

M-Mamá... —la escuché gruñir, su voz sonaba como si no hubiese tomado agua en años— P-Papá..., ¿dónde estás?

Supuse que estaba teniendo esos sueños otra vez. Nunca duermo desde que había sido asesinado por ese maldito idiota. Mentiría si dijese que no estaba asustado cuando caí en la oscuridad, refiriéndome a la muerte.

—Lucinda, estás teniendo un sueño.

Ella no se despertó, tan sólo siguió murmurando sobre su madre y su padre. ¿Qué diablos le pasaba?, ¿se estaba volviendo loca?, ¿por qué seguía murmurando cosas mientras dormía?, ¿por qué no puedo tener una noche pacífica?

—¡Lucinda, despierta! —Agité su brazo y ella se movió, frunciendo el ceño y abriendo sus ojos. Dejé salir un pequeño suspiro en alivio, estaba un poco asustado de esto, de estar con ella. Dios sabe de qué es capaz.

¿Q-Qué? —murmuró, frotándose los ojos, y luego su nariz. Se sentó y me miró. Sus ojos grises azulados hipnotizándome. Joder, no debo caer por este tipo de brujería con la que ella me está atacando.

Miré hacia otro lado. —¿Estás bien? Tuviste un sueño o algo. Comenzaste a murmurar cosas entre sueños —comenté.

Escuché que inhaló bruscamente. —¿L-Lo hice? —inquirió, eso hizo que girase mi cabeza hacia ella y asintiera.

—Sí, lo hiciste —respondí.

¡N-No lo hice! Eso es un poco imposible...

—Sí, lo hiciste, te escuché.

Ella negó con la cabeza y se recostó contra la almohada antes de frotarse la frente. Cerró sus ojos antes de suspirar con fuerza.

¿Qué dije? En sueños —preguntó.

—Algo sobre tu madre y tu padre, medio preguntando donde estaban —respondí, y ella se sonrojó, cubriendo su cara con sus manos.

Mierda, es la primera vez que la veo sonrojarse. Y era jodidamente adorab– ¡Detente! Esa no es la manera correcta de pensar sobre Lucinda. Ella es mi victima la cual aún no he asesinado. Pero todavía no puedo matarla, todavía tengo que usarla para ahuyentar al otro fantasma.

Lo que sea que haya dicho, olvídalo —de repente sugirió, y cubrió su cuerpo con la blanca y fea sábana.

Negué con la cabeza y me puse de pie luego de haber estado sentado en la cama. Caminé hacia el hogar y añadí otra leña. Fue allí cuando escuché su rota voz decir algo que hizo que abriera mis ojos de sobremanera.

H-Harry, ¿puedes dormir conmigo?

Me di la vuelta con une mueca burlona. —¿Por qué debería? Dame una razón, Lucinda.

Escuché cómo suspiraba bajo las sábanas y se las sacaba lentamente para revelar su rostro; su nariz roja y sus ojos cansados. —Lo admito, tuve una pesadilla. No puedo dormir.

Suspiré. —Bien —murmuré, y me acosté al lado de su estremecido cuerpo, toqué su brazo y estaba helado. Envolví las sábanas de manera ajustada sobre su cuerpo y sus ojos se cerraron instantáneamente.

La he visto dormir incontables noches en la casa, ella jamás lució tan pacífica. Ella siempre fruncía el ceño o incluso lloraba mientras dormía.

Su constante respiración coincidía con el latido de su corazón, y de repente las ventanas se abrieron, dejando que un aire frió entrase. Ella se estremeció, e hice lo que debería hacer pero que tan sólo no podía.

Envolví mis bazos en su frágil cuerpo, el cuerpo al cual yo seguía lastimando.

© waysidestyles | borntoharry


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