Capitulo 33.

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—¡¿Es esto comestible?! —le grité a Harry quien estaba trepando un alto árbol con frutos cual profesional. Lo estaba haciendo sin ninguna dificultad, tan solo saltó, se tomó de una rama, y saltó más alto.

¿Él fue un alpinista antes de volverse un demonio?

¡Por supuesto que sí! —vociferó en respuesta, tomando una fruta antes de arrojarla a mis manos. Le di una mordida al fruto, y era jugoso y delicioso. Harry bajó en un instante, saltando del árbol y me sorprendí de que no se haya lastimado ningún poco por el alto salto.

El árbol medía como dieciséis pies de altura, y ese salto me hubiese matado de un infarto.

Me miró mientras que yo mordía el fruto, y sonreí. —Está delicioso, gracias. —Él tan solo asintió y yo arrojé el fruto comido lejos.

Vamos —dijo, y empezamos nuestra travesía de regreso a la ciudad.

Caminamos por un par de horas con el sol dando a nuestras espaldas, y con la cálida atmosfera, el sudor comenzó a descender por mi frente. Lo peor de todo era que mis pies estaban cansados, y creo que necesito una ducha.

—Harry, ¿cuánto falta para que lleguemos? —pregunté, gimoteando un poco cuando mi pie colapsó con una rama rota que tal vez cayó de un árbol.

Unas pocas horas más, llegaremos como a las seis —respondió, y detuvo su caminar cuando notó que me recosté en el suelo de lo exhausta que estaba.

—Estoy cansada, tengo hambre, ¡y necesito una ducha! —me quejé, corriendo una mano por mi cabello, y consiguiendo que mis dedos se enreden.

Hay una pequeña cascada allí —Señaló a la derecha y pude escuchar el fluir del agua—, y puedo conseguirte un poco de comida, así que, ¿por qué no descansamos por un rato?

—¡Sí! —vociferé felizmente y corrí hacia la dirección donde Harry había señalado. Pasé por su lado y comencé a oír sus pasos tras de mí en lo que me guiaba al lugar. El olor a tierra mojada y el sonido del agua correr me consumieron.

Caminamos por un sendero estrecho antes de ver la cascada.

Ya estaba impresionada por el lugar, con agua cristalina y todo tan hermoso. Una cascada no es algo que vieras todos los días a menos que vivas en una isla o algo así. Posé mi mano sobre el agua y comprobé la temperatura. Estaba un poco fría, pero bien para un clima caliente.

Me di la vuelta y no vi a nadie. Harry se debió de haber ido por mi comida, así que aproveché la oportunidad para sacarme la ropa.

Salté a la fría agua y nadé cerca de la cascada. Sentir el agua en mi espalda era paradisiaco. Nadé más profundo, sabiendo que eran solo unos diez pies de profundidad.

Nadé hacia la superficie para respirar, y fue allí que noté a Harry tras de mí, aún con sus ropas y sosteniendo unas cuantas manzanas con dos palomas muertas.

Gimoteé y cubrí mis pechos con mis manos. —¡H-Harry! ¡N-No sabía que estabas allí! —tartamudeé, sintiendo cómo mis mejillas se enrojecían en un instante, pero él no parecía molesto. Sus ojos, sin embargo, tenían un sentimiento diferente.

Ni siquiera sabías que estarías tomando un baño —respondió.

—¿Podrías darte la vuelta? —inquirí, pues esto era un tanto embarazoso, preguntarle a un demonio que se dé la vuelta así te puedes volver a poner tu ropa, y él no vaciló en darse la vuelta.

Fui hacia el borde, trepé, y me puse las ropas tan rápido como me fue posible, aunque Harry no parecía apurado. Ya estaba secando mi cabello en cuando le avisé que podía darse la vuelta.

Hex [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora