Capitulo 04.

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Tras caminar escaleras abajo, por fin llego a la ruta de acceso al jardín. Agarrando la puerta de metal, jadeo cuando mis pies dan en una rama. El sonido alerta a algunas palomas, haciéndolas volar lejos. Dando un paso atrás, las veo desaparecer de mi vista.

Una parte de mi quiere volver adentro, pero otra parte –una parte más grande– de mí quiere ir más lejos. Trague antes de continuar.

Abro la puerta de metal que da al jardín, y lentamente camino hacia allí. La hierba casi llega a mi cintura, y también lo hacen las malas hierbas. Las espesas enredaderas cubren parte del portón y de las paredes de la casa.

El jardín parece como si tuviera más de cien años, por lo visto. Mis ojos captan algo tendido en el suelo, haciéndome caminar hasta ello para investigar.

Esto era la estatua de un ángel, rota. Ambas alas tiradas en el suelo. Pero lo que realmente capto mi atención fue la fecha tallada en su brazo: 1906.

Me pregunto si esa será la edad de la casa. Luego de examinar la estatua, mi vista se dirige a un determinado lugar donde hay flores silvestres.

Gemí ligeramente cuando escuche un sonido sordo, haciéndome mirar hacia todos lados. Mi corazón golpeaba con fuerza mi pecho. De a poco me voy relajando cuando escucho el ladrido familiar de Ben, my pequeño bulldog gris.

Miro hacia su dirección y lo veo corriendo hacia mí. Le sonrió, pretendiendo que no escuche nada y agachándome para acariciar su cabeza.

—Hola Ben —digo. El inclina su cabeza hacia un lado con su lengua afuera. Me paro nuevamente para poder seguir descubriendo más del jardín. A medida que voy caminado por él, Ben esta tras de mí.

Focalizo una piscina, bueno, lo que solía ser una. Esta vacía y tiene hojas secas en su interior, se puede apreciar musgo también. Estaba a punto de investigar más, cuando escucho a Ben ladrar con furia a algo.

Me vuelvo para verlo ladrar a un árbol que es el hogar de un cuervo. Se ve inofensivo y no tengo idea de por qué Ben esta ladrando a eso. Solíamos tener un montón de cuervo en la casa, pero al parecer Ben jamás se volteo a mirarlos.

—¡Ben, quieto! —susurré, aun mirando a la piscina— No toques al pájaro, ¡es inofensivo!

Me di cuenta de que Ben se volvió de repente silencioso, tal vez demasiado silencioso. Primero pensé que estaba haciendo sus asuntos, pero luego me doy vuelta y no ver rastro de mi perro, ¿el solo desapareció?, ¿dónde está?, ¿donde se fue?

—¡Ben! —lo llamo. Esta vez, el no viene hacia mí como solía acostumbrar cuando lo llamaba. Suspiro —¡Ben! ¡Vamos pequeño! ¡Si piensas que estoy enojada contigo, lo siento! ¡No estaba enojada contigo! ¿Puedes tan solo dejar al cuervo solo?

¡Awk! Doy un paso atrás cuando veo a un cuervo observándome. Movió su cabeza hacia un lado antes de agitar sus alas y salir volando. Deje salir un gemido cuando pise algo, haciendo un ruido fuerte.

Mis ojos se abren y parecen salir de sus orbitas, tratando de detener las lagrimas que se aproximan. Es el cráneo de un perro. Un perro muerto. Moscas alrededor de él. Los huesos lucían frescos, y la esencia de sangre en el aire.

Ben.

Escuché un gruñido detrás de mí, haciéndome estremecer y lentamente di a vuelta. Estaba cara a cara con nada, lo cual asusta cada parte de mi. Trato de encontrar lo que causo aquel sonido, pero tan solo no podía.

Beep. Beep. Beep.

Miro hacia mi sonante reloj, viendo la hora en negro y rojo; 6:00 p.m.

Tomo una respiración profunda y empiezo a correr hacia la casa. Apresuradamente entro en ella, corriendo por la puerta. Las lágrimas corrían por mis mejillas, y con mi manga las limpiaba.

Apenas había cruzado por la puerta pude ver a mi madre preparando la cena en la cocina. Ella tarareaba en voz baja, un delantal estaba envuelto alrededor de su cintura mientras ella removía algo en un tazón.

Tomando una fuerte respiración, camine más cerca, su espalda estaba delante de mí.

—M–Mama. —No sabiendo que decir, deje escapar aquellas palabras por mi boca —B–Ben esta m–muerto —tartamudeé,

Ella lentamente se dio la vuelta con aires de cansancio, pero sus ojos me decían otra cosa. Sus ojos demostraban cuan alarmada y sorprendida estaba. Si estuviera en sus zapatos ahora, yo también estaría alarmada y sorprendida; preguntándome porque mi hija me diría esas cosas.

—¿Estas bromeando otra vez? Porque no es divertido —ella exclamo, note como su voz se quebraba en la última parte, haciéndola aclarar su garganta— ¿Por qué rayos moriría Ben? El todavía es un cachorro y no está enfermo ¿Por qué de repente me dices que murió? ¿Hay algo que no me estés diciendo?

—Porque... —comencé a decir pero mi voz se apago, no sé qué mato a Ben. Pero sabía una cosa: esto era algo a lo que los humanos tememos ver, algo que probablemente fuera malo y oscuro.

Un monstruo.

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Hex [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora