Capitulo 23.

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Conseguí una caja llena de fósforos y observé mi bolso, lleno de mis ropas. ¡Esta noche seré libre al fin!

Tomé la pirotecnia en forma de triangulo, pero antes de encender la cerilla, sentí algo frió tocar mi brazo. Me sobresalté y miré a mi derecha para verlo a él. Comenzó a reírse de forma siniestra mientras que sangre descendía de sus labios. Mierda.

Hola, princesa. —¿Princesa?

Mierda.

—¿Q-Qué quieres? —inquirí, y él trató de mirar tras de mí, pero obstinadamente oculté el petardo en mi espalda.

Si no me dices qué estas escondiendo, haré que lo hagas —siseó, y lo fulminé, aunque en realidad mis piernas estaban temblando.

—Nada —hablé, y él me frunció el ceño.

Dámelo, Lucinda.

—¡No!

El tomó mi brazo y yo arrojé la pirotecnia lejos, y ambos empezamos a luchar en el suelo

—¡Salte de encima de mí! —grité, comenzando a arañar su espalda. El gimoteó y lo le pateé el estómago, haciendo que él se retorciese de dolor. Me puse de pie, respirando con dureza.

El rechinó los dientes y trató de agarrarme, pero lo esquivé y tomé mi mochila y la caja de fósforos.

Sonreí con malicia.

El me miró, un destello de confusión cruzo en sus ojos, y era la primera vez que lo veía así. El lucía perdido.

—¿Quieres saber? —Reí maníacamente— Es un regalo, para ti.

Encendí una cerilla, y sonreí.

—Feliz 4 de Julio, Harry. —Encendí el petardo y lo arrojé a su rostro, antes de correr.

Corrí escaleras abajo y fui recibida por mi madre, quién me miraba como si estuviese loca.

—¡Lucinda! ¿Qué ocurre? —preguntó preocupada, Joshua estaba tras de ella.

Le apunté con mi dedo de manera acusadora. —¡Mentiste! —sollocé.

—¿De qué estás hablando, Lucinda?

—¡Lo sé! —grité en lo que lágrimas recorrían mi rostro, y ella pareció darse cuenta de lo que hablaba.

—No, eso no es cierta linda, tu padre está mintiendo —farfulló, y me reí. Literalmente me reí.

—¿Enserio? ¡Deja de mentirme, puta!

En el momento en que dije aquello, sus ojos se abrieron, y su rostro comenzó a enrojecerse. Antes de darme cuenta, le di una bofetada en la cara. Ella cayó al suelo, llorando fuerte.

—¡Hey! —Joshua gritó, y giré mis ojos hacia él mientras que trataba de ayudar a mi madre, la madre que pensé que me amaba.

—¡Vete! ¡Estos no son tus asuntos! ¡Fuera!

Él nos miró antes de irse por la puerta principal.

—Perdóname, Lucinda, es que no amo mas a tu padre —mi madre sollozó.

Existe el divorcio.

—Es muy tarde ahora.

Corrí hacia afuera y vi a mi padre allí. —¡Lucinda! —él saludó, pero allí, recordé el petardo. Mamá. La casa.

Miré hacia atrás, sólo porque ella me mintió, merece salir lastimada. ¡No!

—¡Mamá!

Corrí adentro para poder sacarla, así que tomé su mano y la llevé afuera.

Y fue como si todo ocurriese en cámara lenta, cuando saqué a mi madre, una fuerte explosión vino de la casa, seguida de muchas más.

La casa comenzó a llenarse de flamas y algo que explotó adentro me hizo saltar directo al pavimento con un fuerte impacto, también dejando mi vista borrosa.

Vi una figura negra caminando hacia mí, pero no pude ver quién era.

Todo lo que escuchaba eran sirenas, los gritos y llantos de las personas, ya que el fuego se extendió a otras casas.

Tsk, tsk, tsk, mira toda la destrucción que has causado, cariño. —Él rio entre dientes, y yo dejé salir un suspiro fuerte— Y me gusta —añadió. Sentí algo gotear por mi cabeza y todo lo que podía ver era color naranja brillante y luces rojas y azules brillantes.

Feliz 4 de Julio, Lucinda.

Y mis ojos se cerraron, haciendo que mi mundo se tornara negro.

© waysidestyles | borntoharry

Hex [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora