Capitulo 05.

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—¡Mama! ¡No estoy mintiendo! ¡Ben esta m–muerto! ¡El está muerto! —exclame, mi voz se quebró al final, y lagrimas recorrían mis cachetes.

Quien mato a mi perro debe de ser ese raro y tenebroso chico con el que me encontré hace un tiempo en la habitación principal. Sea lo que sea, se que debo mantenerme alejada.

Ella me miro entrecerrando sus ojos, diciéndome con este gesto que ella no me creía.

—Lucinda, si estas bromeando, te voy a castigar en este mismo instante, ¡no debes ver a la muerte como algo gracioso! —ella me regaño— Por lo tanto, voy a ver y comprobar. Si lo que dices es cierto, entonces ciertamente te creería. —Abrió el grifo, se lavo las manos y salió por la puerta trasera.

Corrí hacia la ventana y la vi irse hasta el jardín. Ella comenzó a mirar hacia todos lados, buscando y silbando por la presencia de Ben. Lastimosamente, ella no sabe que él esta muerdo. Realmente muerto.

Deje salir un grito cuando sentí un frio brazo envolverse en mi cintura, cuando iba a gritar otra vez ese alguien coloco una helada mano sobre mi boca, ahogando mis gritos y chillidos.

—¡Mmmmh! —comencé a suplicar, tratando de quitar la mano de encima.

Shh... Deja de retorcerte, no quieres que te mate, ¿verdad? —Mis ojos se abrieron en cuanto escuche la voz que tanto temía oír. El me gira duramente para que pueda quedar frente a él. Mis ojos se abrieron como platos al ver sus vacios y negros ojos.

El es tenebroso hombre que se comió a los cuervos. Esta vez, el no llevaba una sucia y rota remera, si no que un viejo polo azul oscuro con jeans negros.

Prométeme que no vas a gritar. —El se rio, haciendo una pausa para lamer mi mejilla, haciéndome estremecer en disgusto —O de lo contrario, te hare gritar de otra manera, una mucho más dolorosa. —El se rio entre dientes con maldad— ¿Estoy siendo lo bastante claro? —cuestionó duramente, apretando mi garganta con fuerza, haciendo que lagrimas caigan por mis mejillas.

Asentí con la cabeza a toda prisa, hare lo que sea para que el saque sus sucias manos de mi. Finalmente, me dejo ir, y tome respiraciones profundas.

¿De qué tienes miedo? —el pregunto de repente, mirándome con sus mortalmente vacios y negros ojos.

Trague saliva ¿qué está tratando de decir? ¿él quiere saber a qué le temo? Si es así, ¿por qué? El coloco sus sangrientas manos sobre mis hombros y me sacudió con violencia.

¡¿Has malditamente escuchado lo que te dije?! —grito, haciéndome estremecer y asentir con la cabeza nuevamente. El sonrió y se rio entre diente con maldad—. No te lo preguntare otra vez, Lucinda, así que dime, ¿a que le tienes miedo? —el hablo con severidad, ¿Cómo sabia mi nombre? Lo mire, dejando salir el coraje en mí.

—Yo no le tengo miedo a nada, ¡especialmente a ti! —escupí hacia él, tratando de sonar ruda, pero para mi desgracia, no pareció funcionar. Es más, se burlo.

No deberías haber dicho eso, solo has cavado tu propia tumba.

El mordió mi mejilla con sus afilados dientes, haciéndome gritar de dolor. Lamio la sangre de mi mejilla herida y abofeteo con fuerza la que estaba sana.

Casi al suelo logrando un ruido sordo. Poco a poco me senté, mi mano sobre mi mejilla herida –la cual picaba como el infierno–, sintiendo la sangre salir.

—¡Vete al infierno! —le grite— ¡¿Por qué yo?! ¡Jamás te he hecho nada! ¡Vete al infierno, bastardo!

El hizo una mueca.

Hex [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora