Capitulo 24.

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Susurros.

Eso era todo lo que podía oír. Susurros. Traté de abrir mis ojos, pero no pude, mi cuerpo se sentía nulo y mis ojos parecían muy pesados.

El mundo a mi alrededor estaba silencioso a excepción de los susurros. Algunos eran audibles, algunos no los podía entender. No sabía lo que estaba pasando a mi alrededor, y me sentía muerta.

Literalmente muerta.

Lucinda...

Traté de recordar de quién era esa voz, pero no podía. Es entonces cuando sentí mi mundo balanceándose de izquierda a derecha.

Eso era extraño.

La primera cosa que pude mover fueron mis dedos. Sentí algo duro contra la suave almohadilla de mis dedos.

Lentamente, todos mis sentidos volvieron, pero estaba muy débil para ponerlos a funcionar. La poca fuerza que me quedaba la utilicé cuando abrí los ojos. Los entrecerrar cuando vi algo brillante que podría haberme cegado. Joder.

Mi mundo estaba borroso, todo lo que podría plasmar eran una figura oscura abrazando mi cuero, llevando mi cuerpo.

¿Quién lo estaba haciendo? Traté de enfocarme en quién pero mi vista me fallaba, nuevamente.

Así que, en vez de tratar de ver, traté de hablarle a quien fuese que me estaba cargando.

—¿Q-Quién eres t-tú? —Demonios, mi voz se rompía hacia el final, y lastimaba mis orejas al igual que una uña arañando una pizarra.

Mi garganta estaba seca, como si no hubiese tomado agua en algunas semanas, y podría sentir a la persona mirarme como si yo fuera alguna clase de experimento.

El sujeto no respondió, pero siguió su camino llevándome. Sólo quería gritarle a aquella persona por ignorarme y luego abrazarla por salvarme.

De repente me sentí culpable cuando recordé por qué estoy aquí, en este estado.

Mamá. Papá. El vecindario.

Grandes gotas de lágrimas caían por mi rostro, una por una por mi mejilla. Me acabo de dar cuenta cuanto tonta había sido.

Estaba tan concentrada en irme de aquí, y ahora quemé la casa, posiblemente la calle entera.

Dejé salir un par de sollozos, y sentí algo frío, corriendo las lágrimas en mis mejillas. Podría decir que eran manos de hombre ya que eran toscas pero suaves, aunque estaban muy frías.

Cómo hielo.

—¿P-Por qué tus manos están tan frías? —no pude resistirme a preguntar.

Pero todo lo que recibí fue una risa entre dientes, que hizo que mi sangre se helara y pareció que mi mundo colapsaba.

Podría reconocer esa risa donde fuese.

—¿H-Harry?

Buenos días, cariño.

Mi estómago se contrajo y tan solo quise golpearme a mi mis por pensar que él me iba a dejar sola luego de mi atentado a tratar de matarlo.

—¿Q-Qué estás haciendo aquí? —pregunté, y cuando sentí sus manos frías sobre mis mejillas otra vez, les di una palmada. Oí como gruñó, pero estaba sorprendida de que no haya hecho algún otro movimiento.

El espejo puede responderte —musitó, y me burlé.

—Este no es momento de acertijos y juegos —dije, ya que la vista en mis ojos seguía siendo borrosa. Traté de frotar mis ojos, pero todo lo que podía ver seguía siendo borroso.

Eso sólo significaba una cosa, sería ciega.

—¡No! —grité y comencé a llorar, pero no estaba firme, estaba llorando en el pecho del diablo.

¿Qué te ocurre perra? —expresó, pero lo ignoré ya que estaba muy concentrada en mis ojos.

—¡Voy a volverme ciega! ¡N-No puedo ver con propiedad! —chillé, pero el tan solo rió.

Mentirosa.

—No, no estoy bromeando. ¡Estoy quedándome ciega!

Sentí como él me dejaba en una dura y áspera superficie, y mis dedos tocaban en suelo. ¿A dónde rayos me estaba llevando?

¿Cuántas cicatrices hay en mi rostro?

Traté de aclarar mi vista, pero no funcionó. —¿Seis? ¿Siete?

¿Cuántos dedos ves?

Una gran mano pué puesta delante de mí. —Cinco.

¿Cuántas heridas tengo en la cara?

No vi ninguna.

—T-Tú no tienes ninguna —tartamudeé.

Y por primera vez, lo escuché suspirar.

Tengo sólo dos cicatrices, te mostré tres dedos, y sólo tengo una herida —musitó— Y no estás ciega, tu vista está solo borroneada —añadió.

No pude evitar llorar enfrente de él, lloraba porque es mi culpa que mi vista sea ahora borrosa.

La culpa es mía.

© waysidestyles | borntoharry

Hex [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora