Capitulo 29.

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¡Thud!

Escuché un ruido, era muy fuerte y me alejó de la oscuridad en la que estaba por un momento.

¡Thud!

Revoloteé mis ojos abiertos, siendo recibida por la misma borrosa escena. Sólo que esta vez fue un borroso techo lo que me recibió.

Me quedé quieta por un momento, esperando escuchar nuevamente el sonido, para saber de dónde provenía. Esperé por unos momentos, hasta que resonó de nuevo. Sólo que dos veces.

¡Thud! ¡Thud!

Me agité, viendo en mi lado derecho a un hombre sentado en una silla de madera. Estaba agarrando algo que sus manos no me permitían ver.

—¿Q-Quién eres? —inquirí con voz ronca, y el hombre, quién estaba a punto de ponerse de pie en el suelo de madera, me miró.

Sus melancólicos ojos negros se me quedaron mirando, lucía como en sus treinta y vestía un andrajoso suéter con descoloridos jeans.

—¿Quién soy? Debería preguntarte quién eres —murmuró, su voz sonaba muy rasposa, incluso más que la de Harry, parecía que estaba por perder su voz tarde o temprano.

Estaba por responderle, pero él habló antes.

—Pero no hay necesidad, ya te conozco —dijo, mirándome intensamente—, Lucinda.

Parpadeé un par de veces. —¿C-Cómo sabes mi nombre? —pregunté. El rió entre dientes, para mi sorpresa.

—Bien, tú y tu madre son nuevas en esta ciudad, y están viviendo en la casa de un asesino —habló— Que no te sorprenda que sean el tema de conversación de la ciudad.

Se puso de pie, tensándome. Él de seguro lo notó, pues el borde de sus labios comenzó a elevarse.

Oh no.

Lentamente caminó hacia mí, haciendo que me alejase. Me tomó de los hombros, sacándome un gritillo. Antes de darme cuenta, me estaba apuntando con un cuchillo.

—¿Q-Qué estás haciendo? —tartamudeé.

—Tú eres la razón por la cual él no ha descansado en paz todavía. ¡Tú eres la razón por la cual él aún sigue atormentando a la ciudad! —gritó, asuntándome. ¿Este hombre está demente?

—¡No tengo idea de lo que estás hablando! —vociferé en respuesta, mi enojo había tocado el punto más alto.

Él rió con amargura, y estiró mi cabello con fuerza. Me estremecí y sentí la punta del cuchillo en mi mejilla.

—Eres tan persistente, tal vez es por eso que a él le estaba costando matarte —susurró en mi oído, y yo sabía a quién se refería.

—¿Q-Quién? —me atreví a peguntar, sólo para asegurar mis sospechas.

—Él jodido Styles.

Gimoteé, en dolor. El cuchillo estaba justo donde mi corazón. Miré hacia abajo viendo cómo la sangre ya comenzaba a salir.

Giré mi vista nuevamente al hombre, quién estaba simplemente parado allí con una expresión monótona. Comencé a temblar violentamente.

¡Lucinda! ¡Lucinda!

Mis ojos se dieron vuelta, llevándome nuevamente a la oscuridad.

[...]

¡Lucinda! ¡Lucinda, despierta!

Abrí mis ojos y fui recibida con el mismo rostro borroso de Harry. —¿H-Harry?

Hex [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora