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sometimes i wonder; when you sleep
are you ever dreaming of me?
sometimes when i look into your eyes
i pretend your mine, all the damn time
'causa i like you
—delicate, reputation

Sienna Westbridge

Cuando desperté a la mañana siguiente, la cabeza me dolía muchísimo y aún persistía en mí esa sensación de mareo que me había provocado el vodka, sin mencionar lo pesado que sentía mi cuerpo. Me incorporé con torpeza y miré por la ventana, dándome cuenta de que ya estábamos por llegar a Winston.

Di una mirada panorámica al auto; Sam seguía durmiendo acurrucada a mi lado, la botella de alcohol yacía vacía bajo el asiento del copiloto, los bolsos y las mantas estaban esparcidas por todos lados y Chris seguía manejando mientras escuchaba a Journey.

Me llevé una mano a la cabeza y traté de recordar lo que había pasado anoche, pero mis memorias eran difusas. Las palabras sueltas hacían eco en mi mente mezcladas con la melodía de las canciones de The Clash, sin lograr formar frases que tuvieran sentido. Solo rogaba por no haber dicho o hecho algo vergonzoso que se quedara en la memoria de Sam o Chris, por lo que tenía entendido, las personas solían hacer muchas cosas tontas cuando estaban bajo los efectos del alcohol.

—La primera resaca siempre es la peor. Ya se te pasara. 

La voz de Chris llegó hasta mis oídos, empeorando el dolor de cabeza, y me demoré unos segundos en procesar lo que me decía.

—Creo que jamás entenderé cual es el gusto de beber alcohol.

—Toma agua, te sentirás mejor luego —me aconsejó —. El alcohol deshidrata, sobre todo esa basura que compró Sam. El vodka es bueno si te quieres borrar, pero para la primera borrachera es terrible.

Supuse que tenía razón, y que, conociendo su conducta californiana, debía hablar en base a su propia experiencia, así que le hice caso. La verdad, sentía la garganta terriblemente seca, me creía capaz beber hasta un litro completo de agua sin hacer pausas.

Ninguno de los dos dijo nada más hasta llegar a mi casa. Yo solo me enfoque en tratar de reponerme y encargarme de que nada pudiera delatar que había bebido hace algunas horas. Sabía que a ninguno de mis hermanos les haría gracia enterarse que me emborraché en medio de la carretera sin supervisión, y no quería enfrentarme a un escándalo por parte de Selene y James, ni un castigo de Leon.

Busqué un pequeño espejo que llevaba en la mochila y peine un poco el cabello. En ese momento deseé tener maquillaje conmigo para poder disimular un poco mi palidez y las molestas ojeras que habían aparecido en mi rostro. Hice lo que puede con un hidratante labial para darme un algo de color y me lleve un chicle de menta a la boca para tapar un poco de lo que quedaba de aliento a alcohol.

Chris estaciono frente a mi casa, guardé mis cosas y recé rápidamente, pidiendo por que nadie en mi familia me descubriera. Y, cuando me disponía a caminar hacia la entrada, él bajó la ventanilla de su puerta y me llamó.

—Sienna.

—¿Qué sucede?

—Gracias.

—¿Por qué? —pregunté sin entender.

Se quedó en silencio un momento, solo mirándome.

—Por hacerme disfrutar de mi cumpleaños.



Para mi fortuna, tal parecía que mis hermanos habían atribuido mi mal estado a que había sido un viaje agotador y que me había sentado mal porque no estaba acostumbrada a salir de la rutina, por lo que pude llegar a mi cuarto sin ser descubierta, lo cuál, debo admitir, fue bastante aliviador.

El diario de Sienna Westbridge Donde viven las historias. Descúbrelo ahora