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i'm drunk in the back of the car
and i cried like a baby coming home from the bar
said "i'm fine", but it wasn't true (...)
and i screamed for whatever it's worth
i love you, ain't that the worst thing you ever heard?
he look up grinning like a devil
—cruel summer, lover

—Buenas tardes, bienvenidos a Randall's. Soy Madeleine y seré su mesera hoy. ¿Ya saben que ordenarán...? —dijo la chica, pero su expresión se transformó al levantar la vista desde su la libreta donde anotaba los pedidos —. Dios santo, ¿eres tú, Christopher?

—En persona.

La chica soltó lo que traía en las manos y se lanzó a darle un abrazo.

—Por Hades... —murmuró Sam en voz baja.

—¿Qué está pasando? —le pregunté a Sam.

—Es la ex novia de Chris.

Tragué saliva y vi fijamente la escena; Chris sonreía, ella lo abrazaba. Sentí ganas de vomitar. Pronto me invadió algo que no había sentido antes, era algo molesto, pero era algo relacionado conmigo, como si me sintiera mal conmigo misma.

Miré a la mesera llamada Madeleine; ella tenía lacio y largo cabello rubio, era bronceada, alta, de ojos azules y sonrisa encantadora. Parecía tan confiada de sí misma, tan extrovertida... Era tan diferente a mí, y, por una razón que no comprendí en ese momento, eso me hizo sentir como si quisiera morir.

Sin embargo, aunque el deseo de vomitar y desaparecer me invadía de pies a cabeza, no podía dejar de ver la escena frente a mí. No podía apartar los ojos de las manos de Chris, que se apoyaban sobre la cintura de ella con seguridad, ni de su sonrisa, ni de los brazos de ella recorriendo su cuerpo.

Sam carraspeó, llamando la atención de los tres, y me apresuré a mirar en otra dirección.

—¡Sam!

Madeleine trató de abrazarla, pero Sam se quitó.

La chica se apartó de Sam, sin dejar de sonreír, y volvió a girarse a hacia Chris, ignorándome totalmente. Yo solo fui capaz de agachar la cabeza y mantener la mirada fija en el piso, como si el diseño de las baldosas fuera lo más interesante que alguna vez hubiera visto.

—Has cambiado muchísimo, Chris, casi no te reconozco. Aunque tu mirada sigue siendo la misma, tan encantadora como siempre —le dijo —. Dime, ¿volvieron a California? Porque si es así no te perdonaré por no haber venido a visitarme aún.

—Solo estamos de paso, nos iremos por la noche —le respondió él —. Tú no has cambiado nada, sigues igual que la última vez que te vi, igual de guapa.

Me sentí desfallecer sobre el asintió. Jamás había sentido algo parecido en toda mi vida, ¿que era? ¿Por qué le estaba pasando? Más importante, ¿cómo lo controlaba?

—Maddie. —La voz de Chris llegó como un eco a mis oídos —. Ella es Sienna, es... amiga de Sam.

Levante la cabeza y traté de sonreír, pero no lo logré.

—¿Estás bien? —me preguntó Sam, alarmada —. Estás muy pálida.

—Si, estoy bien.

No era verdad.

—Bueno —interrumpió Madeleine cuando todos nos quedamos en silencio —, debo tomarles el pedido, ¿ya saben que ordenaran?

Sam me dio una última mirada y luego se dirigió a la chica con una expresión lo suficientemente seria como para intimidar a cualquiera.

El diario de Sienna Westbridge Donde viven las historias. Descúbrelo ahora