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i think your house is haunted
your dad is always mad and that must be why
—seven, folklore

Sienna Westbridge

—¿Qué tal van con los ensayos de la banda? —le pregunté a Sam luego de lanzar los dados sobre la mesa.

Sam y yo teníamos la costumbre de pasar las tardes de los sábados juntas, pero dado a que los ensayos de la banda eran el mismo día y en el mismo horario, las últimas semanas no lo habíamos hecho. Sin embargo, gracias a que Karl, el dueño del estudio donde ensayaban, o sea, el garaje de su casa, había tenido que irse de viaje a Las Vegas con su familia por el fin de semana, Sam había vuelto a tener tiempo libre y pudo pasar la tarde conmigo, así que estábamos jugando a La ruta del tesoro, mientras que veíamos Karate Kid por décima vez en la sala de estar.

—Normal —dijo, encogiéndose de hombros —. Luka estuvo recolectado anécdotas de sus compañeros para escribir una canción para la graduación, y el resto hemos estado adecuando las letras de las demás canciones para que sean aptas para la escuela y aprendiendo algunas otras que estén de moda, aunque concordamos en que no tocaremos nada de Madonna o Bon Jovi, ¡juro que prefería morir antes de tocar una de esas canciones comerciales!

—Me alegro de que lo están tomando bien —le dije —. Creo que es un buen comienzo. Si les va bien con el baile de graduación, quizás puedan tocar en la feria del 4 de julio. Leon me dijo que le habían comentado que aquí les gusta celebrar en grande el Día de la Independencia.

—El año pasado hicieron una especie de feria, pero nada muy especial si lo comparo con la celebración de California —respondió, moviendo su token por el tablero del juego —. Se lo comentaré a los chicos, tal vez podamos hablar con alguien de la alcaldía.

Pese a que intente seguir con la conversación, las respuestas de Sam eran muy vagas, al menos para venir de ella, por lo que me redimi a que jugaramos en silencio, oyendo únicamente las voces de la película, que en ese momento mostraba una de las escenas donde los chicos de Cobra Kai le daban una paliza a Daniel LaRusso, pero no le preste mucha atención ni al juego ni a la televisión, si no que me concentre en Sam y en la expresión que había en su rostro.

—¿Estás bien? —le pregunté.

Como Sam era mi primera amiga, yo jamás había tenido que consolar a nadie antes, ni lidiar con todos los conflictos emocionales de alguien, así que no tenía mucho idea de que decir cuando alguien estaba triste, o parecía estarlo. Ser directa, como en ese momento, me servía con mis hermanos, porque me conocían, pero dudaba que fuese igual de efectivo con personas que no fueran de mi familia, aunque de todas formas pensé que, como yo sentía a Sam casi como a una hermana, no habría problema si actuaba así con ella también.

Sam me miró en silencio unos segundos antes de responder.

—Es Chris —me dijo —. Me tiene preocupada.

—¿Por qué?

—Creo que está enamorado.

Trague saliva al escucharla y sentí como si todo mi cuerpo se helara de un segundo a otro, aunque intenté disimular lo mejor posible. Quiero decir, esperaba ser la causa de las sospechas que Sam tenía, pero, a la vez, deseaba que ella no hubiera atado cabos suficiente como para llegar a mi.

—¿Por qué lo dices? —pregunté, tratando de que mi voz sonara segura, pero no paranoica, sin mucho interés, pero tampoco como si no me importara en lo absoluto.

—Está actuando raro. Se la pasa sonriendo cómo estúpido todo el día, ya no tiene sus citas de cada semana, y el otro dia lo vi estudiando. ¡Estudiando, Sienna! ¿Puedes creerlo? —dijo —. Y, como si eso fuese poco, ¡ahora solo escucha música romántica! ¿Conoces el gusto musical de mi hermano? Solo oía canciones sobre lo genial que era tener sexo, y ahora se la pasa escuchando canciones de amor.

El diario de Sienna Westbridge Donde viven las historias. Descúbrelo ahora