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oh, your sweet disposition and my wide-eye gaze
we're singing in the car, getting lost upstate
autumn leaves falling down like pieces into place (...)
cause there we are again on the title town street
you almost ran the red' cause you were looking over at me
wind in my hair, i was there, i remember all too well
—all too well, red

Sienna Westbridge

Sam aún no se recuperaba por completo de su resfriado, por lo que, al día siguiente de ir a visitarla, tampoco asistió a clases, aunque yo sospechaba que decía estar más enferma de lo que en realidad estaba para poder seguir faltando a la escuela, y, si no fuera porque se estaba perdiendo las practicas del equipo de futbol femenino donde ella era la jugadora estrella, la creía capaz de seguir fingiendo hasta por un mes más.

Y, si bien la extrañe mucho, no fue para nada un mal día. Había estado concentrada tomando apuntes y haciendo algunos deberes como no lo hacía hace mucho, pase un rato con los chicos de la banda, y, por fortuna, no me toco hacer equipo en ninguna clase.

Incluso mis hermanos me invitaron a sentarme con ellos durante el almuerzo como solían hacerlo antes de hacerme amiga de Sam, pero, igual que todas las veces anteriores, preferí no aceptar sus ofertas, principalmente porque sus amigos no me caían muy bien. Las compañeras de Selene solo se dedican a esparcir chismes y rumores tontos, mientras que los chicos del equipo de básquet de los que James siempre estaba rodeado solo había dos temas de conversación; deportes y mujeres, y como yo no entendía nada de los deportes y ellos se expresaban mejor de los balones de futbol que de las chicas con las que salían, decidí que lo mejor sería almorzar sola en una mesa apartada tal como antes.

Como fuese, la jornada escolar había acabado y yo había logrado sobrevivir con éxito, por lo que solo me quedaba un tranquilo camino a mi casa lleno de reflexiones, paz y tranquilidad. Luego me encerraría en mi cuarto un rato, me pondría ropa cómoda y más tarde iría a alquilar una buena película de terror en mi bicicleta.

Suspiré satisfecha ante mi buen plan de tarde y comencé a debatirme qué película debería ver. La verdad, el cine de terror no había sido muy bueno el último año. Dejando de lado a Freddy Kruger, las películas de slasher habían sido muy aburridas. Una vez había visto una de un Papá Noel diabólico que...

—¡Londres!

Mi estómago se revolvió cuando oí su voz llamándome. De seguro tenía hambre.

Me detuve y me di media vuelta para ver a Christopher, quien caminaba hacia mí como si fuera un galán de película haciendo su gran entrada. Él, al igual que mis hermanos, era el tipo de persona que marcaba presencia donde sea que fuese, tenían un 'no sé qué' que lograba que no pudieras mirar a otro lado cuando ellos estaban cerca.

Y, mientras luchaba por que ese inexplicable magnetismo me dejara apartar mi ojos de él, me pregunté a mí misma si algún día yo podría llegar a ser una de esas personas.

—California —lo saludé cuando llegó a mi lado, ofreciéndole una sonrisa.

—¿Vamos?

—¿Disculpa?

—Te llevo a tu casa —me dijo, con una leve sonrisa en los labios —. Sam me pidió que te llevara, además, te dije que me agradas, eres buena compañía, pero que no se te suba a la cabeza.

Me lo debatí un momento. Pasar tiempo con Christopher me serviría para conocerlo mejor y quizás hallar algunas respuestas a las miles de preguntas que tenía sobre él, aunque también me motivaba el hecho de que posiblemente Sam lo golpearía si no cumplía con sus órdenes.

El diario de Sienna Westbridge Donde viven las historias. Descúbrelo ahora