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kiss me, try to fix it, could you just try to listen?
—sad beautiful tragic, red


Sienna Westbridge

Según Sam, luego de mi visita, la salud de Chris había mejorado de una forma impresionante. No volvió a tener fiebre y su dolor de garganta y congestión habían disminuido bastante, ya que, por fortuna, siguió mis instrucciones y se tomó los medicamentos que le había llevado a las horas correspondientes y había guardado reposo, por lo que el miércoles pudo retomar las clases y volver a su trabajo.

Yo, a pesar de lo que Sam me dijo acerca de Chris y sus clases, había conseguido los apuntes de Selene para que Chris pudiera estar al corriente, cosa que casi me costó la vida, y no lo digo como metáfora. Selene hizo un gran escándalo cuando me encontró hurgando en su escritorio, y la situación se puso aún peor cuando, en medio de sus gritos, le expliqué que solo estaba buscando sus notas para poder dárselas a Chris.

Sabía que a Selene no le gustaba que nadie se metiera en sus cosas, y que tampoco estaba contenta con la idea de que yo y Chris pasáramos tiempo juntos, pero jamás pensé que podría enojarse tanto por eso. Luego León me explicó que el problema no era yo ni los apuntes, ni siquiera Christopher, sino que Selene estaba irritada porque se había peleado con sus amigos, el chico del que estaba enamorada la había rechazado, faltaba muy poco para la graduación y estaba por empezar todo el tema de las selecciones universitarias, y eso sin agregar que se acercaba su cumpleaños número dieciocho y el primer aniversario de la muerte de mamá.

Cuando Leon me recordó eso último me estremecí. Yo evitaba tanto pensar en mamá, o más bien, en pensar que ella estaba muerta, que casi lo había olvidado.

Mamá había muerto en junio del año pasado, a eso de las siete de la tarde, en aquel pequeño cuarto de hospital en Londres. Yo no podía creerlo. Incluso en ese momento, casi después de un año, a veces seguía sin hacerlo. Era como si una parte de mi estuviera convencida de que un día de esos todos volveríamos a Inglaterra, a nuestra vieja casa, y ella estaría parada en la puerta, esperándonos con los brazos abiertos, lista para oír todas las aventuras que habíamos tenido al otro lado del mundo.

Pero eso no pasaría. Ella estaba muerta, yo había estado en su funeral, había visto el cementerio repleto de gente aquel día soleado, con un montón de flores de colores rodeando su ataúd. Era un contraste extraño, pero, si lo pienso con detenimiento, todo lucía tal como ella; sociable, alegre y cálida.

Cerré los ojos con fuerza cuando todo eso volvió a mi mente, no quería recordarlo. Aún faltaba mes y medio para el aniversario, por lo que decidí que no pensaría más en aquello hasta que fuese la fecha y ya no pudiera evitarlo más. La muerte de mamá era muy diferente a mis otras experiencias traumáticas, porque si prefería fingir que nunca había pasado, ya fuese que estuviese bien o mal, así que me concentré en volver al punto inicial.

Aquel miércoles cuando retomo las clases, Chris me esperó en la salida; estaba apoyado contra la pared, terminando de fumarse un cigarrillo, y usaba la chaqueta que le había regalado por su cumpleaños. Creo que realmente le había gustado, porque la usaba seguido. Se veía tan bien como los otros días, quiero decir, él era un chico atractivo, esa era una verdad aceptada por la mayoría de personas en Wingston, pero su belleza iba más allá de las facciones armoniosas, porque, claro, tenía cara y cuerpo de modelo, pero sus gestos también eran bonitos de admirar, como aquel pequeño hoyuelo que tenía en la mejilla izquierda y como la piel alrededor de sus ojos se arrugaban cuando se reía.

—¿Nos vamos? —me pregunto cuando llegue a su lado —. Sam se irá con Montgomery.

Yo asentí con la cabeza. Sam estaba realmente comprometida con los ensayos de la banda, nunca la había visto siendo tan responsable antes. Además, como Chris aún no había tenido tiempo de reparar su auto, era mejor que Karl la llevara junto a los chicos para ahorrarle la caminata.

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