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there goes the maddest woman this town ever seen
she had a marvelous time ruinin' everything
—the last american dynasty, folklore


El aire en las costas de California estaba fresco, típico de la playa, y, cerca de Santa Mónica, en una espaciosa y refinada casa, una joven rubia de diecisiete años sale camino a una pintoresca tienda de surf, sin saber que ese su vida cambiaría para siempre.

Ella lleva su bolsa con acrílicos colgado del hombro izquierdo y tararea una canción de The Rolling Stone. Ella sonríe al ver a los niños jugar, acaricia a los perros callejeros e identifica cada tipo de flor que ve en los jardines. Ella es la clase de chica cuyas viejas vecinas juzgan desde la comodidad de sus sillones, que, para saciar su sed de chismes, siempre están ubicados a un lado de las ventanas. Ella tenía facilidad para meterse en problemas, era como si el universo conspirara en su contra para ponerla en las peores situaciones, por lo que no era raro verla metida en una pelea callejera o pasando las noches en la comisaría, cosa que su estricto padre negaría siempre en las reuniones sociales. Ella salía con un chico nuevo cada semana, y ninguno llegaba hasta el domingo. Ella tenía las manos llenas de cicatrices por las cuerdas de la guitarra. Ella disfrutaba la sensación del sol bronceando su piel y del viento jugueteando con su cabello.

Al llegar a la tienda, ella saluda a Ralph, su mejor amigo. Ella no sabe que él está enamorado de ella desde que eran niños. Ella desconoce que él ama la forma en la que sonríe, sus vestidos bordados a mano y la manera en que le hacía honor a como todos quienes la que la conocían decían que era la mujer más loca que es ciudad alguna vez había visto. Y ella tampoco sabe que el mayor error de su vida posiblemente haya sido no darse cuenta de eso.

Ella, con su cabello dorado, con sus sonrisa de dientes separados y su alma rebelde, era Lis Jones, y es justo en ese momento, cuando un joven de cabello largo y piel bronceada entra a la tienda mientras ella pintaba rosas rojas en una tabla de surf, es cuando comienza la historia de cómo ella se transformó en la enigmática señora Taylor, cuya futura nuera no sabe si realmente éxito alguna vez.

Cuando Fred Taylor entró a la tienda ese día, Ralph supo lo que se avecinaba incluso antes de Lis, porque sabía que ella se enamoraba fácil, pero que nunca lo hacía de verdad. Pero la conocía bien, podía identificar cada tipo de mirada que ella diera, y al ver que aquellos tristes ojos azules comenzaron a brillar al ver a ese atractivo muchacho acercarse, como nunca lo habían hecho antes, como nunca lo hicieron cuando lo miraban a él, supo que esa ya era una guerra perdida. Y, cuando años más tarde reconoció aquella misma mirada en aquella misma vieja tienda, temió que la historia pudiera repetirse y que hubiera otro miembro de la descendencia Jones que perdiera la cabeza una vez que se enamorara.

Lo hemos visto demasiadas veces, son muchos los que dicen enamorarse a primera vista, es verdad, pero históricamente el verdadero amor se consolida en un primer baile, como le pasó a Cenicienta, a Elizabeth Bennet y a Julieta Capuleto, y Lis Jones no fue la excepción a tan hermoso cliché, aunque teniendo en cuenta el curso que tomó aquella historia, quizás es mejor compararla con Anna Karenina, porque fue en su primera cita, en un festival de música que se celebró el mismo día en el que se conocieron, cuando, mientras bailaban descalzos sobre la arena al son de un cover mal hecho de 'Can't Help Falling In Love With You'', (algo que tal vez eso debió ser el presagio de que sería una historia de amor inolvidable, aunque, bueno, Elvis Presley al final tampoco terminó siendo el galán de película que todas pensaron), se besaron por primera vez.

Ese beso marcó el comienzo de lo que fueron tres meses de un pasional e irreal amor de verano. Y, bueno, no hay mucho que decir acerca de los amores de verano más que son, probablemente, los más intensos de todos. Besos tatuados, castillos hechos de sábanas, noches en el club y atardeceres en la playa, es tan mágico que hasta llegas a creer que estás verdaderamente enamorado.

El diario de Sienna Westbridge Donde viven las historias. Descúbrelo ahora