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I knew you were a trouble when you walked in
—I knew you were a trouble, red


Sienna Westbridge

Al día siguiente, el desayuno había sido... tenso.

En casa, el resto de mis hermanos ya estaban al tanto de la discusión entre James y yo, así que la escena familiar era algo así: James no me hablaba, ni yo a él. Leon había regañado severamente a James y Selene para que me dejaran en paz (un ruidoso escándalo en la cocina), por lo que ahora ambos parecían algo molestos con él, más James que Selene. Edward estaba estresado por nuestro cambio de actitud, por lo que estaba tratándonos mal a todos. Los gemelos y Miranda estaban cohibidos por el ambiente y James no había querido jugar con ellos esa mañana.

Se notaba que Leon intentaba mantener la calma, aunque yo estaba segura de que en cualquier momento iba a colapsar, sobre todo luego de que Selene le tirara un tostada con mermelada a la cara a William después de que este le dijera que estaba a una rabieta de convertirse en <<la cosa>> de la película de John Carpenter.

Yo por mi parte traté de no reírme cuando William se vengó lanzándole algunos de sus cereales que terminaron enredados en el cabello de Selene y me apresure para salir de la casa antes de que el comedor se transformara en un campo de batalla, y me percate de que, a pesar del ambiente tenso, estaba bastante más tranquila. Procuraba tener en mente mis propias palabras y también las de Leon, y me decía a mis más que, al final de cuentas, pasara lo que pasara, James, Selene y yo siempre íbamos a ser hermanos y no podíamos estar molestos para siempre.


—¡Westbrige!

Estaba a dos cuadras de la escuela cuando escuche la voz de Sam llamándome y me di media vuelta para encontrarme con ella, que venía hacia mí en su patineta sonriendo y saludando efusivamente con las manos.

—¡No me expulsaron!

Sam se veía de buen humor, por lo que yo también me sentí un poco mejor.

—¿Puedes creer que di vuelta al consejo de profesores con un par de lágrimas y una historia de cómo Chris era la única persona que yo tenía en la vida y que por eso me enfureció tanto cuando hablaban mal de él? —se rio mientras se unía a mi caminata, tomando la patineta del piso —. Siempre funciona. Ja, vejestorios sensibles... Si algún día te metes en problemas, solo cuéntales una historia triste de tu vida. Los viejos tienen corazones muy blandos, aunque no lo parezca. Es un consejo muy valioso, pero dudo que alguna vez tengas que usarlo.

Entender lo que Sam decía y seguir el hilo de lo que sea que estuviera contando no era tan difícil luego de pasar un par de días escuchándola. Lo que era más complicado para mí era responderle con el mismo entusiasmo y extensión. Yo nunca fui de hablar mucho. La mayoría de las veces no tenía nada que decir, y cuando lo tenía, a la gente no parecía importarle mucho.

Pero no dejaba que eso me entristeciera. Me repetía que debía ir un paso a la vez y me recordaba que, pese a toda dificultad, al menos tenía ya una... amiga. ¿Podía llamarla así ya?

—Me alegro mucho por ti —dije, con sinceridad —. Ya me he acostumbrado a pasar tiempo contigo. Habría sido muy triste si te hubieran expulsado.

—Aww, Sienna —dijo, pasándome un brazo por los hombros, haciendo que yo me tensara y me encogiera, pero, la verdad, no fue tan incómodo como hubiera esperado —. Eres la amiga más genial que he tenido. Sé que no he tenido más, pero si las hubiera tenido, definitivamente tú serías mi favorita.

—Gracias —reí.

Sin embargo, mi buen humor no iba a persistir por mucho tiempo, ya que apenas cruzamos la puerta de la escuela, las miradas se pusieron sobre nosotras, o, mejor dicho, sobre Sam. Supuse que todo eso se debía a la pelea del día anterior, pero, fuera cual fuera la razón, era bastante molesto, a pesar de que a ella no parecía importarle.

El diario de Sienna Westbridge Donde viven las historias. Descúbrelo ahora